Todas las noches dedico varios minutos para ejercitarme. Desarrollo mi rutina en una elíptica y, al mismo tiempo, reflexiono sobre lo ocurrido en mi día. Esos momentos de introspección suelen ser los revulsivos en mi actividad profesional, en algunas ocasiones sirven como inspiración para escribir las líneas de esta columna.

Hace algunos días escuché un podcast que hablaba sobre la Segunda Guerra Mundial. Durante el conflicto bélico las preocupaciones por las amplias bajas que la aviación estadounidense estaba sufriendo en sus incursiones en Europa llevó a reunir a varias de las mentes más brillantes de la época para buscar una forma de darle la vuelta a la situación. 

Decenas de aviones de las fuerzas aliadas eran derribados, el apoyo a los cielos era vital para que los aliados siguieran avanzando hacia Berlín. Hace un par de años vi una serie en HBO que es una joya de la situación que abordamos, la recomiendo ampliamente: Band of brothers.

Una de las sugerencias de los especialistas era blindar con placas metálicas la totalidad de los aviones, pero esto conllevaba el inconveniente de aumentar el peso de la aeronave lo que obligaba a disminuir la carga en armamento,. Por ende, blindar la totalidad de las aeronaves era imposible.

¿Cómo resolver la disyuntiva entre seguridad y cargamento de la manera más eficiente posible? El camino fue reforzar solo una parte del fuselaje, decidieron hacerlo en los puntos más débiles y para eso se necesitaba descubrir dónde estaba el Talón de Aquiles. 

¿Te perdiste este texto de Edgar Arenas?: Así es como Warren Buffett, leyenda de las inversiones, aprendió todo
La Fuerza Aérea de EEUU diseñó en 1942 un programa para descubrir cuáles eran las zonas más susceptibles de recibir daños por los cañones antiaéreos enemigos. Se decidió recabar información de forma sistemática en cada avión que participaba en las incursiones y se observó a detalle cuáles partes de su fuselaje habían recibido daños.

Tras completar ese minucioso estudio el resultado fue un mapa de las zonas más expuestas a los disparos. La siguiente imagen muestra las zonas que, de acuerdo con el estudio, resultaron más afectadas en los aviones:

Imagen: Cortesía Edgar Arenas

Tras aquel mapeo, el siguiente paso parecía evidente: Reforzar las zonas más afectadas que el estudio había evidenciado, lo cual permitía no disminuir la carga de armamento.

Las maquiladoras de aviones pusieron a trabajar a sus ingenieros en rediseñar las aeronaves eligiendo para reforzar las zonas donde existía una mayor densidad en los impactos. Parecía que el problema se había solventado con éxito.

No obstante, antes de que se pusieran manos a la obra, los altos mandos de la Fuerza Aérea norteamericana se toparon con la opinión de un matemático judío que había llegado desde Hungría: Abraham Wald, quien sin necesidad de recurrir a rebuscados argumentos o análisis matemáticos mostró una obviedad que cambió la historia de la guerra.

Wald señaló que no había que reforzar las zonas del fuselaje donde el mapeo mostraba los impactos, sino donde el mapeo no mostraba nada. ¿Por qué? Porque los aviones que no habían regresado a casa no habían podido ser parte del estudio. Reflexionando a profundidad, era evidente que lo que había que reforzar eran los motores y la cabina. Los aviones que no habían regresado a casa eran los que habían recibido impactos en esa zona. 

Esto es conocido como sesgo de supervivencia y desde entonces se utiliza en todo el mundo en los procesos de toma de decisiones. En los mercados y entre las empresas, la competencia exige una ardua carrera de supervivencia en donde es indispensable reflexionar a conciencia antes de tomar una decisión. 

Recuerda que “Contante y Sonante” es la sección de opinión de +Dinero

Al igual que ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial y antes de que Abraham Wald lo hiciese notar, en nuestra vida solemos prestar demasiada atención a las empresas que llegan con éxito a sus objetivos, sin tomar en cuenta qué es lo que falló en las que no lograron sus objetivos.

Al tomar decisiones en inversiones es importante conocer los puntos positivos de los activos de inversión, pero también debemos tener claros los puntos negativos de los activos de inversión que vamos a utilizar.

Es indispensable investigar cuáles han sido los peores retornos y periodos por los que han transitado los instrumentos de inversión que utilizaremos, por ejemplo: ¿qué sectores o regiones del mundo son más propensos a un mal desempeño durante una recesión?, ¿en qué periodo de tiempo los dólares han sido o no han sido un buen activo de inversión?, ¿las acciones siempre tienen un rendimiento superior al de los bonos?

Utilizar el sesgo de supervivencia como una herramienta para seleccionar nuestra diversificación puede ser una poderosa herramienta. 

Les deseo felices inversiones.

Edgar Arenas Sánchez es economista, gerente comercial en una casa de bolsa en México, profesor de economía bursátil en la UNAM, blogger de Rankia México y autor del libro “Invirtiendo y entendiendo”, reconocido por la Universidad Anáhuac, universidad de Cantabria y Santander Financial Institute como mejor asesor de inversiones en 2020 y 2021.

Twitter: @garoarenas

LinkedIn: Edgar Arenas

Email: [email protected]

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