Con el premio, Dmitry Kaminskiy busca incentivar el aumento de la longevidad, quizás el reto más grande de la raza humana.   Por Sarah Hedgecock El inversionista de riesgo Dmitry Kaminskiy piensa que tiene lo que se necesita para alargar la vida de las personas: un premio de un millón de dólares, el que se otorgará a la primera persona en romper el récord de longevidad actual y alcanzar su cumpleaños número 123. Kaminskiy es socio principal de Deep Knowledge Ventures, con sede en Hong Kong, que invierte en startups que buscan aumentar la longevidad humana (el portafolio actual de la firma incluye a empresas que trabajan en inteligencia artificial, medicina personalizada y gerontología). La última vez que la empresa apareció en las noticias fue al nombrar un algoritmo de predicción de inversión a su consejo de administración. El objetivo del premio es doble: conseguir que el público se interese en la investigación de la longevidad y motivar a las personas a vivir vidas más largas. Aunque el progreso hacia la meta principal es plausible y hasta probable con la publicidad que puede rodear al premio, la segunda es más dudosa. Existe evidencia de un mínimo de “elasticidad de la muerte” cuando se trata de decisiones financieras; un documento de 2003 informó que algunas personas parecían vivir un poco más debido a cambios en la ley de impuesto predial. Pero el efecto, si lo hubo, era pequeño, y los autores reconocieron que la posibilidad de la alteración de las fechas de muerte no podía ser desestimada en su totalidad. ¿Por qué la longevidad? ¿Por qué no algo hacia el cual los competidores puedan trabajar de manera más consciente? Kaminskiy dice que es porque el envejecimiento es el mayor problema a largo plazo que los seres humanos enfrentan hoy, y el de consecuencias menos previsibles. “Todo el mundo ha oído hablar de los peligros de la inteligencia artificial gracias a Elon Musk, pero los riesgos relacionados con la alta esperanza de vida aún no están claros”, explicó a través de un correo electrónico. “Me di cuenta de que la inversión en la investigación del envejecimiento tendrá un impacto significativo en la paz mundial, la sostenibilidad y el crecimiento económico.” Al escribir estas líneas, la persona más vieja del mundo tiene casi 116 años de edad, dando a Kaminskiy al menos siete años antes de repartir el dinero, y si los récords anteriores sirven de referencia, tomará un poco más. La persona que ha vivido más años en la historia reciente fue la francesa Jeanne Louise Calment, quien murió en 1997 a los 122 años y 164 días de edad. Calment famosamente sobrevivió a su abogado, quien le compró su antiguo apartamento, comprometiéndose a darle dinero cada mes hasta su muerte, en el supuesto de que iba a morir primero y el domicilio sería suyo. ¿Podría la determinación de ganar esta apuesta haber contribuido a alargar la longevidad de Calment? Alex Zhavoronkov, autor de The Ageless Generation y CEO Insilico Medicine –en la que Deep Knowledge ha invertido–, piensa que sí. “La gente compite en todo, desde los deportes, la riqueza, la inteligencia, la belleza, los esfuerzos filantrópicos e incluso el ascetismo”, dice. “Pero no tratan de competir en la longevidad y tratar de establecer nuevos récords.” Si fuera otorgado, el premio de un millón de dólares ascendería a 8,130.08 dólares por año de vida. Eso no es calderilla, pero probablemente no sería suficiente para mantener a la persona más longeva del mundo durante siete años más. A pesar de la creencia de Zhavoronkov de que “los premios a la longevidad como el de Dmitry son la mejor manera de motivar a la gente a esforzarse más por vivir más tiempo”, la motivación no hará mucho por cualquiera de los contendientes actuales de la competencia. “Los centenarios tienen tantas mutaciones e información genética corrompida como otros problemas. Son ayudados por los genes de la longevidad que los niegan”, explica Nir Barzilai, director del Albert Einstein College of Medicine’s Institute for Aging Research. “Es un poco tarde para motivar a la gente si no es su composición genética.” Si Kaminskiy va a pagar, tendrá que planear su primer objetivo, inspirar la investigación sobre la longevidad para que sea ampliamente exitosa, y no sólo esperar a que el premio motive a los súper centenarios actuales. Pero con la promesa de un millón de dólares hecha, él ya está pensando en la siguiente gran idea. Los siguientes premios, dice, se enfocarán en la salud y la longevidad. ¿Su primera idea? Una suma considerable por el primer súper centenario en correr un maratón bajo un cierto tiempo. El inversionista también tiene otra gran apuesta en mente. Está actualmente en el proceso de contratación de participantes un poco (pero sólo un poco) más jóvenes para “invitarlos a nuestra asociación”. Los participantes compartirán sus historias, pero Kaminskiy también espera estudiarlos para encontrar puntos en común, en busca de esas distinciones genéticas, pero también de cualidades que son un poco más mutables. En cuanto a si será capaz de encontrar alguna, sólo tendremos que esperar unos cuantos años más.

 

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