Por Salvador Guerrero Chiprés*
Adelante en el proceso de reconstrucción de la economía se halla la necesaria coordinación entre gobierno, empresarios y consumidores, todos ellos ciudadanos con derechos y con capacidades de reactivar las diversas cadenas productivas.
En un escenario donde se debate sobre la claridad de las propuestas de desarrollo regional y algunos proyectos clave para la Presidencia de la República, la agenda del Consejo Coordinador Empresarial y otros organismos cúpula, las inquietudes de miles de organismos de promoción del desarrollo que pertenecen a la sociedad civil y empresarial, es indispensable evitar a toda costa rendirse a la idea de que es la polarización la característica predominante de la relación entre gobierno y empresarios.
Con frecuencia se escuchan en diversas mesas y encuentros, donde hay mayoría de voces empresariales, discusiones de diversos modos de intervención del Estado en la reactivación económica, sea mediante el recurso del crecimiento de la deuda pública o de la posposición del deber fiscal.
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Actuar caracteriza al liderazgo. Los empresarios y los responsables del gobierno lo saben por igual con los énfasis que corresponden a sus actividades. El actuar resiliente de empresarios y ciudadanos pragmáticos debe asumir la realidad de que, coloquialmente “si no se puede una manera, debe poderse de otra”.
Un connotado periodista especializado, Marco Antonio Mares, me preguntaba si no era iluso pensar en la promoción del diálogo y de un “justo medio” entre posiciones empresariales y gubernamentales, según los extremos que se han planteado tanto desde la agenda de las principales cúpulas como en las del gobierno federal.
Nuestra respuesta se hace eco de millones de voces, algunas miles que hemos escuchado a través del Consejo Ciudadano, de que con independencia de posiciones partidistas o ideológicas, debe imperar el criterio de un bien común detonado desde las capacidades de cada sector en un interés, no solamente generosidad, por entender que el cambio global es de tal dimensión que es una oportunidad inevitable tanto para los gobiernos como para los empresarios; así como para la agenda ciudadana que tiene como valores del fortalecimiento del Estado de Derecho, la justicia y por supuesto el crecimiento económico y financiero del país.
El gobierno de Claudia Sheinbaum en la capital nacional me parece claramente instalado en una posición de colaboración y coordinación, sin contar la comunicación constante con los liderazgos de las cámaras.
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La bancarización y los servicios digitales representan una valiosa oportunidad para reducir los efectos sanitarios y económicos del confinamiento, y de ello y del interés del gobernante dio muestras el acuerdo al respecto de la promoción del CoDi que se presentó el lunes pasado en compañía de Luis Niño de Rivera, presidente de la Asociación de Bancos de México.
Si bien el inicio del CoDi ha sido lento y se podría afirmar que su implementación se tomó con cautela por la gente de a pie, la pandemia es oportunidad para dicha tecnología. La apuesta del ejecutivo local, las cámaras empresariales y las diversas asociaciones, es que el CoDi se convierta en una herramienta indispensable para millones de personas.
Esta carretera gubernamental, empresarial y bancaria forma parte del plan de reactivación económica en la Ciudad de México, el cual podrá condensarse más conforme cambien los colores del semáforo.
El trabajo remoto ha sido el otro plus que ha permitido mantener la actividad de decenas de miles de personas, y entre los actos coordinados se cuentan ciertas medidas para evitar aglomeraciones: horarios escalonados, protocolos, diversificación en fechas de pagos. Si la sociedad civil y toda la iniciativa privada, acompañada por las MiPyMEs, participa en este plan, la economía obtendrá el impulso que requiere sin impactar en la emergencia sanitaria.
* Salvador Guerrero Chiprés es Presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México
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