Esta historia fue publicada en la edición impresa de julio de 2018 de Forbes México. Suscríbete. Por Lucía Pérez Moreno / Jerusalén, Israel La Ciudad Santa se ha mantenido al margen del auge tecnológico del país, pero hay excepciones. Este año, por ejemplo, una pequeña flotilla de vehículos autónomos BMW, con tecnología Mobileye, comenzó a recorrer discretamente sus calles. Los autos tienen cámaras, sensores y radares que toman decisiones sobre, por ejemplo, dónde dar vuelta o cuándo frenar, y colectan información de todo lo que ven en el camino para enviarla a la nube, donde Mobileye mantiene un enorme mapa digital de carreteras. “La industria sabe que estamos empujando los límites”, indica Amnon Shashua, fundador de Mobileye y responsable de este proyecto para Intel. El científico destaca, en una presentación que hizo a comienzos del año ante la prensa, que el reto más grande de este proyecto es mejorar los mapas, pues los que existen no tienen el nivel de detalle que se requiere. En 2017, esta empresa fue adquirida por Intel, el gigante de los microprocesadores, que no sólo busca diversificarse, sino entrar a uno de los negocios más prometedores del futuro. El plan no es vender los autos ni los mapas, sino soluciones plug in que puedan ser conectadas a cualquier vehículo autónomo, desde un estándar hasta una camioneta, para hacerlos autopilotables. Mobileye no siempre estuvo en la primera línea de arranque del vehículo autónomo. Empezó hace 20 años, ofreciendo soluciones inteligentes para descongestionar el tráfico de su ciudad y, luego, se convirtió en proveedor líder de chips inteligentes (sus llamados EyeQ), que se utilizan como sistema de alarma para la prevención de accidentes. Es pionero en el llamado ADAS, sistema avanzado de asistencia al conductor, que sirve para que las cámaras y los sensores de un auto se puedan comunicar con un software especial, el cual le avisa a quien maneja sobre posibles accidentes y, en algunos casos, frena prescindiendo de la decisión de la persona. Te puede interesar: Intel concluye con la compra de la israelí Mobileye

Foto: Mobileye/Reiss Studio.

Mobileye no es dueña de la patente de ADAS, pero sí fue la primera en comercializarla, lo que le dio enormes ventajas competitivas. “La empresa no vendió nada durante ocho años, hasta que dio en el clavo”, dice Mor Gottlieb, directora regional de ventas de Mobileye, Intel. Así pasó de ser una pequeña startup regional a una multinacional proveedora de casi todas las ensambladoras del mundo. “Le vendemos a 25 de las 27 ensambladoras y estamos en cerca de 90% del mercado”, señala Gottlieb. En el mundo, Mobileye ha colocado cerca de 27 millones de chips EyeQ y, aunque hoy en día ya hay otros que ofrecen soluciones como la suya, sigue controlando buena parte del mercado. “Mobileye tuvo ventajas por ser el primero en llegar a este mercado, pero hoy enfrenta una fuerte competencia de Nvidia y de Panasonic”, dice Shane Leonard, CEO de Stockflare. Tesla vs. Mobileye En 2015, Mobileye comenzó a colaborar con Tesla en el proyecto del vehículo autónomo. Hicieron pruebas para la llamada tercera fase de la autonomía (de un total de cinco etapas), en la que el conductor ya puede quitar las manos del volante por un tiempo prolongado. Todo iba bien hasta que, en mayo de 2016, hubo un choque con un Tesla Modelo S que cargaba un sistema de autopiloto EyeQ3 de Mobileye. El auto circulaba alrededor de Miami, pero su visón lateral limitada le impidió ver un camión blanco, al que confundió con la línea de la carretera. El accidente no sólo dio inicio a un fatal conteo de pérdidas humanas en esta naciente industria, sino que provocó el rompimiento de la alianza entre las dos firmas. Las acciones de Mobileye, que llevaban poco tiempo cotizando en el NYSE, resintieron la pérdida de su contrato con Tesla, pero se recuperaron rápidamente, pues, irónicamente, el choque dio más visibilidad a la empresa. Hoy, esta firma va por su quinta edición del EyeQ, con la que está haciendo pruebas de nivel cuatro de autonomía, en el que el auto se maneja solo y el conductor únicamente se mantiene pendiente (aunque hasta puede echarse una siesta). Hacia 2019, habrá en todo el mundo, de acuerdo con Ernesto Pesochinsky, director para América Latina de Mobileye, de Intel, cerca de 100,000 autos circulando con el EyeQ5 de Mobileye. En sus dos décadas de vida, Mobileye ha roto dos grandes marcas: la primera, en 2014, cuando hizo su primera oferta pública en el NYSE y reunió poco más de 900 millones de dólares (mdd), el doble de lo que esperaba; y, la segunda, cuando fue adquirida por Intel a finales de 2017. En ambos casos, los analistas calificaron de excesivo su valor bursátil, considerando sus ingresos y su cada vez más limitada capacidad de innovación, y un entorno con competidores del tamaño de Google o Uber. En 2014, sus acciones salieron al mercado en 17 dólares y, en menos de un año ya valían 60% más. “Nada justifica este valor, pues ni siquiera son dueños de la patente de ADAS, y tampoco tienen contratos de largo plazo”, indicó Citron Reports al evaluar esta empresa en 2015. Pero los accionistas opinaron diferente y la empresa siguió elevando su valor que, por entonces, ya tenía una capitalización de mercado de cerca de 11,000 mdd. En agosto de 2017, volvió a batir récord cuando se convirtió en la empresa mejor vendida en la historia de Israel. Intel, con la que Mobileye ya venía colaborando en el negocio de los chips, pagó 15,300 mdd, es decir 15 veces más de lo que Google desembolsó por Waze (otro gigante de Israel). “Mobileye es una empresa que levanta mucha admiración en Israel”, dice Mor Gottlieb. A quienes tienen dudas sobre este altísimo pago, Intel les contestó que la empresa no podría manejar el cerebro de las soluciones autónomas sin los ojos de Mobileye. Otro factor es su perspectiva de crecimiento. En 2014, la compañía facturó cerca de 150 mdd y, dos años después, 350 mdd, de acuerdo con sus reportes financieros. Este año, Intel anunció la creación de un nuevo grupo de manejo autónomo que estará en Jerusalén. Pesochinsky muestra el terreno donde ya comenzó una gran construcción de Intel, en el barrio de Har Hotzvim. Ahí empezará a funcionar un nuevo centro de innovación para el proyecto del vehículo autónomo, el cual va a triplicar el número de programadores que trabajan para Mobileye, de Intel, en soluciones llamadas “del auto a la nube”. De los chips a las cámaras Además de vender chips, Mobileye inició un pequeño negocio de fabricación de cámaras inteligentes (Mobileye Shield), que se instalan en el parabrisas de los autos para alertar a los conductores sobre posibles riesgos. “El sistema ha permitido predecir en 95% los accidentes de tránsito, ayuda a crear ciudades más seguras”, dice Pesochinsky. Esta cámara se vende en todo el mundo a través de distribuidores (en México tiene un costo aproximado de 800 dólares), y entre su clientela están las empresas de seguros, que las instalan en camiones de carga y autobuses para reducir la siniestralidad. Es a partir de este primer gadget inteligente que los fundadores de Mobileye, Ziv Aviram y Amnon Shashua, decidieron crear otra empresa, la cual nada tiene que ver con los autos. En 2010, nace OrCam, dedicada a fabricar cámaras inteligentes para discapacitados visuales. El arranque de esta empresa ha sido lento, lo que no parece entorpecer sus planes de investigación y desarrollo.

Un país con jutzpá

El libro Start-up Nation atribuye el milagro económico de Israel al servicio militar obligatorio. En el ejército, los jóvenes tienen su primer contacto con la tecnología más sofisticada del país, sobre todo los que son enviados a la unidad 8200, donde se involucran con la ciberseguridad, la Inteligencia Artificial y el procesamiento de la imagen. “Los proyectos militares son nuestra principal fuente de conocimiento”, dice a Forbes México, Izidor Gershcovith, director general de We Go Vision, una startup de soluciones peatonales, a través de la Inteligencia Artificial, para personas con discapacidad visual. Pero el éxito del país no radica sólo en el jutzpá (la audacia) que desarrollan los jóvenes en el ejército, sino en los apoyos que existen para llevar a cabo los proyectos. Hace tres décadas, cuando llegaron a Israel oleadas de ciudadanos de las ex repúblicas soviéticas, el gobierno abrió varios fondos de inversión para animarlos a emprender, lo que se sumó a los llamados yozmas, fondos privados de capital de riesgo, que permitieron a empresas como Mobileye, OrCam, Waze, Taboola y Wix, operar durante años sin generar ingresos. “Ser una startup en Israel ayuda mucho porque reciben apoyos”, reconoce Idan Meir, cofundador de RightHear, empresa de dispositivos de audio en espacios públicos para ayudar a los ciegos a orientarse.
El año pasado, OrCam vendió 3% de sus acciones por 30 mdd, con lo que espera seguir adelante con sus algoritmos inteligentes, pero también preparar su salida al mercado accionario. “El dinero no es un problema para nosotros”, reconoce Matan Bar-Noy, director de desarrollo de negocios de OrCam. Al igual que Movileye, esta empresa busca ser la primera en llegar a un mercado de gran potencial, el de los smart wearables que, según los gurús tecnológicos, invadirán nuestra vida cotidiana dentro de unos cuantos años. OrCam empezó con un capital semilla de 250,000 dólares y ya está valuada en casi 1,000 mdd, aun cuando sus ventas son de apenas 10 millones y sus estados financieros muestran pérdidas. Su producto estrella, MyEye, es un dispositivo inteligente que, por ahora, no tiene competencia. “Es único. No he visto nada igual en otras ferias”, reconoce Werner Pohl, periodista alemán especializado en tecnología para discapacitados. La siguiente parada de OrCam es terminar de diseñar MyMe, que no es sino un organizador personal inteligente que puede, entre otras cosas, reconocer rostros, organizar citas, recordar pendientes, extraer información de redes sociales y avisar, incluso, si el interlocutor está de mal humor. Te puede interesar: ¿Por qué compró Intel a Mobileye, la empresa que rompió con Tesla?

Hacia 2019, en el mundo habrá cerca de 100,000 autos circulando con el eyeq5 de mobileye: Ernesto Pesochinsky, director para América Latina de Mobileye, de Intel. Foto: Mobileye.

El dispositivo ya fue presentado, aunque todavía no está a la venta. “Esta tecnología es infinita y no sabemos hasta dónde podrá llegar”, señaló el año pasado Ziv Aviram, ceo de la empresa, al considerar que OrCam tiene mayor potencial que Mobileye, debido a que puede ser útil en muchos nichos de mercado. De acuerdo con el estudio “Inteligencia de las máquinas: la tecnología que imita la cognición humana para crear valor”, esta industria podría valer hasta 30,000 mdd en 2025. Tanto OrCam como Mobileye han llevado la Inteligencia Artificial a nuevas alturas. Amnon Shashua y Ziv Aviram, ya no solamente le apuestan a la ciencia, sino también a crear dispositivos que se puedan vender por millones en todo el mundo. OrCam ha comenzado su proceso de internacionalización y pronto estará en México. Mobileye ya está en todo el mundo y su apuesta es instalar sus sistemas de autopiloto en miles de autos. Ambas empresas son una clara muestra de que a Jerusalén no únicamente se viene a rezar.

La pareja perfecta

Tel Aviv- La convención anual de Access Israel es donde cada año se exhibe lo último de la tecnología para la discapacidad. Este año, Orcam, creada en 2010 por Amnon Shashua y Ziv Aviram, presentó la segunda edición de MyEye, la primera cámara inteligente del tamaño de una USB que lee todo lo que se encuentra a su paso. Este smart wearable escanea periódicos, libros, menús, señalizaciones, nombres de calles, reconoce caras, colores, dinero y miles de códigos de barras que le facilitan la vida a las personas ciegas o débiles visuales. El gadget se activa con la mano y comienza a traducir a audio en tiempo real todo lo que lee. “Es una empresa increíblemente innovadora”, dice James Thurston, vicepresidente de G3ict, organización que trabaja por la inclusión de tecnologías en el mundo de los discapacitados. Su tecnología, basada en el machine learning -enseñanza a las máquinas a procesar información de forma independiente- es muy similar a la de Mobileye, aunque los algoritmos son distintos. “Somos la empresa que más programadores tiene para desarrollar un solo dispositivo”, dice Matan Noy, director de negocios de OrCam. Entre la primera y la segunda versión de MyEye, lanzadas al mercado con dos años de diferencia, hay mejorías en el diseño, peso, memoria, desempeño de la batería y reconocimiento facial, lo que no significa que esté cerca de reemplazar a un perro guía, pues el dispositivo no sirve para orientar a los ciegos en la calle. “Si te cruzas con un árbol o te tropiezas con un hoyo, no lo podrá leer”, dice Dimitri, un ciego que se lo probó durante la convención de Access Israel. El reto de la empresa es conectar su dispositivo a un geolocalizador que le traduzca, paso a paso, todo lo que ve a su alrededor, lo que por ahora es una meta inalcanzable por cuestión de espacio y de batería. Otro de los grandes impedimentos para detonar sus ventas es su precio de 4,500 dólares. Su mercado actual es Israel y parte de Estados Unidos, pero este año Orcam ha lanzado su versión en español, que ya puso a la venta en España y en América Latina. Su siguiente parada son los mercados chino y coreano.

 

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