En las últimas tres semanas las calificadoras de riesgos Standard & Poor’s y Fitch Ratings revisaron de negativa a estable la perspectiva de la calificación soberana de México ante la reducción de riesgos en materia de deuda pública. Al confirmar los ratings asignados, en moneda extranjera de largo y corto plazos en escala global de BBB+ y A-2 respectivamente, y en moneda local de largo y corto plazos en escala global de A y A-1, S&P dio cuenta de la “reacción pronta y eficaz de las autoridades y fiscales” para que las obligaciones a cargo del sector público sean manejables. Durante el primer semestre de 2017, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) indicó que la deuda pública era de 9.30 billones de pesos y en el mismo periodo de 2016 este monto ascendió a 8.85 billones de pesos, es decir, una diferencia de 454,020 millones. Este saldo está en línea con el proceso de consolidación fiscal, el cual tiene el objetivo de disminuir el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP), la medida más amplia de la deuda pública, de 50.2% del PIB al cierre de 2016 a 49.5% antes de considerar el efecto del Remanente de Operación del Banco de México (ROBM) recibido en 2017 por 321 mil 653.3 millones de pesos, y de 48% del PIB ya considerándolo. Con el objetivo de reducir el endeudamiento del Gobierno Federal, en mayo de este año se llevó a cabo una operación de recompra de valores gubernamentales en el mercado local por un monto de 40 mil millones de pesos para suavizar el perfil de amortizaciones del Gobierno Federal y reducir el monto de la deuda pública bruta. Esta operación también contempló la recompra de Bonos a Tasa Fija con vencimientos entre 2018 y 2019, disminuyendo así las necesidades de financiamiento para estos años. El SHRFSP se ubicó en 2012, al inicio de la administración de Enrique Peña Nieto, en 37% del PIB, cuatro años más tarde la medida más amplia de la deuda pública ascendió a 50.1% del PIB. En opinión de Roberto Rosales, coordinador de Investigación del Museo Interactivo de Economía (MIDE), se han tomado las medidas necesarias para evitar que la deuda se dispare pese a la presencia de dos elementos que podrían detonarla: la depreciación cambiaria y el lento crecimiento económico del país. “Gran parte de la deuda está contratada en dólares. Se estima que el saldo histórico de los requerimientos financieros del sector públicos crecería alrededor de 4 puntos porcentuales del PIB simplemente por la depreciación cambiaria. Pudimos ver en esta etapa la volatilidad del tipo de cambio, ahí se altera la dinámica de la razón del PIB deuda”, advirtió el académico. Será a partir de este año que los niveles de la deuda empiecen a reducirse, ante la pausa de la devaluación del peso y el avance lento de la economía mexicana. “En este sexenio observamos un incremento relativo, pero más que este nivel óptimo adecuado, la capacidad de pago es importante. Según datos de la OCDE, México tiene 50.5% del PIB, entonces es más bien la capacidad de pago que puedas tener. Hace algunos días una de las calificadoras quitó la nota de negativa a estable, si bien es cierto que se incrementó de manera importante al sexenio, también lo es que se han tomado las medidas necesarias para evitar que se agrave este problema”, detalló.

 

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