Por Máximo Santos Miranda*

El sector bancario viene transformándose desde hace décadas y aunque los cambios que ha experimentado no han sido pocos, no son nada en comparación con los grandes desafíos a los que se enfrenta en los próximos lustros. La relación futura entre los bancos o mejor dicho entre los futuros proveedores de servicios financieros y los clientes va a ser completamente diferente a la que existía hace apenas 10 años. La tendencia es que ésta relación será totalmente personalizada y el proveedor de servicios financieros o el banco del futuro tendrá que diseñar productos a medida de cada uno de sus clientes. Ello será así gracias a las mejoras tecnológicas que se están desarrollando, a la demanda de una clientela que quiere un trato diferenciado en función de su perfil e intereses y a la entrada de nuevos actores en un mercado que tradicionalmente ha sido dominado de forma casi absoluta por lo que podemos denominar banca tradicional.

Internet supuso una revolución para el sector bancario ya que, por una parte, surgieron en el mundo bancos cuyo canal de interlocución principal con el cliente era la red y, por otra parte, porque todos los bancos tuvieron que construir este canal como una forma de comunicación adicional a la de las tradicionales oficinas bancarias. Internet permitía que los usuarios pudieran operar con su banco a cualquier hora del día todos los días del año, suponía que ya no era necesario desplazarse a la oficina física para realizar gestiones y en la mayoría de los casos una rebaja en lo que a comisiones se refiere o unas condiciones financieramente mejores que las que se ofrecían por los canales de distribución tradicionales. Si bien para el desarrollo de la banca por internet los bancos cometieron muchos errores y también muchos aciertos, la red se convirtió en un canal de distribución en el que la banca debía estar o ya habría desaparecido. Sin embargo, en la actualidad nos estamos encontrando con nuevos elementos que hacen que la banca deba reinventarse si ésta no quiere desaparecer en favor de nuevos actores y de nuevas tecnologías que están apareciendo en el mercado.

En primer lugar, tenemos que partir de la base que hoy en día ya existe una generación de nativos digitales para los que no se concibe la interlocución con canales que no sean exclusivamente digitales. En segundo lugar, la tecnología esta experimentado un desarrollo exponencial en estos últimos años y su potencialidad es tan grande que sólo cabe adaptarse y adelantarse a estos cambios o desaparecer. En tercer lugar, en estos últimos años están irrumpiendo en el mercado con fuerza nuevos actores que amenazan con, al menos, sustraer una gran parte de lo que tradicionalmente ha venido siendo el negocio bancario.

Centrándome en este último punto, es de destacar la tremenda amenaza que suponen para los bancos tradicionales los gigantes de internet como Google, Apple o Amazon. Estas empresas saben lo que gusta a sus millones de usuarios, cuentan con todos sus datos, conocen su perfil profesional, sus actividades… El que estos gigantes pasen a ofrecer productos financieros es sólo cuestión de tiempo y la banca tradicional lo sabe. En estos momentos los bancos no tienen claro cómo responder a esta potente amenaza, especialmente porque muchos de estos gigantes de internet cuentan con más simpatía entre sus usuarios que una banca tradicional que ha visto como su reputación se desplomaba tras la última gran crisis financiera.

Sin embargo, la banca tradicional se enfrenta a otros nuevos enemigos. Este es el caso de las Fintechs, unas empresas tecnológicas que poco a poco se van haciendo un hueco en el mercado y con ello van erosionando los resultados de los bancos. Estas empresas tienen tres grandes puntos a su favor: la tecnología disruptiva, la creación de productos totalmente nuevos y una estructura de costes notablemente inferior a la de los bancos. La reacción inicial de los bancos ante su aparición fue la de pensar que su recorrido era escaso. Posteriormente y al darse cuenta de su error, decidieron colaborar con ellas, como es el caso del reciente acuerdo estratégico que la Fintech especializada en divisas Kantox firmó con BNP o también optaron por comprar o crear sus propias Fintech. Sin embargo, es muy difícil saber en estos momentos dentro del dinámico ecosistema de las Fintechs cuales de la gran oferta presente y futura que existe en el mercado serán verdaderamente viables y cuales no.  Su viabilidad depende de múltiples factores y en estos momentos resulta muy complejo para los bancos saber en cuales deberían centrarse.

Otro enemigo de la banca tradicional que se esta abriendo paso es el de las grandes empresas de telecomunicaciones. Al igual que los gigantes de internet, estas empresas tienen una gran cantidad de nuestros datos y la venta de productos financieros, como un apartado más de su catálogo de servicios, debería ser relativamente sencillo. En África, donde el desarrollo de los sistemas bancarios tradicionales ha sido escaso, son las compañías de telecomunicaciones las que se están haciendo con el mercado de pagos o de depósitos.

La tecnología y la aparición de nuevos modelos de negocio basados en ella, propiciará que esta lista de competidores de la banca tradicional se amplíe en los próximos años. Los bancos tendrán que reinventarse si quieren sobrevivir y lo tendrán que hacer rápido porque el desarrollo de la tecnología es tan acelerado que los cambios se suceden en cuestión de unas pocas semanas. Este último punto, la velocidad de los ajustes, es otro de los grandes handicaps con los que se enfrenta la banca tradicional, ya que los grandes bancos están dotados de estructuras muy pesadas, lo que hace que les resulte complejo encontrar la necesaria flexibilidad y rapidez de respuesta que demanda el entorno financiero contemporáneo.

  *Doctor en Economía y experto en temas de banca, finanzas y hacienda. Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.
 

 

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