Por: Benjamín Alemán Castilla y Karla Cuilty Esquivel

Durante el periodo de pandemia, el mercado laboral mexicano enfrentó una fuerte crisis que afectó en especial a las mujeres y los jóvenes. Por ese motivo, el Centro de Investigación de la Mujer en la Alta Dirección, de IPADE Business School, en colaboración con GENTERA, llevó a cabo la investigación “Trabajo decente en México 2005-2022: Un análisis con perspectiva de género” para conocer si los retos de la pandemia han sido superados. 

El Trabajo Decente es uno de los 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. En términos generales, estos objetivos buscan poner fin a la pobreza, proteger el planeta, así como mejorar la vida y perspectivas de las personas a nivel mundial. Sin duda, el trabajo decente es un componente esencial para alcanzarlos.

En los últimos años, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) desarrolló una metodología para evaluar el estado que guarda el trabajo decente en cada uno de los países miembros. Su marco de referencia contempla diez elementos sustantivos, como son la seguridad social, los salarios adecuados, o la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, entre otros. Nuestra investigación se basa en la generación de 16 indicadores con frecuencia anual desde el 2005 al 2022, así como 14 brechas de género relacionadas. 

En varios de estos indicadores se observa un retorno a las condiciones prepandemia en el mercado laboral mexicano. Dentro de los resultados positivos, se tiene que la presencia de las mujeres en alta y media dirección ha mantenido una tendencia creciente a lo largo del periodo de análisis, lo que se traduce en un aumento de 10.6 puntos porcentuales en la participación de las mujeres en este tipo de puestos (38.6% en el 2022). Este indicador no se redujo significativamente durante la pandemia. Asimismo, a partir del 2014 se observa también una menor segregación entre mujeres y hombres en las distintas ocupaciones de la economía. 

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Por otra parte, la relación empleo-población sigue una tendencia creciente para las mujeres y la brecha de género se ha cerrado. A pesar de ello, las cifras a 2022 indican que aún estamos lejos de la igualdad en la incorporación laboral de mujeres y hombres. La tasa de desempleo ha regresado a los niveles prepandemia y ha sido similar entre hombres y mujeres desde el 2013. En contraste, el empleo informal aún se encuentra en niveles más elevados, afectando desproporcionadamente a las mujeres y a los trabajadores más jóvenes.

Sin duda, uno de los mayores desafíos para nuestro país es la pobreza laboral, que ha aumentado a una tasa media anual de crecimiento de 2% en los últimos 18 años. Esta condición afecta por igual a mujeres y hombres. En este mismo sentido, la proporción de trabajadores con salarios relativamente bajos (por debajo de 2/3 de la mediana de los salarios en la economía) presenta también una tendencia creciente de 0.8% promedio anual. No es sorpresa que las mujeres obtienen salarios más bajos con mayor frecuencia que los hombres, pero la brecha ha tendido a cerrarse de forma gradual.

La pobreza laboral viene acompañada de una proporción de jornadas laborales excesivas que no ha mostrado señales de disminuir en las últimas dos décadas. Los hombres tienen jornadas excesivas con mayor frecuencia que las mujeres, mientras que ellas tienen 8 horas menos de tiempo libre a la semana, principalmente por labores domésticas o de cuidado. Aunque la brecha de tiempo libre entre hombres y mujeres se ha ido cerrando, persiste una baja inclusión de los varones en labores del hogar. 

Otro aspecto preocupante es la proporción de 18.1% de jóvenes entre 15 y 24 años de edad que no estudiaban, trabajaban ni se capacitaban en el año 2022. Al desglosarlo por sexo, tenemos que 26.3% de las mujeres estaban en esta condición, dato casi 3 veces superior al de los hombres. Este resultado contrasta con el del trabajo infantil, que suele afectar más a los niños que a las niñas (17.9% vs 7.6% en 2022, respectivamente).

Por último, habría que mencionar que la cobertura de seguridad social presenta una tendencia creciente en hombres y mujeres, aunque la proporción de las mujeres con seguridad social es típicamente mayor a la de los hombres. Caso distinto al de la afiliación sindical, la cual si bien también registra una mayor proporción femenina que masculina, ha tendido a disminuir en general, como ocurre en otros países.

Los retos coyunturales de la pandemia en el mercado laboral parecen haber sido superados. No obstante, es necesario enfocarse en reducir la pobreza laboral e impulsar la equidad en las edades tempranas, para avanzar más decididamente en materia de trabajo decente e incrementar con ello las posibilidades de cumplir con los ODS en la fecha establecida.  

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Contacto:

* Profesor de Entorno Económico del IPADE Business School.

**Investigadora Senior del Centro de Investigación de la Mujer en la Alta Dirección del IPADE Business School.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México

 

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