Por: Jordi Soler

La industria de los esports sigue su particular camino hacia la profesionalización, en un desarrollo que a nivel internacional viaja a distintas velocidades. En Latinoamérica ese viaje se inició mucho más tarde que en otros lugares como en Asia, de ahí que exista tanta distancia entre ambas regiones en asuntos tan importantes como las audiencias o la inversión de patrocinadores.

Latinoamérica vive un momento clave con la reestructuración del ecosistema profesional de League of Legends, el famoso LoL, el videojuego de competición más importante del mundo. Con el objetivo de avanzar en dicha profesionalización, recientemente LVP (GRUP MEDIAPRO) y Riot Games pusieron en marcha las Ligas Regionales que en el Norte reúnen a los mejores equipos de México, Centroamérica y Caribe, Ecuador y Colombia; y en el Sur a los mejores representantes de Argentina, Chile y Perú. En total, 20 equipos profesionales que a partir de 2024 pelearán por acceder a la LLA (Liga Latinoamérica de League of Legends), la competición más importante del continente, conectando las dos principales ligas de la región.    

En ese sentido, las ligas regionales son una respuesta a algunas de las peticiones históricas de la comunidad de League of Legends y permitirán mejorar el nivel competitivo de Latinoamérica, dar mayor estabilidad al ecosistema para marcas y aficionados, generar nuevas historias entre equipos y comunidades y, en definitiva, tejer un sector más sólido y perdurable en el tiempo. Además, ambas competiciones contarán con finales presenciales, que suele ser el punto de encuentro entre los principales actores del ecosistema y el cierre a la temporada deportiva. La del Sur se jugará en Argentina y la de Norte será en México el 19 de agosto. 

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Cabe destacar que League of Legends no es el único videojuego de competición que opta por un modelo regional. Free Fire, el battle royale para móviles de Garena, hace tiempo que cuenta con un circuito profesional definido por regiones: Retadores Norte y Retadores Sur,  son el segundo escalón del competitivo de Latinoamérica por debajo de la Free Fire League. Sucede lo mismo con el VALORANT, que en este caso cuenta con tres regiones: Challengers Norte y Challengers Sur, además de Brasil, que por tradición en shooters y grado de profesionalización tiene su propia liga.

Con la regionalización de las competiciones como Norte y Sur se logran varios objetivos. Por un lado, se potencia a los clubs que tienen mejores expectativas en cuanto a modelo de negocio y relación con los fans (la selección de estos ha sido a través de postulaciones abiertas, además de los campeones de las ligas locales, que obtuvieron el pase a las nuevas ligas si cumplían condiciones). Por el otro, se logra dar visibilidad supranacional a los clubes y a la competición per se, ya que se crearán nuevas narrativas de contienda entre los equipos participantes, que son de diferentes países; sin olvidar que el fenómeno fan puede traspasar fronteras. Todo ello repercute en los equipos, que podrán optar a mayor visibilidad y, por tanto, mayores recursos en cuanto a patrocinio que deberían revertir en los propios equipos (staff, jugadores, etc.). Una rueda que, de girar correctamente, potenciará la profesionalización del sector de los esports.  

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Contacto:

Jordi Soler, director general de LVP

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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