Hay quienes dudan sobre el poder de las tasas de interés para determinar el valor de las monedas. Los mercados agregan demasiada información, y múltiples narrativas se pueden acomodar al gusto de quienes siguen los movimientos diarios de los instrumentos financieros.

A principios de 2016, tuve la oportunidad de visitar Banco de México (Banxico) junto con varios inversionistas globales como parte de un viaje organizado por un banco suizo; el dólar acababa de tocar un nuevo máximo histórico, 18 pesos por dólar. Habíamos vivido una depreciación acumulada del 33% del valor de nuestra moneda en menos de 3 años, pasando de 12 a 18 pesos el precio del dólar. Tuvimos una plática con uno de los principales directores operativos de la Institución, y en un momento de frustración, abiertamente nos preguntó… ¿Ustedes por qué creen que la moneda se sigue depreciando?

Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed), continuamente repite que los banqueros centrales cometen y seguirán cometiendo errores porque toman decisiones en tiempo real con información retrasada que aparte se continúa ajustando múltiples veces. El producto interno bruto de Estados Unidos, por ejemplo, llega a tener ajustes años después de ser publicado. Por más que se quiera mecanizar el estudio de la economía, en repetidas ocasiones la mejor herramienta es el sentido común.

En respuesta a la pregunta hecha por el directivo de Banxico, y con el fiel amigo beneficio de la retrospectiva, podemos ver que en esos momentos de incertidumbre por la desaceleración China y la consecuente caída de los precios del petróleo entre 2014 y 2016, México tenía la menor tasa de referencia de su historia. Llegamos a tener un 3% de tasa de interés, tan solo 2.75% más que la tasa de referencia estadounidense. Desde ahí, los aumentos en tasa de referencia ya no siguieron a la Fed, que estuvo aumentando en escalones de 0.25% mientras que Banxico subía 0.50% su tasa hasta llegar al 6.25% para luego seguir subiéndola en escalones de 0.25% hasta igualar el máximo histórico previo de 8.25% en diciembre del 2018. Eso mientras que la Fed tan solo llegó al 2.50% en ese episodio. El diferencial se duplicó. Aunque después las tasas bajarían durante la crisis por Covid-19, nunca volvimos a ver un diferencial de 2.75%.

En crisis es muy claro el mecanismo en acción; Rusia el mejor ejemplo. Posterior al estallido de la guerra que provocó su aislamiento económico, el rublo, su moneda, sufrió una depreciación de 50% en menos de un mes. ¿El arma defensiva? Las tasas de interés. El banco central ruso aumentó sus tasas de 9.5% a 20% en un movimiento de emergencia. Para junio, el rublo no solamente había recuperado toda la depreciación, sino que estaba 40% más fuerte que antes del inicio de la guerra. Sanciones, aislamiento, riesgo, resentimiento, crisis, guerra… Todo doblegado ante el poder de las tasas de interés en un contexto de buena salud fiscal por los altos precios del petróleo y el bajo endeudamiento ruso. Seguridad en el repago del capital.

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Esa seguridad de repago por el bajo endeudamiento mexicano da mucha seguridad a los inversionistas globales, quienes vienen a ganarse una tasa de 11.25% libre de riesgo. Pero mientras que la Reserva Federal remarca que faltan alzas de tasa, este jueves Banxico enfatizó que es prematuro pensar en recortes; parece que el ciclo restrictivo definitivamente llegó a su fin. Con ello seguirá contrayéndose el diferencial de tasas.

¿Por qué estaba el peso tan débil en 2016 y por qué está tan fuerte hoy? Dos preguntas con una misma respuesta principal…

Las tasas de interés.

*José Segarra es Presidente de la CFA Society México. Ha gestionado portafolios de inversión de hasta 16 mil millones de dólares y hoy en día se enfoca en brindar asesoría financiera y ejecutar eventos corporativos como levantamientos de capital, fusiones y adquisiciones para empresas de industrias diversas.

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