Los economistas decimos que una economía ha entrado o se encuentra en recesión cuando esta registra dos trimestres consecutivos en los que su PIB se contrae. Es decir, cuando vemos que, analizando la evolución del PIB, hay dos trimestres consecutivos en los que la economía (como decíamos, el PIB) no crece, sino que cae. Y es que podemos llamar recesión a toda situación en la que el PIB se estanca o se contrae, pero las condiciones para determinar si una economía está en recesión, o no, están ya muy definidas por los expertos.

Por esta razón, cuando hablamos de una recesión técnica, que es como denominan los economistas a este fenómeno que vive el ciclo económico, hablamos de una economía que ha experimentado caídas en el PIB durante dos trimestres consecutivos. Por lo que, de darse una situación en la que la evolución del PIB es negativa, y de mantenerse esta situación, al menos, 6 meses, diremos que la economía está en recesión o recesión técnica. Un fenómeno que, como muestran los expertos y como analizamos esta semana en la columna, debemos atender seriamente ante lo que supone semejante aviso.

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Con todo, hay que decir que en la columna de esta semana íbamos a tratar, como dijimos en la pasada, las oportunidades que se presentaban para la economía mexicana ante una reconfiguración de las distintas cadenas de valor que se encuentran repartidas por el mundo. Sin embargo, no podemos prestar atención a semejante suceso, es decir, a esa reconfiguración, ante lo que hemos conocido en las últimas horas, en las que el INEGI ha publicado el ritmo de crecimiento de la economía mexicana y, por ende, la tendencia que muestra esta desde hace meses. 

Así, debemos saber que, pese a que la economía mexicana se recupera, estamos ante una economía que, a la luz de los datos y a ojos de los economistas, se encuentra en una recesión técnica. La contracción registrada durante el tercer trimestre, sumada a un nuevo estancamiento del PIB en el último trimestre del año, han hecho que la economía mexicana hoy se encuentre, de nuevo, en recesión. Y sí, digo “de nuevo” por el hecho de que esta misma economía, justo antes de que llegase la pandemia (en 2019), se veía inmersa en otra recesión técnica; recesión de la que no llegó a salir, dicho sea de paso, por el hecho de que meses más tarde llegaba la pandemia.

Con los datos en la mano, la economía mexicana comenzó el año con un crecimiento muy acelerado. Los estímulos aplicados por su vecino, los Estados Unidos, sumado a un buen comportamiento de las exportaciones, la demanda interna, entre otros factores, permitieron al país comenzar la recuperación con crecimientos que superaban el 6%. Además, hay que decir que este crecimiento estuvo presente, como poco, durante cuatro trimestres consecutivos en los que la economía azteca no dejó de crecer.

No obstante, conforme iban pasando los meses, la fragilidad de los estímulos ofrecidos por México, que no superaban el 1% del PIB, sumado a un comportamiento de la inflación que obligó al país a aplicar restricciones al crédito y a retirar estímulos, fue apagando el crecimiento de esta economía, que acabó contrayéndose durante el tercer trimestre de 2021. Para que nos hagamos una idea, hablamos de una historia que termina, o que comienza, con una contracción del 0,4%, la cual dejaba a México en una situación muy delicada y a los analistas, ante la creciente inflación, hablando sobre la temida esta inflación que podría estar viviendo en el país.

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Sin embargo, lo peor estaba por llegar. Pese a que pasaban los meses, la inflación no remitía, a la vez que la economía continuaba desacelerándose cada vez más intensamente. Una situación que, finalmente, ha acabado provocando en el país mexicano una contracción económica del 0,1% durante el cuarto trimestre, tal y como confirma el INEGI. Dos contracciones que, atendiendo a esa definición que hacía al inicio, sitúan a México en recesión técnica; justo en un momento en el que, además, el FMI augura un futuro repleto de sombras para la economía mexicana en los próximos meses.

Por lo tanto, pese a que tengamos que contrastar otros indicadores macro de gran relevancia, como el empleo, una recesión técnica, como sabemos, es en economía un aviso de que la economía está experimentando un estancamiento o una desaceleración pronunciada y generalizada de la actividad económica. En otras palabras, podría anticipar la llegada de una posible recesión. Teniendo en cuenta que la economía lucha por recuperarse, no es muy conveniente que esto ocurriese en la segunda economía de la región.

En conclusión, considero relevante desplazar la columna de estos días a la que viene, en la que veremos las posibilidades que comentaba la semana pasada, con el fin de tomar conciencia la necesidad de no seguir obsesionados con los indicadores y los pronósticos, a la vez que el Gobierno se pone a trabajar en las reformas estructurales que precisa el país y en atraer de nuevo la inversión. Pues las nubes ya sobrevuelan México, y el chaparrón está por llegar más pronto que tarde. ¡Preparemos el paraguas!

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