Hace menos de un mes, en esta misma columna, analizábamos la recesión económica que los analistas proyectaban para la economía estadounidense, así como el nuevo escenario previsto en un entorno en el que los bancos centrales pretenden seguir “poniendo toda la carne en el asador” para alcanzar la estabilidad de precios. Y en esta línea, analizamos el papel estratégico de México para la economía norteamericana, así como los fuertes vínculos que unen y, por ende, condicionan a estas dos economías.

Pero, antes de nada, hay que decir que, comenzando con el principio, es preciso hacer un breve análisis sobre la situación en la que nos encontramos para, posteriormente, ver hacia dónde vamos.

En este sentido, hay que decir que…

Tras una actuación de la Reserva Federal (por sus siglas en inglés, FED) en la que predominaban los halcones monetarios, la economía norteamericana comenzó a desacelerarse, viviendo esta un enfriamiento que, como advirtió el Fondo Monetario Internacional (por sus siglas, FMI), pretendía tensar la cuerda más de lo esperado a final de año y a principios del que viene. Y la confirmación de que esto que comentamos será así la encontramos en una reunión en Jackson Hole en la que Powell, el presidente de la FED, advirtió de que la prioridad es alcanzar la estabilidad de precios y cualquier medio, por daño que provoque a las familias, está justificado si sirve para alcanzar el fin.

Esta actuación que mencionamos, teniendo en cuenta las políticas precisas para combatir dicho fenómeno, está frenando a la economía norteamericana. En otras palabras, frenar la inflación es una tarea imposible si antes no frenamos el crecimiento económico, y es por ello por lo que hablamos de recesión, pues las subidas de tipos que se están aplicando, así como todo lo relativo a la nueva tendencia que pretende seguir la política monetaria en un escenario en el que la inflación no remite, están acabando con un crecimiento económico que, como muestran los indicadores económicos, es cada vez más débil.

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Hoy, la economía sigue esa tendencia a nivel global, y la desaceleración, teniendo en cuenta la última actuación del Banco Central Europeo (por sus siglas, BCE), comienza a generalizarse en todo el planeta. Una desaceleración que comienza a extenderse por todas las economías, reajustando los distintos cuadros macroeconómicos de las economías que van contagiándose. Y es que debemos señalar que, en una economía globalizada y en la que las economías son interdependientes entre sí, una recesión económica, aun comenzando en los Estados Unidos, puede acabar contagiando a otras economías, y teniendo en cuenta esos vínculos que mencionábamos arriba, debemos estar muy pendientes de economías que, como México, se encuentran muy expuestas.

El comercio exterior, la industria auxiliar norteamericana que se instala en suelo azteca, la inversión extranjera directa que llega al país, las propias remesas… Muchos son los vínculos que unen a la economía norteamericana con la economía azteca. Y al igual que estos vínculos ayudan a la economía azteca en momentos de bonanza, le perjudican en momentos en los que la economía emisora, es decir, la que cuenta con el capital, no atraviesa un buen momento. En otras palabras y como lo definen los economistas, se produce un efecto contagio que acaba lastrando a la economía vecina.

Y esto mismo, que venimos comentando desde hace tiempo, hoy también lo señalan los analistas de la agencia Moody’s. Pues hay que decir que la economía mexicana se ha expandido durante el segundo semestre del año, pero hemos de señalar que las previsiones para los próximos ejercicios siguen reajustándose a la baja, y el año 2023 podría ser muy difícil para una economía que, no habiéndose recuperado del shock que supuso la pandemia, podría seguir pasándolo mal, más tiempo. Una situación de la que, en conclusión, debemos estar muy pendientes.

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