Los analistas califican la tendencia de nearshoring como una oportunidad única, excepcional, definitiva para el desarrollo, el bienestar y estabilidad de la economía mexicana. Los datos son concretos y estimulantes: se estima que las exportaciones podrían duplicarse; se augura un aumento del PIB (particularmente detonado por el sector manufacturero) unos 50 mil millones de dólares en inversión extranjera, más de un millón de empleos formales, tecnologías, modernización, derrama económica, ingresos en impuestos estatales, locales y federales.

Empresas de todos los ramos: alimentos, farmacéutico, cosméticos, automotriz, componentes eléctricos, manufacturas, centros comerciales, hotelería, corporativos, centros educativos, hospitales, hoteles, laboratorios, residenciales, vivienda todos manifiestan interés en el país al mismo tiempo que levantan la ceja para revisar el diagnóstico país.

En efecto, una coyuntura muy favorable. Sin embargo, en riesgo debido a que ninguna industria ni sector productivo puede progresar sin agua ni energía. Ante la problemática, deficiencias estructurales y escasez que experimenta México en ambos sectores resulta para los líderes y organizaciones empresariales muy preocupante que tales beneficios puedan buscar una mejor ubicación.

Y es que ya no existe país ni región a salvo de sequías, olas de calor, incendios forestales, tormentas, tornados, inundaciones, desertificación y/o falta de agua; la situación es extrema y la urgencia por encontrar soluciones ahora si está ejerciendo una enorme presión sobre empresas y la infraestructura existente.  

Por el lado de la energía, los apagones y los paros productivos ya son valuados en varias decenas de millones de dólares y la perspectiva no ve soluciones en el corto plazo. por supuesto ni que decir de la indolencia y negación gubernamental para la que tales problemas simplemente no existen.

Por si fuera poco, las redes de distribución y logística están en manos del crimen organizado, no hay zona ni carretera segura, seguimos sumando gastos y más gastos, complicaciones, retrasos, aumento de precios, escasez, muchos nudos que amenazan con asfixiar a las compañías establecidas y que ahuyentan a cualquier nuevo inversionista.

Las medidas a tomar adquieren entonces un sentido crítico y crucial si es que se quiere impulsar las condiciones mínimas para exprimir al máximo el nearshoring. Los desafíos están no a la puerta de la esquina; sino que ya nos rebasaron. La emergencia climática trae consigo múltiples frentes de contingencias: es necesario reaccionar ante los desastres naturales globales, convergentes y recurrentes.

Es urgente imponer los sistemas de reciclamiento y tratamiento de aguas negras para su reutilización y reciclaje inmediato. Usar las tecnologías más disruptivas que pueden revitalizar el agua y ponerle un freno al saqueo indiscriminado de las fuentes naturales en grave riesgo.

Ya hemos mencionado antes el amplio arsenal con el que se cuenta. Urgen en México nuevas plantas desalinizadoras (sin químicos, sustentables, eficientes y de última generación) cada parque industrial debería estar equipado con un sistema de reciclaje autónomo alimentado por energía limpia, capaz de colectar, procesar y reutilizar desechos sólidos, llegar a la norma de cero desperdicios y obligatoriamente reciclar la totalidad del agua utilizada.

La inteligencia artificial, los nanomateriales, todo un grupo de nuevos procesos de ionización, ultrafiltración, colisión sónica, recomposición magnética, colisión por vórtice, están disponibles es hora de aprovechar y migrar a esas actualizaciones y dejar atrás los obsoletos, contaminantes modelos que se usan.

Por el lado, el sector eléctrico enfrenta tremendos desafíos, comenzando con la creciente frecuencia de efectos indeseados de los eventos climáticos extremos (tormentas, sequías, inundaciones, cortes). Las empresas actuales y las que lleguen tendrán que invertir y utilizar sistemas de generación y uso que les permitan la independencia, estabilidad y seguridad para atender una demanda creciente y exponencial en el corto plazo.

Se plantea también la migración a energías renovables, limpias, como única opción viable, es decir además de aprovechar el momento tenemos que cambiar el modelo productivo, completamente, de raíz, con transformaciones y ajustes profundos en transmisión, distribución y almacenamiento.

Súmenle a eso las necesidades derivadas del uso de gadgets, internet de las cosas, sistemas, maquinaria, equipo, vehículos y componentes eléctricos, se calcula que esto requiere duplicar la capacidad actual instalada durante los próximos 10-12 años.  Más inversión, más recursos y más modernización urgente.

Seguridad es la palabra clave cuando de invertir se trata, confianza no hay mucha, la corrupción asfixia, la extorsión es la amenaza siempre presente. Violencia y delincuencia están desatadas; por más que se niegue, oculte, disimule o evada el tema, es de todos conocido. Las empresas están en estado permanente de alerta por el aumento y crudeza de la inseguridad, estafas, robos y el saqueo en todos sus procesos.

Almacenamiento, transporte, logística, aprovisionamiento, distribución, comercio, vaya hasta un desastre natural puede ser aprovechado para sacar provecho en detrimento de dueños de negocios, inversionistas y accionistas empresariales.

Todo ello implica un contexto de preocupación y desaliento que no admite demora ni excusas ni pretextos. Los riesgos, el costo de seguros, gastos adicionales todo eso va también en detrimento de las inversiones, pero también la rentabilidad, viabilidad e interés de nuevas empresas.

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