Tomar decisiones financieras implica muchas matemáticas y cuestiones hasta cierto punto calculadas, sin embargo, hay una disciplina que surge de la intersección entre las finanzas, la psicología y la neurociencia: las neurofinanzas.

En +Dinero, entrevistamos a Joselyn Quintero, autora de los libros “Semillas de riquezas” y “Armonía financiera” y conferencista especializada en neurofinanzas para conocer más acerca de los aspectos emocionales y bioquímicos cuando tomamos decisiones que afectan nuestra formación de patrimonio.

¿Qué es aquello que experimentamos sin siquiera ser conscientes y qué implicaciones puede tener esto? ¡Te invito a leer hasta el final!

“La esencia de las finanzas es el uso de los recursos que tenemos para crecer. A diferencia de las finanzas tradicionales que implican primordialmente la parte analítica, las neurofinanzas nos ofrecen una explicación biológica de cómo el ser humano toma decisiones en entornos de riesgo e incertidumbre”, explica la especialista.

Emprendimiento en tiempos de COVID-19

Dados los efectos en muchos casos devastadores de la pandemia, el ecosistema emprendedor experimenta un auge, las personas buscan nuevas formas de generar ingresos, pero quizá lo estén haciendo desde una postura que los pone en riesgo y por ello es importante prestar atención a ciertos puntos.

El primero de ellos es entender que, en el escenario actual, muchos emprendedores deciden comenzar un negocio propio mucho más movidos por el miedo, casi por instinto de supervivencia, que por realmente un deseo de crecer.

En otras palabras, es más seguro iniciar un negocio cuando nos vemos orillados a ello. “Somos más sensibles al miedo de perder que al deseo de ganar”, explica Joselyn Quintero.

Aunque conscientemente algunas personas sienten que están emprendiendo porque quieren prosperar, no depender de su trabajo o ser su propio jefe, en realidad muchas veces terminan decidiendo cuando están frente a la posibilidad de quedarse desempleados, sin dinero o ante la amenaza de una crisis económica generada por una pandemia mundial.

“Tenemos la idea de que nos estamos moviendo porque queremos, pero muchas ocasiones es porque tememos”, señala.

Desde la perspectiva de la especialista en armonía financiera, la realidad es que tenemos poca capacidad de reconocer nuestro mundo emocional, por lo que solemos dar contextos emocionales a situaciones que son perceptivas.

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Hay que diferenciar el miedo de la incertidumbre

¿Has escuchado a alguien decir “tengo miedo de emprender”? Ahí hay un primer ajuste que hacer. Solemos confundir el miedo de tomar una decisión con la incertidumbre de hacer algo nuevo.

Separar una emoción como el miedo de una situación como la incertidumbre es el primer paso en la dinámica del emprendimiento. Veamos cuáles son las diferencias entre uno y otro concepto:  

MIEDO: es una emoción primaria, en el marco de nuestra supervivencia representa una señal clara de peligro, una amenaza que podemos percibir, que es conocida y además genera una reacción incontrolable.

INCERTIDUMBRE: es la percepción ante una situación (no es un sentimiento), no la vemos como amenaza a pesar de que no tenemos claridad de lo que va a pasar. Más que generarnos una reacción incontrolable, nos da la oportunidad de obtener aprendizaje.  

“En el cerebro hay dos órganos o áreas muy unidas, la amígdala que nos alerta del peligro y el hipocampo que aloja la memoria. Todo lo que conocemos está dentro del hipocampo. Cuando percibimos un peligro, la memoria interactúa con la amígdala. En caso de conocer la fuente de la amenaza, se dispara el sistema de alarma y la reacción es incontrolable, de ahí que el instinto sea correr, atacar o paralizarse. En esa paralización está la incertidumbre porque a nivel del cerebro la incertidumbre es la falta de información en el hipocampo. No tememos esa memoria porque nunca hemos hecho antes ciertas cosas, no tenemos experiencia en eso”, explica Joselyn Quintero.

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Tipología de emprendedores, ¿a cuál perteneces tú?

Una vez que comprendimos que emprender nos genera más bien incertidumbre, y no miedo, lo siguiente es entender que a partir de ahí se generan dos vertientes: la ambigüedad y el riesgo.

Generalmente primero pasamos por la ambigüedad y luego nos movemos al riesgo. Eso es lo que llamamos experiencia.

Ambigüedad es inexperiencia, en este caso, no saber si tu empresa va a funcionar o no. Y justo ahí radica otro aspecto muy importante: a menudo, desarrollar un negocio por desesperación o sobrevivencia nos lleva al mundo de la ambigüedad y, en ese contexto, el emprendedor puede querer forzar el éxito al costo que sea. Lo anterior, puede terminar dando lugar a fraudes, estafas y otras acciones poco éticas en aras de sobrevivir.

La otra cara de la moneda son los emprendedores que avanzan en medio de las dificultades, no logran superarlas y optan por pensar que el negocio era malo o que no sirven para emprender, quedándose por siempre en la ambigüedad.

En tercer lugar, estaría el emprendedor que pese a los problemas desarrolla habilidades que luego traduce en aprendizajes valiosos enmarcados por valores que rigen tanto su persona, como su organización.

“Cuando se trata de emprendedores, hay personas mucho más orientadas a la ganancia, es decir, el tipo de emprendedor que en neurociencia decimos que tiene una carga dopaminérgica alta. En lo cotidiano es una personalidad alfa, enérgica, de avance. Su antítesis es el emprendedor más conectado con el miedo de perder, o sea tiene más marcada la aversión a la pérdida. Es un tipo de personalidad omega, más temerosa que asume los errores o las fallas automáticamente como fracaso”, profundiza la especialista.

Asimismo, indica que todo lo que se conoce como el sistema dopaminérgico (o sistema de recompensa), a nivel de neurociencia demuestra que las personas alfa poseen perfiles más estimulados para ganar.

No obstante, eso tampoco debe llevarse al extremo, ya que el problema a largo plazo para un emprendedor de esta naturaleza es que llega a desarrollar un sesgo de sobreconfiaza y es posible que en determinado momento se arriesgue mucho más de lo que debería.

Lo ideal sin lugar a dudas es salir poco a poco de la ambigüedad y, una vez que vayas dominando lo que haces, comenzar a asumir riesgos de forma gradual.

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3 tips para emprendedores que quieren aumentar sus posibilidades de éxito

Como hemos visto, emprender es un acto que más que temor, nos enfrenta a la incertidumbre y, dependiendo de tu personalidad, valores y ética profesional, te puede llevar hacia el camino de la resiliencia y el éxito o la derrota e incluso el fraude.  

De ahí la importancia de tener consciencia sobre cómo las emociones están muy presentes en el ámbito de las decisiones financieras y en los fundamentos mismos del emprendimiento.

Si después de leer este texto te sientas a reflexionar qué tipo de perfil tienes como emprendedor y, sobre todo, desde qué bases quieres cumplir tu sueño de ser dueño de tu propio negocio (desde la pérdida o la ganancia), te felicito porque reconoces que en el manejo del dinero y la generación de riqueza, no solo hay datos duros y ganancias, sino también emociones y valores, todo lo cual debe guardar el mayor equilibrio posible para llevarte al éxito a largo plazo.

Un regalo para ti

Por último, te dejo tres consejos que la autora de autora de los libros “Semillas de riquezas” y “Armonía financiera” brinda para que como emprendedor no cometas errores al dejarte llevar por el temor o el exceso de confianza. Toma nota y decide cuál te puede servir:

  1. Ten la humildad para aprender de personas que sepan más que tú, eso no debe hacerte sentir mal
  2. Al manejar tu capital o el de tus inversionistas no pongas en riesgo la base de su seguridad, el dinero que ponga en riesgo a tu equipo, a tu familia y a ti mismo
  3. No busques atajos, acortar el camino te puede sacar del juego porque de esa forma empiezas a pensar a corto plazo cuando emprender y desarrollar un negocio es un maratón. Tu mirada no debe estar en hacerlo rápido sino en hacerlo bien.

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