Los universos paralelos sí existen. Hoy los vemos en México. Un día, podemos presenciar reuniones de alto nivel entre el sector público y los empresarios, donde se habla del compromiso para combatir la pobreza y aumentar el crecimiento económico del país; y, poco después, recibir la noticia de que estamos frente a una desaceleración y que la economía no crecerá tanto como se dice. ¿A cuál de estos universos habría que darle crédito? A ambos. De acuerdo con fuentes consultadas en el gobierno federal, el río está tomando su cauce; es decir, el presidente Andrés Manuel López Obrador finalmente está reconociendo que, para reducir la desigualdad y acabar con los lacerantes problemas sociales del país, requiere de la ayuda de los empresarios, bajo la premisa básica de que, para aspirar a una economía próspera, necesita inversión. Pero, también, sostienen estas fuentes, mantendrá su exigencia hacia los empresarios de que asuman una vocación social. Lee también: Banca apoyará proyectos de AMLO, pero no ‘a ojos cerrados’ Por otro lado, la desaceleración se asoma y las expectativas económicas alimentan el pesimismo. El Banco de México redujo su estimación de crecimiento para la economía a un rango de entre 1.1 y 2.1% para 2019, desde un pronóstico previo de 1.7 y 2.7%. “La mayor debilidad de diversos indicadores de la demanda interna a finales de 2018 sugiere que la desaceleración podría prolongarse a inicios de 2019”, advirtió. Hace ya unas semanas, el presidente se comprometió con los empresarios a entrar en una nueva fase de diálogo para alcanzar un crecimiento de 4% para este año. Sin duda, en términos de comunicación e imagen, se trata de buenas intenciones, pero hacen falta señales que permitan contrarrestar la desconfianza que no es posible ocultar debajo de la alfombra por eventos pasados. Hasta el momento, no hay un cambio de patrón para animar la inversión, después de la cancelación de grandes proyectos (léase, el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México). Te interesa: ¿Dónde están los líderes empresariales? En otras palabras: no es posible comprometer inversiones de largo plazo, cuando aún persiste la desconfianza de que los futuros proyectos pueden tomar el mismo camino de proyectos ya cancelados. Los empresarios quieren garantías. Es necesario, entonces, que el gobierno dé señales que impulsen la inversión nacional y extranjera, que generen confianza para retomar el empleo, captar más inversiones y aspirar a un crecimiento que, con todo, no llegará al 4%, pero permitirá al país contar con mejores condiciones económicas para todos. “Hay condiciones para generar buenas expectativas”, afirmó Leticia Armenta, economista del Tec de Monterrey, entrevistada por el equipo editorial de Forbes México. “Pero es necesario ver acciones específicas que permitan detonar la inversión”. De no ser así, se buscarán culpables, reales o imaginarios. Es momento de aterrizar acciones concretas, no basta la buena fe.

Twitter: @jtorresescobedo

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