Las Reuniones Anuales de las Juntas de Gobernadores del Grupo Banco Mundial (GBM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI) son una cita obligada para cualquier interesado en el devenir económico mundial. Desde 1946, estas reuniones convocan a banqueros centrales, ministros de finanzas, parlamentarios, ejecutivos del sector privado, representantes de organizaciones de la sociedad civil y académicos con el fin de debatir cuestiones de interés mundial, incluidas las perspectivas económicas mundiales, la erradicación de la pobreza y la eficacia de las inversiones orientadas al desarrollo. También se incluyen seminarios, sesiones informativas regionales, conferencias de prensa y muchos otros eventos centrados en la economía global, el devenir internacional y el sistema financiero mundial.
Este año, las reuniones se celebraron en Marrakech, Marruecos, del 9 al 15 de octubre de 2023.
No cabe duda: atravesamos tiempos inciertos, donde desafíos profundamente entrelazados (pobreza, pandemias, cambio climático, deuda, conflictos, inseguridad alimentaria y fragilidad) amenazan con obliterar décadas de avances en materia de desarrollo. El mundo busca soluciones en los gobiernos, claro, pero la magnitud de los retos del mundo postpandémico rebasan las capacidades financieras y logísticas del sector público. El consenso de los actores convocados por las reuniones anuales es contundente: para realmente marcar una diferencia, los gobiernos y los organismos multilaterales de desarrollo deben impulsar urgentemente un mayor financiamiento del sector privado.
Building a Better Future, el reporte anual de la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés), ofrece algunas coordenadas para aumentar la inversión en los mercados emergentes que más lo necesitan.
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Las cifras alcanzadas por IFC hablan por sí mismas: más de 43,700 millones de dólares en compromisos de inversión totales, el mayor volumen en la historia de la organización Se trata de cifras impresionantes, sobre todo en el caso de Latinoamérica y el Caribe: en el año fiscal 2023, IFC invirtió y movilizó en la región la cifra récord de 11,600 millones de dólares en sectores como el farmacéutico, salud, educación, agronegocios, infraestructura, servicios financieros, apoyo a emprendimientos y digitalización. El verdadero valor, sin embargo, radica en el impacto: la creación de empleos, el acceso de las mujeres empresarias a servicios financieros, la reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero, entre otras áreas de cambio.
Como apunta Makhtar Diop, director gerente y vicepresidente ejecutivo de IFC, el objetivo ulterior debe ser el despliegue de un arsenal de herramientas orientadas a escalar la inversión privada: establecer estándares y mejores prácticas, desarrollar soluciones financieras innovadoras, promover asociaciones público-privadas para construir infraestructura sostenible y movilizar capital.
Las pandemias y el cambio climático no respetan ideologías ni límites geográficos. Si los sectores público y privado no trabajan juntos para abordar estas crisis, todos saldremos perdiendo. El enfoque debe incluir a las mujeres, los jóvenes y otros sectores vulnerables. Debe ser resiliente a las crisis, incluidas las catástrofes climáticas y de biodiversidad, las pandemias y la fragilidad. Y también debe ser sostenible: a través del crecimiento económico, el desarrollo humano, la gestión fiscal, la seguridad alimentaria y el acceso a aire limpio, agua y energía asequible.
El futuro debe ser inclusivo y sostenible, o, simplemente, no será.
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Gerardo Herrera Villanueva es catedrático, experto en temas de desarrollo.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.
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