Tras levantar una denuncia y acudir repetidamente a la Condusef y al Buró y Círculo de Crédito, concluyo que no queda más que tener activas las alertas del buró, pagar para bloquear las consultas crediticias y ampararse a la suerte porque se trata de algo que supera lo engorroso, tardado y frustrante al ver el grado de impunidad e inacción que caracteriza este trámite.

Lleve lleve… sus datos

Tan solo en Facebook y grupos de Telegram —por no hablar de grupos más escondidos en la llamada dark web— hay a la venta registros de padrones del INE y de instituciones bancarias que cualquiera puede comprar por 3 mil pesos. 

Al no ser pocos los ofertantes, la práctica se ha convertido en una subasta que ha dado lugar a una guerra de precios que llega a los 30 mil pesos. El listado que estos traficantes de identidad ofrecen, contiene información básica para llevar a cabo operaciones crediticias, como la clave de elector, estado, distrito, municipio, sección, localidad, manzana y CURP.  

Pero si se planifica un fraude más sofisticado, habrá que recurrir a las llamadas “sábanas”, que son los expedientes de electores que tienen datos más sensibles como escolaridad, ocupación, firma, foto y huellas dactilares. Bajo este contexto resulta comprensible el sudor frío, ahora que diferentes oficinas gubernamentales están solicitando como mandatoria la toma de biométricos para llevar a cabo trámites elementales. 

¿Cómo se filtran nuestros datos?

Para saber cómo llegan los datos que tendrían que ser absolutamente privados, a manos de delincuentes, se hizo público uno de tantos hilos sueltos.

El año pasado el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación multó al PRI y a Movimiento Ciudadano por el uso indebido del Padrón Electoral y la Lista Nominal del Registro Federal de Electores que estuvieron a la venta ¡en Amazon y Mercado Libre!

Solo con la última venta documentada del padrón (14 de julio de 2021), el INE denunció la exposición de los datos de 95 millones de mexicanos. Después, no hubo medida que atendiera de raíz ni evitara que se repitiera este delito.

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¿Para qué vender el alma al diablo si puedo rematar la tuya?

Vender el alma suena escandaloso, no por falta de principios, sino por ausencia de colmillo comercial.

¿Quién tritura los sobres y etqiuetas con información de domicilio que llega a casa? ¿Cuántas llamadas no solicitadas recibes por semana? ¿Estás de acuerdo en navegar con cookies que usan tu información con fines que desconoces? Pero entonces, ¿estarías dispuesto a no navegar? ¿Qué tan ajenos nos hemos vuelto como para llegar a vender identidades ajenas y tener que cuidarnos del otro (y no al otro)?

Pararse sobre el mundo tiene nuevos riesgos con la paradójica evolución de la civilización. No será raro a quien le toca disfrutar los ágiles trámites cotidianos —oficiales y particulares— que para lograr llevar a cabo dicha tarea, tenga que entregar copia de la identificación oficial, teléfono, constancia de domicilio y los mismos datos que probablemente se usen para llevar a cabo un fraude. Es eso o quedarse sin cuenta de teléfono, banco, luz, agua y gas.

Llegó un momento en el que, al no saber qué más se podía robar, se les ocurrió hacerlo con la identidad. Algo tan inoperante para los budistas, pero preciado para el historial que se vuelve tangible en el momento en el que un cobrador te empieza a perseguir.

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Contacto:

Eduardo Navarrete es Head of Content en UX Marketing, especialista en estrategias de contenido y fotógrafo de momentos decisivos.

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