Los estados de Puebla e Hidalgo, candidatos a Zonas Económicas Especiales, piensan albergar un ecosistema industrial para vehículos eléctricos. “Estamos pensando un clúster eléctrico para hacer automóviles, camiones y trenes. Toda la parte sustentable”, contó en entrevista con Forbes México el titular de la Autoridad Federal para el Desarrollo de las Zonas Económicas Especiales, Gerardo Gutiérrez Candiani. Esta posibilidad industrial no pretende competir con otras regiones automotrices de nuestro país, aclaró el funcionario. Existen 24 complejos productivos en 14 entidades mexicanas donde se fabrican más de 40 modelos de automóviles y camiones ligeros. Dos de las cinco principales plantas del país están en Puebla (Volkswagen) y Aguascalientes (Nissan). La tendencia internacional se dirige hacia los autos verdes. Países como Inglaterra, Francia, Países Bajos, incluso India planean prohibir los vehículos que usen combustibles fósiles entre 2030 y 2040. El más próximo es Noruega, cuyo plan es vetarlos  en 2025. Lee también: Ford producirá un auto eléctrico en su planta del Estado de México Candiani precisó que ya cuentan con una carta de intención en Puebla y realizan estudios de prefactibilidad en Hidalgo. “Se trata de potenciar la idea y desarrollar clusters que hoy no tenemos y en los que México puede ser muy competitivo”, agregó el funcionario. La Comisión Intersecretarial de Zonas Económicas Especiales, presidida por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), tendrá la última palabra hacia finales de año. “Será su decisión. La parte del estado y nosotros prácticamente ya la terminamos”, agregó Candiani. Los antecedentes parecen favorecer a esta iniciativa. El pasado 14 de marzo,  Tabasco y Campeche se convirtieron en zonas económicas especiales tras la aprobación de la Comisión Intersecretrial de Zonas Económicas Especiales, que prometen más de 71,000 empleos e inversiones por más de 5,000 millones de dólares durante los próximos 20 años. Las siete zonas económicas son áreas delimitadas geográficamente, cuyas ventajas naturales y logísticas reflejan el potencial para convertirse en una región altamente productiva. Para lograrlo, el gobierno otorga estímulos fiscales y laborales, un régimen regulatorio y aduanero especial, infraestructura competitiva, programas de apoyo (capital humano, financiamiento, innovación), así como estímulos y condiciones preferenciales. Lee también: Elefantes blancos: el riesgo de las zonas económicas especiales mexicanas

 

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