Ser mujer en nuestro país conlleva un alto grado de complejidad, es probable que ganes menos que un hombre por el mismo trabajo, mientras seguramente tendrías que hacerte cargo de los cuidados familiares, de las actividades del hogar; sin olvidar que tu integridad física y tu vida podrían correr riesgo.

Nuestra infancia es uno de los grupos más vulnerables, no existen en sí políticas públicas eficientes para asegurar su sano desarrollo y el acceso pleno a todos sus derechos, sobre todo para: salud, educación, alimentación, vivienda, seguridad y, por supuesto, sano esparcimiento.

Según el Censo de Población y Vivienda del INEGI 2020, en México 64, 540, 634 personas son mujeres, es decir, el 51.2% de la población y de estas, el 16.8% son niñas, así que preocuparnos y ocuparnos por su futuro no es solamente un tema de sentido común y empatía, sino de interés público. Esas niñas serán la mitad de la población de nuestro país en un futuro no tan lejano.

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Las que hoy son niñas, en pocos años se podrán integrar al mundo laboral; aportarán al PIB; educarán a otras y otros; algunas serán madres, gobernantes, doctoras, ingenieras, prestadoras de servicios, deportistas, entre otras muchas cosas. Invertir y trabajar por ellas, es hacerlo por nuestro país.

Existen muchos temas urgentes que atender para que las niñas puedan desarrollarse plenamente, en temas de educación, si bien se han logrado mejoras, ya que el 94% de las niñas entre 6 y 14 años asisten en la escuela, al pasar la educación básica la caída es dramática, solo el 46% de las niñas entre 14 y 24 años asisten a la escuela.

Si a esto sumamos el casi año y medio que pasaron sin asistir a la escuela y que muchas niñas no volverán, ya que, adoptaron roles de cuidadora durante esta época, el panorama no es nada alentador.

El tema de embarazo adolescente no se ha logrado abordar de forma eficiente, las políticas públicas parecen ser casi inexistentes en todos los niveles. Según el Consejo Nacional de Población, el confinamiento provocado por la pandemia puede derivar en que se registren alrededor de 21,575 embarazos en adolescentes entre 2020 y 2021.

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Imaginemos a 21, 575 niñas siendo madres, me atrevo a decir que en la mayor parte de los casos de embarazos no planificados y, muchos de ellos, producto de diversas formas de violencia. De acuerdo con la OCDE, México ocupa el primer lugar en abuso sexual infantil, el cual se ha agravado con el confinamiento; esto significa que, las niñas pierden su infancia y sano desarrollo para convertirse en madres y tener la responsabilidad de criar a una hija o hijo.

Las madres adolescentes tienden a tener un nivel de escolaridad más bajo, según cifras del INEGI, la tasa de fecundidad en niñas que hablan alguna lengua indígena fue de 73.46 hijos por cada mil mujeres de 15 a 19 años, en el caso de las mujeres que no hablan ninguna lengua indígena fue de 41.15 por cada mil. Es mas difícil que las madres adolescentes logren salir de la pobreza y suelen ser víctimas de mayor violencia.

Durante el 2019 según el INEGI nacieron 2.1 millones de personas de las cuales el 16.3% correspondieron a mujeres entre 15 y 19 años, pero alrededor de 8,500 entre menores de 15 años. Este dato es brutal, ninguna niña debería ser mamá y mucho menos siendo menor de edad.

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Por si estas cifras no fueran suficiente para comprometernos a trabajar por nuestras niñas, vemos que de enero a agosto del 2020 desaparecieron 5,223 mujeres y niñas, el 48% de los casos son menores de 18 años, de acuerdo con Observatorio Género y Covid-19 en México. Sin olvidar que, para finales del 2020 las llamadas de emergencia relacionadas con violencia de genero crecieron en un 21.3%, de acuerdo con Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Sin duda falta mucho por hacer, debemos trabajar en el empoderamiento de nuestras niñas, pero ¿cómo hacerlo? si no tienen asegurados los derechos más básicos, es decir, el derecho a la vida, vivir sin violencia, salud, educación y a poder vivir como lo que son: niñas. Estas cifras son un grito desesperado para voltear a verlas, a ver su presente ya que ellas serán nuestro futuro.

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Contacto:

Jimena Cándano, actualmente es la Directora Ejecutiva de la Fundación Reintegra.*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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