Te invito a observar tu entorno. Dado el ecosistema en el que vivimos actualmente, que ahora es intensamente digital, puedo asegurar con toda certeza que estás rodeado de distintos dispositivos electrónicos mediante los cuales realizas un sinfín de actividades: trabajar, estudiar, entretenerte, conversar con familiares y amigos, tan solo por mencionar algunas de las más comunes. Nada de esto sería posible sin el silicio y los semiconductores, el “bloque de construcción” con el que se fabrican chips y procesadores como los conocemos coloquialmente: este es el cerebro que permite el funcionamiento de tus dispositivos, y cuyo silicio es la columna vertebral de toda la electrónica moderna que permite que el mundo, como ahora lo conocemos, siga avanzando.

Típicamente, el rol fundamental de estos pequeños y complejísimos productos no suele ocupar el centro de nuestra atención, especialmente porque se piensa únicamente en función del dispositivo que lo utiliza, ya sea en una computadora, una Tablet o un celular. Pero, ¿qué pasa cuando sumas una pandemia con el incremento sin precedentes en la demanda y uso de tecnologías, sumando algunas complicaciones en un enorme sistema de cadenas de suministro? Obtienes un reto enorme que pone en evidencia la relevancia de la industria de los semiconductores, no solo en los dispositivos para el consumidor final y empresarial, sino para el desarrollo tecnológico y la continuidad operativa de todas las industrias del mundo.

Por esta razón, a nivel global la atención de los gobiernos y los líderes de distintas industrias, especialmente la automotriz y las telecomunicaciones, están sobre nosotros, el resto del ecosistema tecnológico y nuestra capacidad para proveerles de este insumo esencial. Por supuesto, la pregunta principal que hoy ronda la mente de muchos es, ¿cuánto tiempo va a durar el reto a las cadenas de producción y suministro de los procesadores? Como todos los aspectos esenciales en los negocios, no hay certezas ni respuestas absolutas sobre lo que viene. De hecho, la propia Asociación de la Industria de Semiconductores en Estados Unidos recientemente señaló que estamos frente a un reto que no tiene una solución en el corto plazo.

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Conscientes de lo esencial que es la tecnología, tomamos acciones importantes para incrementar rápidamente la escala y capacidades globales, no solo para asegurar el suministro actual de todos los clientes, sino también para soportar la demanda futura que se derive de las crecientes tendencias tecnológicas como son la Inteligencia Artificial, las redes 5G y el IoT, que están camino a moldear un mundo 100% interconectado.

La actual necesidad y uso de semiconductores en sectores clave es sólo una pequeñísima muestra de lo que necesitará el mundo en los próximos años. Más allá del enorme reto que representa en este momento, especialmente para crecer y aumentar nuestras capacidades de producción, esta situación vislumbra un futuro extraordinario, en el que todas las personas del mundo puedan mejorar todos los aspectos de sus vidas mediante el uso de la tecnología.

¿Qué estamos haciendo para atender esta situación? Sin lugar a duda, el mejor curso de acción para todos los actores de la industria está en invertir e innovar en una nueva escala global de operaciones. Recientemente, anunciamos la construcción de dos nuevas plantas de producción de semiconductores en Arizona, que servirán como un polo importante para la tercerización de todas las empresas que quieran manufacturar sus semiconductores, lo que representa un movimiento estratégico crucial.  Pero más allá de que la tercerización sea un excelente negocio para la industria en general, cuyo valor total de mercado es de $USD 100 mil millones, esta inversión en nuestra región tendrá una importante derrama económica y de generación de empleos de alta especialidad, especialmente en México, gracias a su cercanía geográfica y comercial con Estados Unidos.

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Este panorama refleja con claridad la magnitud y sofisticación industrial que mueven al mundo. Son muy pocas las empresas, como la que yo represento desde México, que tienen la experiencia y la capacidad de ofrecer una escala global para la manufactura de componentes que soporten la infraestructura digital global.  Desde la construcción de estas fábricas, hasta el diseño y manufactura de los semiconductores, se trata de dos de los procesos ingenieriles más complejos que existen. Mucha gente no lo sabe, pero este camino inicia mediante la transformación de un puñado de arena en cristales de silicio, que posteriormente serán el corazón de todo procesador. El desarrollo en su totalidad, desde que se decide fabricar este producto, hasta que sale de la fábrica, tarda aproximadamente 20 semanas y requiere equipo y talento humano altamente especializado. El mundo está necesitando más capacidad de generar semiconductores, y esto es algo que ha manifestado el gobierno, la industria, y por supuesto nosotros; los distintos actores de industria de las tecnologías de la información y la electrónica estamos en una posición sólida y única para cumplir con ese compromiso, y asegurar la continuidad de innovaciones que impacten positivamente la vida de todas las personas del mundo. La capacidad industrial seguirá creciendo año con año, y les puedo asegurar que, sumada al talento humano, siempre serán más grandes que los retos que enfrentemos.

La tecnología que hoy mueve al mundo puede sonar fuera de serie, pero al final podemos rastrear su origen en la arena y en el increíble proceso de transformación de la que es capaz la mente humana. Por nuestra parte, estamos transformando nuestra escala, para seguir empoderando a cada una de las personas del planeta y enriquecer sus vidas. Nunca habíamos estado tan emocionados e inspirados sobre la magia que podemos crear junto con los demás miembros del ecosistema tecnológico.

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Contacto:

*Santiago Cardona, director general de Intel México

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