México aspira a ser un país desarrollado y libre. ¿Qué lo detiene? El mal gobierno. El Poder Ejecutivo es poco efectivo, no puede ni con lo más básico: la seguridad de sus habitantes. Además, el Poder Judicial no es ni independiente, ni fuerte, por tanto, la ley no se aplica equitativamente. No todos pueden defenderse del abuso de otros y, sobre todo, del abuso de los funcionarios. No hay Estado de derecho (rule of law).

Esto no es nuevo, los indicadores de libertad económica y política así lo han señalado desde hace años. En 1997, de acuerdo a estos índices, pasamos de ser una “autocracia de partido dominante” a una “democracia electoral”, pero nos falta mucho para ser una “democracia liberal” con pleno respeto a las libertades individuales.   

Esto es importante, ya que ningún país ha podido avanzar a la riqueza plena sin un Estado de derecho fuerte y efectivo. No es que seamos tontos o malos los mexicanos, es que nos falta un mejor sistema político-jurídico. Teniendo eso, todo mejora. Un buen sistema impacta positivamente en todo y en todos.

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Dicho en otros términos, requerimos un sistema con alto nivel de consciencia, de 400 a 499 o La Razón en la Escala de la Consciencia. Ese nivel es sumamente poderoso, pues neutraliza, resuelve y mejora los niveles de consciencia, generalmente inferiores, de sus individuos. Eso es lo que tienen los países desarrollados, sin excepción.

Por debajo del 200, en esta escala, se ubica la fuerza, el ego y el deseo de control. Por encima del 200 se ubica el poder, el ser y el respeto al auto-ordenamiento del sistema. Un buen líder puede mejorar al sistema, un mal líder puede deteriorarlo, sobre todo en un país como el nuestro en donde el presidente concentra tanto poder.

Hace tres años, la mayoría creyó y votó por una alternativa populista que prometía más seguridad y menor corrupción y, con ello, mayor crecimiento económico y mayor bienestar social. Los populistas nunca entregan lo que prometen, porque lo que en verdad quieren nunca es colectivo, siempre es personal. 

El actual gobierno ha sido muy malo, pero mucho peor es que ha atentado contra el Estado de derecho. El presidente, como todo populista, se siente por encima de la ley por una supuesta superioridad moral auto-otorgada y con ese marro de impunidad le ha dado duro a nuestra democracia. Los rivales ahora son “enemigos” y los disidentes y críticos son “traidores” y “golpistas”.

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El presidente, en suma, se ubica en El Temor, nivel de consciencia entre el 100 y el 125. Lo mueve no un genuino interés por ayudar a los demás, sino el miedo y la paranoia. No permite que otros opinen y decidan, ni siquiera en su gabinete, él quiere controlarlo todo. Y como en el fondo, no tiene poder, verdadero poder, utiliza la fuerza para imponerse.

Con ese nivel de consciencia tan bajo, el presidente ha afectado negativamente al gobierno y al país.

Antes de AMLO el gobierno mexicano se ubicaba en el 230, La Valentía, muy por debajo de La Razón de los países desarrollados, pero atreviéndose a mejorar. En los primeros años de su administración, el presidente logró bajarlo al Orgullo (175 a 199) en donde “es un honor estar con Obrador”. Ahora, el gobierno ha descendido a La Ira en el 150.  El SAT, la Suprema Corte y la Fiscalía son utilizados para golpear opositores y denunciantes, y si hubiese un descontento social desbordado, se trabaja desde hace tiempo una alianza con el Ejército, por un lado, y al parecer, con el crimen por el otro.

Los tiempos son muy oscuros, sin duda, y todo indicaría que los ciudadanos poco podemos hacer, pero el sistema, el Estado, no sólo es el gobierno sino también la sociedad, y la sociedad somos cada uno de nosotros actuando con una sola intención.

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Defendamos nuestras libertades, nuestra democracia y nuestro derecho a participar en política desde los niveles superiores de consciencia: La Aceptación, La Razón, El Amor, La Paz y La Iluminación. Desde esos niveles, Mahatma Gandhi y Nelson Mandela tomaron el poder y lograron neutralizar la fuerza de sus adversarios.

Ese el primer paso para construir una auténtica democracia liberal y un verdadero Estado de derecho, un sistema basado en la razón, con reglas claras que aplican para todos de manera eficaz. Eso es lo que siempre quisimos. Retomemos el camino con el nuevo aprendizaje de que eso nunca, nunca se ubica en una persona, sino en todos nosotros. Si los tiempos son oscuros, iluminémonos. 

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Contacto:

Santiago Roel R. es Director y fundador del Semáforo Delictivo, herramienta de rendición de cuentas, evaluación y análisis del comportamiento de la delincuencia y violencia en México.*

www.semaforo.mx

Twitter: @semaforodelito

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