Desde el inicio de la pandemia, atendiendo a lo que dicen todos los expertos, estamos siendo testigos de una reconfiguración que está experimentando la economía a nivel global, la cual pretende cambiar lo que los expertos conocen como “el orden mundial”. Los cuellos de botella que fueron surgiendo como consecuencia de una intensa reapertura económica, que derivaron en roturas de stock, desabastecimiento e incapacidades, han dejado huella en unos empresarios que han dejado de fijarse en las ventajas de la externalización para centrar la atención en el otro lado de la balanza, en las desventajas que esta práctica tiene y que la pandemia, como menciono, ha acentuado.

El offshoring, que venía siendo la estrategia predominante de las compañías más importantes del mundo, ha sido duramente cuestionado en un escenario en el que las cadenas de valor, a la luz de lo ocurrido, dejaron de funcionar. La deslocalización de los procesos productivos, pese a hacernos más competitivos en un entorno en el que los suministros fluyen con normalidad, suponía una gran exposición, un gran riesgo, en un entorno en el que dichos suministros no llegaban a donde se encontraba la demanda. Pues, lejos de los tecnicismos, hemos de saber que hay algo peor que no vender; que es tener demanda y no poder vender, o lo que es lo mismo, no poder satisfacerla.

La globalización, que parecía un fenómeno irreversible por las ventajas que este ofrecía, conectando a las economías como nunca antes se había hecho, ya no parecía un fenómeno tan beneficioso en este nuevo entorno pandémico caracterizado por ese desabastecimiento citado. Y la solución, atendiendo al reparto de las cadenas de suministro en el planeta, quedaba muy lejos en un escenario en el que, como muestran los datos, el 35% de la producción manufacturera se concentra en China, o como la llaman los expertos, la fábrica del mundo. Pues hemos de señalar, además, que las cadenas de suministro en China se atascaban todavía más por una escasa diversificación que, a lo largo de los años, ha acabado generando una dependencia altísima de la segunda economía del mundo.

Teniendo en cuenta esta lección, que es una de las lecciones más importantes que ha dejado la pandemia a los empresarios, las empresas han comenzado a trabajar en esa necesaria diversificación a la que, debido al bienestar del que hemos gozado a lo largo de todos estos años, no prestaban atención. El offshoring, que promovía la búsqueda de economías en el exterior en las que ampliar los márgenes, ha comenzado a sustituirse por el nearshoring; que ofrece menos incentivos en lo que respecta a esta ampliación de márgenes, pero más seguridad al tratarse de una deslocalización próxima y de cercanía.

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

En el presente, son muchas las empresas que han apostado por esa reconfiguración. Marcas tan conocidas como Vans, como Tesla, entre otras muchas firmas de renombre, están comenzando a buscar destinos en los que localizar los centros de producción que, hasta la fecha, se concentraban en Asia. Y entre esos destinos seleccionados, teniendo en cuenta todas las ventajas que el país ofrece, México, como hemos dicho en más de una columna pasada, destaca entre las economías más estudiadas para el traslado de estas grandes compañías. Su cercanía con la primera economía del mundo, su carácter emergente, entre otras muchas características, convierten a la economía azteca en una de las opciones más interesante y, mejor dicho, más inteligentes.

Y si esto no fuera así, no veríamos los datos que vemos cuando atendemos a la estadística. Si atendemos  a los informes que publica Bank of América Global Research, el 83% de las compañías norteamericanas tiene planes de relocalización. De estas empresas, muchas podrían acabar en suelo mexicano. Y todo esto que comento queda reflejado en estudios realizados por organismos tan importantes como Banxico, quien ha comunicado en un informe reciente que el 16% de las empresas a nivel nacional reportaron incrementos en la demanda de sus productos o en la inversión extranjera directa como consecuencia del nearshoring.

En conclusión, esa reconfiguración de la economía mundial, a la luz de los datos, es una realidad. Y como decíamos de la globalización hace unos años, ya no hay quien la pare.

Suscríbete a Forbes México

Contacto:

Correo: franciscocollmorales

Twitter: @Fcollmorales

LinkedIn: francisco-coll

Facebook: FcoCollMorales

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México

 

Siguientes artículos

metaverso
Comercio en el Metaverso, las compras en un mundo virtual
Por

Estamos envueltos en una revolución digital, donde encontramos innumerables tecnologías disruptivas que están desafiándo...