Por María Clara Vallés*

Al escribir el primer algoritmo destinado a ser procesado por una máquina, fue ella quien hoy es reconocida como la primera programadora de ordenadores. Si bien en la actualidad siguen existiendo prejuicios que asocian las carreras de electrónica e informática a lo estrictamente masculino, me atrevo a decir que el mundo de la tecnología está cambiando.

En 2012 Virginia Marie “Ginni” Rometty se convertía en la primer CEO mujer de IBM, la reconocida empresa tecnológica dedicada a la producción de hardware, middleware y software, también reconocida por Bloomberg como una de las 50 personas más influyentes. No pasó mucho tiempo después para que tuviéramos otro caso similar: en septiembre de 2014 Safra Catz, empresaria y abogada estadounidense, era nombrada CEO en Oracle. Con apenas un mes de diferencia, en octubre de 2014 Lisa Su, ingeniera eléctrica del MIT, se convertía en CEO de AMD, la renombrada empresa dedicada al desarrollo de aquellos procesadores que dan vida a nuestras computadoras. ¿Casos aislados? Algunos podrían argumentarlo de ese modo, pero creo que es apenas el comienzo de una evolución que traerá un balance más sano al sector.

Es innegable que, si bien las carreras vinculadas a la industria del software han comenzado a tener una mayor difusión en los últimos años, todavía existe un gran porcentaje de desconocimiento en la sociedad que no las tiene en cuenta a la hora de considerar un plan de educación superior. Esto ha llevado a que en la actualidad exista una demanda de profesionales que supera ampliamente a aquellos que egresan de carreras vinculadas a la tecnología, donde las mujeres seguimos siendo un porcentaje mínimo. ¿Cómo lograr entonces que este desbalance no se siga perpetuando?

En mi caso, fue la suerte de tener excelentes profesoras en la Universidad que al día de hoy siguen siendo mentoras que admiro. Aun así, debo reconocer que, con mi título recién entregado y un buen promedio de carta de presentación, las cosas no fueron fáciles. Al comienzo, no lograba conseguir una entrevista en el área de desarrollo. Los estereotipos aún vigentes, sumados al hecho de vivir en un estado lejos de la ciudad, en una época donde el trabajo remoto era casi impensable, hicieron que enfrentara desafíos que sembraron de dudas mis primeros pasos en la profesión.

Mirando atrás, con casi una década de diferencia, puedo apreciar que ese año y medio dedicado a áreas fuera de mi interés inicial aportaron experiencias que mucho ayudaron en mi formación profesional. Es por eso que estoy convencida de que es fundamental que las mujeres no pierdan de vista sus objetivos; con empeño y persistencia se pueden alcanzar y superar las propias expectativas. 

A lo largo de mi carrera tuve la oportunidad de aplicar y acrecentar mi conocimiento en tecnologías diversas. Fue en este contexto en el que, cinco años atrás, comencé mi camino como desarrolladora senior en BairesDev. He tenido la oportunidad de participar en proyectos para grandes compañías que me permitieron trabajar junto a equipos extranjeros de manera remota, dentro de una empresa que, además de profesionalismo, promueve la cooperación, e invita generosamente a salir de la zona de confort para ampliar nuestra experiencia, adquirir nuevos conocimientos y avanzar profesionalmente. 

La voluntad y capacitación individual ven sus frutos cuando es acompañada de políticas empresariales orientadas a priorizar la contratación de mujeres en sus diferentes áreas, anteponiendo el talento, independientemente de la ubicación geográfica de cada profesional. Lo anterior sumado a políticas family-friendly y una cultura flexible posibilitan lo que toda profesión necesita: hombres y mujeres dispuestos a trabajar en conjunto, donde sus ideas y conocimientos construyan innovaciones que sirvan de base a generaciones futuras.

 

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LinkedIn: Maria Clara Vallés

  *La autora es Solution Architect de BairesDev.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

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