Por Eduardo Navarrete*

Por si no era notorio, el año pasado fue el más caluroso de la historia. Desde que se tiene registro, en 174 años nunca había hecho tanto calor como en 2023. Pero se trata de un calor resultado de la irresponsabilidad y la dejadez.

Pocas métricas son tan efectivas para transmitir que los esfuerzos colectivos e individuales para mitigar el calentamiento global no han sido suficientes: hace más calor, las estaciones han cambiado sus características y los fenómenos meteorológicos son más severos.

La agencia meteorológica de la ONU —la WMO (World Meteorological Organization )— lanzó un reporte de emergencia porque detectó aumentos sin precedentes en las temperaturas de la superficie, en los mares y en la atmósfera de la Tierra.

A 0.05ºC de un desastre irreversible

Curiosamente, ya no son solo estadísticas ni números fríos. Una vez más rompimos récords y en algunos casos se superaron dramáticamente, en niveles de emisión de gases de efecto invernadero, en temperaturas superficiales, calor y acidificación de los océanos, en el aumento de niveles oceánicos y en el retroceso de los glaciares.

Cuando una persona se le incendia el cabello, difícilmente piensa si debe ir por una botana al refri o si prende la TV. Parece que el sentido de urgencia

Nos propusimos no superar un límite de 1.5ºC con el Acuerdo de París y en 2023 la temperatura media global alcanzó 1.45ºC. Es decir, estamos a 0.05ºC de saber lo que técnicamente es un desastre climático irreversible.

Si no me afecta, me es inclusive (el lado amable del me vale)

Cuando nos hablan del calentamiento del océano, del descongelamiento polar, del efecto invernadero o de las cálidas corrientes marinas que matan especies, parece que refieren un problema de un planeta en una galaxia muy, muy lejana.

Tienen que suceder huracanes, inundaciones, sequías e incendios desbordados que impacten directamente la proximidad para lamentar y entonces valorar la posibilidad de generar conciencia y con ella, acciones personales y grupales.

De no llevar a cabo acciones tan dramáticas y ágiles como cuando a uno se le incendia el cabello, será tarde para siquiera arrepentirse. ¿Y qué acciones deberíamos emprender o exigir? Utilizar transporte sostenible, optar por el consumo de productos locales y de temporada, usar electrodomésticos eficientes, reducir el consumo de carne e informarse en torno de prácticas para mitigar la huella de carbono y el empleo de conductas limpias.

El cambio climático tiene un impacto de corto o largo plazo con cada uno de los habitantes de este planeta y viceversa. Comprender esa relación puede ser el inicio de una cadena de acciones que detonen cambios significativos. Uno es su universo.

¿Qué estamos esperando?

Para ponerlo claro, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres declaró: “Las sirenas están sonando en todos los indicadores principales. Algunos récords no solo están superando las gráficas, las están destrozando.”

El cambio climático trata, en realidad, de mucho más elementos que de temperaturas inusuales y riesgosas en el planeta. El problema evidencia una visión humana autocentrada que se niega a generar apertura, aun ante evidencias inéditas de calor y de glaciares, por citar dos ejemplos.

Pareciera que esperamos a que sea demasiado tarde para dar cuenta de que se trata del desafío más relevante de esta era. El problema se compone de dos factores: la irreversibilidad del asunto y el impacto directo en la calidad de vida.

Si eso no es lo más semejante a experimentar un incendio en el cabello, disfrutemos el calor.

Contacto:

* Eduardo Navarrete es especialista en Estudios de futuros, periodista, fotógrafo y Head of Content en UX Marketing.

Linkedin: https://www.linkedin.com/in/eduardo-navarrete

Mail: [email protected]

Instagram: @elnavarrete

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