“El éxito no es definitivo, el fracaso no es fatal: es el coraje de continuar lo que cuenta” Winston Churchill

En la vida, todos enfrentamos momentos de adversidad y dificultad. Puede ser una enfermedad, la pérdida de un ser querido, un fracaso profesional, empresarial o personal, o cualquier otro desafío que se nos presente en el camino. En esos momentos, puede ser difícil encontrar la fuerza y la motivación para seguir adelante. Por eso, hoy quiero compartir algunos pensamientos que te ayudarán a reflexionar para superar la adversidad y encontrar la fuerza para seguir adelante.

Las adversidades son innumerables; algunas ocurren como resultado de nuestras propias acciones, mientras que otras ocurren como resultado de las acciones de las personas que nos rodean. Incluso hay otras que resultan por el hecho de que somos seres mortales o por razones imprevistas y que aún son incomprensibles.

Una persona con carácter nunca se sienta a llorar lo que ha perdido; mejor busca serenamente cómo reponerlo.

Las dificultades prueban lo que cada persona es y cuál es su carácter

El mostrarse feliz cuando todo va a pedir de bien, lo hace cualquier ser humano; pero sólo la persona que realmente tiene carácter sabe sonreír y enfrentar la adversidad y el fracaso.

Cuando nos sentamos en el cómodo lugar del éxito, nos quedamos en el acto dormidos; pero cuando somos empujados, derrotados y atormentados, tenemos oportunidad de aprender algo; se despierta nuestra dignidad; reconocemos nuestra ignorancia; aprendemos la moderación y ganamos habilidad.

El deber de todo ser humano es luchar contra las dificultades creadas por su propia actividad o por las circunstancias, hasta vencerlas.

Los fracasos son esfuerzos que dejamos temporalmente abandonados y que con frecuencia se convierten en cimientos del éxito. Muchos de nuestros fracasos nos producen una saludable reacción, y suelen llevarnos a alturas que jamás habíamos soñado, debemos aceparlos y estar dispuestos a aprender de ellos y superarlos.

El éxito no es sino la capacidad para el esfuerzo continuado, constante hasta lograr el objetivo. Innumerables personas se han dado por vencidos precisamente cuando un pequeño esfuerzo más, un poco de paciencia, les habría dado la victoria.

No hay fracaso posible sino en no hacer un nuevo esfuerzo.

Cuando nuestro corazón empiece a sentirse mal, nos falte el apetito y la tristeza asome a nuestra alma; cuando alguien trastorne nuestros planes más queridos y el engaño venga a burlar nuestros pacientes esfuerzos, en vez de descorazonarnos, pensemos que hay mil razones para cobrar ánimo y probar de nuevo hasta volver a tener la felicidad, que esta no dependa de otras personas o cosas.

No hay buena ni mala suerte; somos nosotros mismos los autores de nuestro bien y de nuestro mal.

El sol es el mismo para todos; pero no todos ven el sol con los mismos ojos.

Si estamos constituidos debidamente, haremos frente a las dificultades y pruebas de la vida sin acobardarnos y sin murmurar.

El fracaso es sólo un episodio del éxito. La adversidad es frecuentemente una bendición disfrazada. Las grandes personas de éxito no pueden formarse sin las dificultades, lo mismo que los ladrillos no pueden hacerse sin el fuego. Las dificultades son indispensables para desarrollar el carácter. El horno de la adversidad purifica a la persona, separando de él el metal de buena ley de la escoria que lo empobrece.

En lugar de sentarnos a llorar y pensar “si hubiéramos hecho esto o aquello”, aceptemos lo que venga, de buen grado, y aceptemos mejorar nuestras circunstancias. Recordemos a cuántos han perdido una prosperidad no interrumpida.

Una vida llena de luz y sin nada de sombras; llena de felicidad, sin tristezas; llena de placer, sin sufrimientos, no merecería ser vivida.

Tengamos paciencia; este es el mejor remedio contra todos los males de la vida.

La persona vale no es sino la capacidad para pasar trabajos; mientras mayor la capacidad y más estricta y persistente su aplicación, mayor él su valor y más va a lograr en la vida.

“La vida es un cambio sucesivo del fracaso al éxito y viceversa”.

Los fracasos son meros episodios, incidentes de la lucha, no el todo del drama de la vida. Ningún hombre tiene el monopolio del fracaso, otros han existido que fracasaron más fuerte y contundente que nosotros y sin embargo ahora se hallan llenos de gloria.

Alentemos un alto ideal, y para realizarlo no pensemos siquiera en lo difícil de la tarea. Cierto que muchísimo más fácil es remar corriente abajo que contra la corriente y, además, al final del viaje de bajada se ha llegado mucho más lejos. Pero esta consideración no puede de modo alguno inducir a ninguna persona de voluntad firme a de ir a lugar contrario al que se ha propuesto llegar, aquí está la firmeza del carácter.

Sólo el hombre sin valor se rinde a las dificultades ordinarias; el hombre normal ve en las dificultades una oportunidad para mostrar su carácter y de qué clase de materiales está hecho.

Para tener amigos es necesario aprender a pasarla bien sin ellos; es decir, bastarnos a nosotros mismos, ser capaces de hacer algo por los demás con el excedente de nuestras energías, y cultivar el aislamiento mejor que la sociedad.

Finalmente dejo la muy común y conocida afirmación para tenerla presente “Los amigos se conocen en la adversidad”.

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