A lo terso de la transición entre los gobiernos de Peña Nieto y López Obrador, ahora se suma el entendimiento bilateral logrado entre México y Estados Unidos, anunciado este lunes 27 de agosto y cuyo balance, aún preliminar, parece favorable a nuestro país. Sin subestimar la dosis de certidumbre que imprime esta noticia a la economía mexicana, en automático surgen algunas preguntas, la más evidente, si la ausencia de Canadá en la mesa de negociaciones rompe con la “esencia” o “naturaleza trilateral” del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), adjetivos utilizados por el canciller mexicano Luis Videgaray, durante la reciente visita a México de la ministra de Asuntos Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland. Y aun cuando en el marco de la visita de la ministra canadiense, Videgaray y el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, remarcaban su defensa por una negociación trilateral, el día de ayer Videgaray enfatizó que habrá TLCAN con independencia de si Canadá continúa o no. El presidente Peña Nieto reiteró en la entrevista telefónica con Trump y a través de Twitter, su deseo para que se incorpore Canadá a lo negociado, sin embargo, lo sucedido el 27 de agosto podría ser tomado como una señal de que el presidente electo López Obrador podría estar dispuesto a sacrificar la “trilateralidad” del acuerdo a cambio de sostener lo ya ganado con Estados Unidos. Trump por su parte, ha manifestado su enojo contra Justin Trudeau, por el rechazo de Canadá de aceptar diversas imposiciones para continuar la renegociación del TLCAN y hace poco por los aranceles que ese país impone a los productos lácteos, aunque, en el fondo, las desavenencias con Canadá simplemente reflejan el franco rechazo de Trump hacia el multilateralismo. La imagen de Peña Nieto comunicándose vía telefónica con Donald Trump para anunciarnos de este acuerdo preliminar dista de manera formidable con la de la firma del TLCAN ocurrida hace 26 años, cuando George H. W. Bush y Carlos Salinas estaban al frente de Estados Unidos y México. Hoy, el anuncio de este acuerdo preliminar genera certidumbre para la economía mexicana, la cual hace un par de meses atravesó por una elección presidencial sin precedentes, y también inyecta aire fresco a una economía global que últimamente ha resentido la imposición de aranceles por parte de Trump, tanto a países aliados como rivales, lo que corresponde a su particular visión de una economía global que ha abusado de Estados Unidos. Como candidato presidencial, Trump prometió revitalizar a las industrias y de manera consistente sostuvo que el TLCAN condujo a que empleados manufactureros estadounidenses perdieran sus empleos, acusaciones que llegaron a su punto crítico en abril de 2017, cuando amenazó con salirse del acuerdo. Y después de poco más de un año de negociaciones, entre las principales medidas alcanzadas en este pacto bilateral destacan tres: el tema automotriz, el energético y la llamada “cláusula sunset”.  La duración del acuerdo será de 16 años y habrá una revisión periódica del mismo cada seis, sin la amenaza de conclusión automática del tratado después de cinco años, como lo había propuesto originalmente Estados Unidos. Se respeta la reforma energética como está plasmada en la Constitución, así como los compromisos y contratos adquiridos, y para la exportación de automóviles sin aranceles se requerirá que 75% de cada vehículo sea producido en uno de los dos países. Es difícil calcular qué tanto influyó el efecto AMLO para que el entendimiento entre ambas naciones fuera alcanzado a dos meses de la elección presidencial, sin embargo, es un dato que la entrada del equipo de López Obrador en la renegociación, a través de Jesús Seade, aceleró y destrabó ciertos temas necesarios para seguir negociando. Lo que sigue, será responsabilidad exclusiva del próximo gobierno y de sus habilidades para lograr conjugar política, diplomacia y conocimientos técnicos.   Contacto: Twitter: @palmiratapia Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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