La recuperación se hace notar en los indicadores que monitorizan la actividad de la economía mexicana. Sin embargo, el hecho de que hablemos de una de las economías que menor respuesta fiscal ha ofrecido, no alcanzando el 1% con respecto a su PIB, o de una economía con escasos recursos nos lleva a mostrar cautela a la hora de realizar proyecciones, pues esa excepcional incertidumbre que volvemos a ver por la expansión de la variante Delta, en escenarios como el actual, revierten tendencias. 

Sin embargo, sí cabe decir que las debilidades estructurales que merman, en cada crisis, el desarrollo de la economía mexicana, no están mermándola tanto en la presente. Podríamos decir que, por suerte para AMLO, su dudosa gestión, que ya cosecha un estancamiento en cada uno de los ejercicios en los que este ha estado como mandatario, no se ha visto tan salpicada por factores externos que han permitido la reanimación de la economía mexicana y, de paso, una previsión de crecimiento bastante alentadora.

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La economía estadounidense, siendo esta su economía vecina y la más grande del mundo, supo actuar rápidamente para revertir el estancamiento que vivía la economía norteamericana. Joe Biden, así como su equipo de Gobierno, respondió con una movilización de recursos equivalente al 11% del PIB, además de destinar una gran parte de ellos a la ayuda directa a familias y, todo ello, con el fin de soportar unas rentas que caían en picado en tanto en cuanto se paralizaba la actividad por la expansión del virus. 

Esta gran respuesta fiscal, que era un claro condicionante como establecía el FMI, ha impulsado notablemente la economía norteamericana durante el primer semestre del presente ejercicio. Así, la economía de los Estados Unidos vuelve a cosechar registros de crecimiento que vuelven a marcar records, con tasas que alcanzan el 6,4%. Unos crecimientos que, por la relación que mantiene con la economía azteca, especialmente a través del T-MEC, se han acabado trasladando a la economía norteamericana.

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Como sabemos, Estados Unidos es una economía que mantiene fuertes vínculos con la economía mexicana. Para que nos hagamos una idea, podemos decir que el PIB mexicano está fuertemente condicionado por el comportamiento de la economía norteamericana, pues solo el hecho de que el 80% del PIB mexicano dependa del sector exterior, y que, de las exportaciones mexicanas, el 90% las compre Estados Unidos, nos lleva a imaginarnos lo determinante que puede llegar a ser la economía liderada por Joe Biden para la economía que lidera su homólogo AMLO.

De la misma forma, muchos ciudadanos mexicanos que emprendieron un viaje de no retorno a los Estados Unidos, aunque no lo hacen con su presencia, sí están presentes de alguna forma en la economía mexicana. Y con esto me estoy refiriendo a la recepción constante por parte de México de remesas con origen Estados Unidos, que no solo impulsan la economía mexicana mediante el consumo de las familias y los hogares, sino que, de la misma forma, actúan como sustento ante el deterioro de las rentas o la pérdida de esta, incluso.

Y a todo esto, y pese a la crítica que puedan suscitar mis palabras, debemos sumar la contribución que se transmite mediante la industria auxiliar y la inversión extranjera directa que llega a México desde los Estados Unidos. Tratados como los que permitieron las maquilas en los estados mexicanos, financiadas con capital estadounidense, han impulsado el empleo, la innovación, así como otros muchos beneficios que se han visto repercutidos en la economía mexicana, como muestran estas previsiones. 

Como podemos observar, pese al mal comportamiento de la economía mexicana y las debilidades que esta presenta, determinados sucesos, como haberse convertido en el primer socio comercial de los Estados Unidos tras la guerra comercial con China; haberse posicionado como el mayor receptor de remesas del mundo, por detrás de China y la India; así como otros fenómenos, entre los que podríamos incluir la fuerte recepción de IED por su vínculo y su posición estratégica debido a su relación con la economía mas grande del planeta, han permitido que la economía mexicana remonte el vuelo, y con gran impulso. 

Este buen comportamiento del comercio, que marcaba records mes tras mes, habiendo registrado un máximo histórico durante la pandemia. El buen comportamiento en la recepción de remesas, donde pese a la mala previsión, se volvieron a registrar records en la recepción de este tipo de capitales. Todo ello, así como otros sucesos muy destacables, han permitido que el crecimiento vuelva a la economía mexicana, aunque la política haya puesto en peligro los tratados con posibles incumplimientos; aunque México haya salido de los países más atractivos para la IED, así como otros sucesos que, debido a esa dudosa gestión política, se han producido.

En definitiva, podríamos decir que la suerte ha sonreído al presidente AMLO, que cuenta con los indicadores que el desea para reforzar su aprobación por parte de la ciudadanía; cuestionada, dicho sea de paso, tras la pérdida de la mayoría calificada. Sin embargo, este efecto contagio no quita que México precise reformas de gran calado que permitan un desarrollo unilateral de la economía mexicana. Pues no sabemos cuanto tiempo estará la economía estadounidense sustentando a la mexicana, pero de no hacerlo, hablaríamos de una situación bastante complicada.

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