Entre las múltiples realidades que México y Estados Unidos comparten como vecinos, actualmente dos temas suceden en simultaneidad: El no haber logrado para el verano una disminución en la curva de contagios de Covid-19 en buena parte del territorio, y el regreso a clases escolares de más de 84 millones de niños y adolescentes (30 MX / 56 US), que literalmente transcurre durante estas semanas.

Y como ‘bola de nieve’ el anuncio del gobierno Mexicano de comenzar el año escolar 20-21 desde casa cayó para muchas familias como ‘balde de agua fría’, entendiendo siempre que como en toda historia hay ganadores; en esta caso van desde la venta de computadoras que logró un crecimiento del 75% en el pasado ‘Hot Sale’ y estima otro ‘pico’ comercial por estos días, hasta las televisoras que cerraron un contrato de 450 millones con la ‘4T’ para transmitir las clases y poder llegar a todos.

Hecho que a propósito no debería ser juzgado por el uso del medio persé (muchos hablan de retraso… como volver a los 70’s) en un país con poca conectividad, lejanías, etc… debería más bien funcionar bajo el modelo ‘transmedia’, donde diferentes contenidos viajan por diferentes plataformas… transversalidad, como lo hace(mos) los grandes grupos editoriales como Forbes o Condè Nast. Ser propositivo combinando y lograr mezclar el pasado con el futuro para ampliar el uso.

En Estados Unidos por otro lado, el regreso a clases se está convirtiendo el uno de los focos de rebrote de la pandemia. En dos semanas de clases en Atlanta se tuvo que enviar a cuarentena a 1.193 niños y jóvenes positivos con Covid-19, de acuerdo con el New York Times, mientras que en los rastreos del CDC, más de 300 casos de múltiples contagios (aquellos donde unos pocos alcanzan decenas de miles de personas) están ligados con NUEVE campos de verano ubicados en California, Pennsylvania y Colorado, que seguían estrictamente los protocolos de bioseguridad.

Por supuesto, reabrir escuelas se convirtió en asunto de cada Estado (y su corriente política), donde los republicanos con Trump a la cabeza insisten en un regreso a clase con muchos protocolos de seguridad… ‘Vamos a quitarle presión y darle tranquilidad a los papas de que sus hijos podrán tener vidas normales’ afirma constantemente el presidente, mientras miles de distritos trabajan a triple marcha poniendo barreras de plexiglass en las aulas siempre bajo una variable: la posibilidad de que muchos estudiantes decidan no utilizar tapabocas, porque cabe resaltar que en USA este no un tema de salud, sino de orden político y filosófico. Toda una Espada de Damocles.

Sin embargo la promesa de regresar a las aulas implica que los padres entiendan el comprobado nivel de propagación que implica tener a niños y adolescentes reunidos donde, de acuerdo con el American Journal of Medicine ‘más allá de comprobar que los menores sean transmisores del Covid-19, se entiende que los humanos en sus primeras etapas de vida desarrollan mayores cantidades de saliva, mucosidad, etc., que los hace más propensos a distribuir en la población enfermedades especialmente gastrointestinales y respiratorias’.

Porque la realidad no se puede esconder: Cuando a un chico en el salón de clases le da gripe, a la semana todos lo tienen, y cuando salgan de la escuela y regresen a casa -bajo esta premisa y extrapolándola a la actualidad- las cifras de la pandemia cambiarán: si el territorio tiene un nivel de contagio aproximado de 100 infectados de cada cien mil habitantes (como sucede en varias partes de USA y México) se estará lejos de garantizar seguridad, de acuerdo con la gran mayoría de los epidemiólogos.

El nivel óptimo para reapertura se puede dar cuando esta cifra llega a 10 de cada cien mil… hoy conocido como ‘Semáforo Verde’, un momento que dista del actual, porque más que un ‘pico’ se vive una ‘meseta’. Y si se suma que 4 de cada 10 niños / adolescentes en promedio conviven con pacientes de alto riesgo las cifras terminan confirmando que la propagación aumenta, los padres deben siempre actuar en términos del regreso a clase, conscientes de esta realidad.

No hay que ser experto para ver que una diferencia entre 10 y 100 es grande y difícil que cambie en un mes, y con ello la respuesta de los padres no se han hecho esperar: De acuerdo con la encuesta global de hábitos de Ipsos el 56% de los padres mexicanos planifican que mayor tranquilidad que sus hijos regresen a las escuelas a partir de enero de 2021.

Porque para la gran mayoría de padres (todos los medios y redes sociales están llenos de testimonios, y las firmas de investigación de mercados lo confirman) el manejo del tiempo en casa se ha vuelto complejo, no sólo por tener que detener temas del trabajo para explicar química y factorizaciones, sino que en muchísimos casos hay que compartir computadora, espacios físicos, banda de internet…

La paternidad de hoy entonces tiene una vigilancia y presencia con los hijos todo el tiempo, sin privacidad casi, que al final descubre que la educación de la escuela es más que primordial, que el modelo existente no es completo (y le falta mucha creatividad) no sólo para los niños, sino para ellos también. Y claro, el impacto psicológico de comparar su infancia con la de sus hijos, que están lejos del parque -y también de otros niños- afecta y los hace presionar más los gobiernos a reabrir escuelas.

Qué tanto impacta que los chicos no regresen a clases al entorno empresarial? Para Goldman Sacks el 30% de la fuerza laboral de USA tiene niños menores de 12 años en casa, y se ha comprobado durante la pandemia que este grupo disminuye su productividad en un 20%. Hoy día que las escuelas no abran hace que (a través del cálculo ‘horas-hombre’) en un equipo de trabajo de once personas -como en los juegos de futbol y la ‘tarjeta roja’- hoy se esté contando con diez integrantes. Suena bastante costoso.

Todo esto bajo la amenaza de una migración forzada de una parte de la fuerza laboral hacia las labores de casa, considerando (o teniendo que) dejar su trabajo para poder sobre llevar la carga. En un mundo donde el doble ingreso familiar alivia cargas, este retroceso ayudará en el corto plazo, pero creará un detrimento en la calidad de vida de muchos hogares con el paso del tiempo, sobre todo en los segmentos menos favorecidos.

Una cadena que impacta la industria de educación como se conocía: en Estados Unidos, donde un 37% de los estudiantes de colegios privados han sido retirados de acuerdo con gremios locales, en México la Asociación Nacional de Escuelas Particulares (ANFE-ANEP) confirmó que, al menos 25% de las 48,713 escuelas privadas del país hoy están en números rojos.

Y es compresible… sólo en CDMX una escuela privada representa entre $3.500 y $9.000 pesos mensuales, que logra ser entre 40-45% del ingreso promedio del empleado Segmento C de la ciudad. Sin olvidar los 18 mil millones de pesos mexicanos que han perdido el sector de papelerías como consecuencia de la evidente digitalización de las clases, porque toda transformación humana viene con la evolución de los mercados, una realidad innegable, de acuerdo con Paul Geroski y su ‘evolution of new markets’.

Para Antonio Guterres (Secretario General Naciones Unidas), si no se genera una solución pronta al regreso a clases escolares ‘el mundo será testigo de un estancamiento generacional sin precedentes porque la inequidad y dificultad que viven los chicos dentro de casa, hoy también impactan la calidad de su educación’. Urge mayor apoyo desde los maestros, creatividad como metodología para educar, y también darle un intermedio al distanciamiento, muchos menos chicos estudiando juntos es el ‘hito’ en las tendencias dentro los padres en los mercados desarrollados.

Para los padres de familia, que no pueden influenciar las decisiones del gobierno, entre la presión de hacer de maestra (porque la realidad es que tanto en USA como en México esta labor está cayendo más en las mujeres), poder seguir trabajando a deshoras, hacer que sus hijos no vivan en la ‘tecnovirualinfancia’, y lograr que no se contagien de Covid-19, la tensión crece.

Qué momento… inolvidable. Todo un reto mental, espiritual, y económico a lo que significa ser padre y tener hijos. Siento mucho respeto por todos los que siguen con los retos de hoy esta labor con amor incondicional, resiliencia y creatividad.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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