A unos cuantos días de que llegue el cierre de 2023, el ciclo de noticias está dominado por la cobertura de las guerras en diferentes partes del mundo —las que llevan meses y las que amenazan con estallar— el impacto de la inteligencia artificial, las posturas entre quienes aseguran que robotizar al mundo es lo que sigue y quienes creen que eso es un paso atrás para la Humanidad,  las promesas de políticos que fueron votados y llegaron al poder y ahora sus votantes los miran arrepentidos, las de los que buscan una posición de poder y se llenan la boca con insultos o posturas edulcoradas sobre el porvenir, las huelgas laborales a la antigua usanza, con poco entusiasmo aparente por reformar el trabajo del conocimiento en su conjunto. Las personas de este mundo parecen vivir en una atmósfera generalizada de fatiga.

Este 2023, en el terreno profesional, corporativo y de emprendimiento, muchas organizaciones padecieron el fervor de las guerras del trabajo remoto y la presencialidad. El péndulo se asentó en una tregua incómoda que se basó en horarios híbridos. Pero luego, también a mediados de este año que está por terminar, surgió una tercera ola de disrupción. Parece que la forma de trabajar y de relacionarse con el trabajo está moviéndose de lugar. Hace realmente poco, me aprendí un nuevo término llamado quiet quitting, que es algo complejo. Un quiet quitter no está renunciando directamente a tu trabajo, pero está renunciando a la idea de ir más allá, de dar su resto”.

Evidentemente, esto puede estar generado un cambio generacional que muta de valores. Antes los profesionales, al contratarse en una empresa, se comprometían prácticamente de por vida. Es más, su vida giraba en torno al eje de ese compromiso y su cotidianidad se regía por este ritmo. Hoy, muchos jóvenes profesionales abrazan la idea del quiet quitting. Se refieren al compromiso laboral llenando las plataformas sociales con declaraciones de simpatía antes de que, a su vez, resistieran una reacción burlona.

La impresión general, a lo largo de este 2023, fue que el trabajo tal como se conoció antes de la pandemia se había roto: de alguna manera, las expectativas, ritmos y cargas necesitaban ser redefinidos. Sin duda, un porcentaje alto de la población mundial termina este año con un nivel alto de cansancio. Sea presencial, híbrido, a distancia o como se haya hecho el planteamiento, la fatiga se expresa como un problema a nivel global. Estamos hechos polvo con tantas reuniones, lluvia de ideas, expectativas, de tratar gente con la que ya no nos sabemos comunicar, de resolver problemas interminables.

Uno de los cambios más notables de estos años que se profundizó este 2023 fue pasar más tiempo trabajando desde casa. Y, hay ciertos sinsabores al respecto. Aunque nos han dicho lo contrario, el trabajo remoto no ha sido una panacea ni para los empresarios ni para sus equipos de colaboradores. Algo sigue fallando, más allá de los desafíos habituales de la vida en la oficina. Todo el mundo está cansado. Lo que comenzó con la pandemia se ha convertido en el gran agotamiento.

Terminamos el año molidos. ¿Cómo podemos entender este tono de cansancio? Y, peor aún, ¿cómo enfrentar esta decepción que está impulsando a los quiet quitters? Es útil comenzar con una pregunta simple: ¿Qué instigó estas olas sucesivas de disrupción en primer lugar? Tanto encono cansa. La pandemia, que parece tan lejana para algunos, introdujo nuevas tensiones significativas en la vida profesional, desde los desafíos desquiciantes de hacer malabarismos con el cuidado de los niños y el trabajo hasta el aburrimiento sordo del confinamiento doméstico. Aristóteles tuvo razón al decir que primero somos seres sociales y luego racionales. Necesitamos vivir y convivir en sociedad.

Es cierto, algunas presiones específicas comenzaron a disminuir. En 2023 tuvimos un respiro de libertad, ya no había tanto encierro, de tantos cloros y desinfectantes. Sin embargo, el estado de frustración general en el mundo aumentó. Es necesario entenderla para resolverla.

En 2023, hubo una tendencia más sutil, pero posiblemente aún más importante: un fuerte aumento en la cantidad de tiempo que el trabajador promedio se dedica a la comunicación digital. Esto agota, parece que estar frente a una pantalla no habría de llevarmos al cansancio y la realidad nos indica algo muy distinto.

Un informe reciente de Microsoft encontró que los usuarios de su software de productividad de oficina ahora pasan cerca del sesenta por ciento de su tiempo usando herramientas de comunicación digital como correo electrónico, chat y/o videoconferencia y solo el cuarenta por ciento restante queda para software de creación, como Word, Excel y PowerPoint. Parece que el tiempo laboral se invierte en comunicarnos vía remota en vez de hacer el trabajo pendiente, pasamos más tiempo coordinando que ejecutando. Eso es agobiante porque las tareas deben hacerse sí o sí.

Estamos cansados y es evidente. Uno de cada cuatro personas, este 2023, estuvo atrapado en una espiral de comunicaciones. Los seres humanos este año pasamos el equivalente a una jornada laboral completa —alrededor de nueve horas a la semana sólo WhatsApp—.

Es sorprendente que, incluso cuando el trabajo volvió en este 2023 a un ritmo más estable, con más tiempo dedicado a las oficinas físicas, la cantidad de comunicación digital se ha mantenido alta. Los investigadores de Microsoft descubrieron que las líneas de tendencia que miden el volumen de comunicación muestran un fuerte aumento. El problema con esta nueva realidad es que la investigación relaciona el aumento de la comunicación digital con la disminución de la satisfacción y correlaciones entre las altas demandas de tecnología de comunicación y los malos resultados de salud. Estamos agotados.

Un flujo interminable de nuevos mensajes y calendarios atascados con reuniones nos obligan a cambiar constantemente nuestra atención de un objetivo a otro, creando una sensación debilitante de fatiga mental y sobrecarga, y dejando poco espacio mental para un esfuerzo sostenido en objetivos importantes. Este diluvio también difumina la línea entre el trabajo y el hogar. Cuando la recepción de mensajes de entrada crece a un ritmo que es más rápido de lo que podría esperar seguir, es difícil apagarse y recargarse. El trabajo se vuelve ineludible.

No está demás reflexionar sobre nuestro cansancio particular y cómo esto se refleja en una humanidad exhausta. Sea que formemos parte de un equipo de trabajo o que seamos quiene movemos la batuta hay que descansar y provocar el descanso de nuestra gente. Un cerebro molido por la fatiga se ralentiza, debe descansar para iniciar con mayores y mejores bríos el siguiente año.

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