Las agendas políticas en América Latina interferirán en la industria de petróleo, y México no será la excepción.

“Las agendas políticas interferirán en las decisiones de negocios en la industria del petróleo y el gas de la región. En México, el nuevo gobierno suspendió las licitaciones petroleras y los esquemas de asociaciones de Petróleos Mexicanos (Pemex) por tres años”, señaló la calificadora de riesgo crediticio en un reporte.

La perspectiva negativa de México en materia de petróleo y gas responde a cuatro puntos que detalla Moody’s:
  • La suspensión de subastas petroleras y las asociaciones de Pemex con privados
  • El cambio en el modelo de negocios de Pemex de exploración y producción hacia la refinación
  • El declive de la producción de gas y petróleo
  • Una política desfavorable de los precios de combustibles bajo el nuevo gobierno
Estas observaciones aparecen después de que la gestión de Andrés Manuel López Obrador cancelara las subastas petroleras 3.2 y 3.3, además de posponer hasta octubre siete asociaciones de Pemex con privados. Aunque Pemex ha sido históricamente campeona en exploración y producción, la nueva administración persigue la autosuficiencia de gasolinas y diésel, pues actualmente importamos 80% de demanda nacional, principalmente desde Estados Unidos, debido a que las seis refinerías del país operan por debajo del 40% de su capacidad. Lee tambiénPlan de refinación de AMLO parece una ocurrencia (y muy cara): expertos La producción petrolera de la compañía estatal se ha hundido a 1.76 millones de barriles de crudo diarios en octubre, desde 2.5 millones que producía en 2013, cuando comenzó el gobierno de Enrique Peña Nieto. La extracción de gas ha seguido un camino similar, al pasar de 6,370 millones de pies cúbicos diarios en 2013 a 4,850 millones en octubre de 2018. Además, el presidente de México ha insistido en que los precios de la gasolina y diésel suban de acuerdo con la inflación y no con los precios de referencia subordinados al petróleo. El gobierno ha prometido inversiones adicionales para impulsar a la empresa estatal, dejando de lado a la iniciativa privada, bajo el argumento de que debe dar resultados con los contratos que recibió durante el sexenio pasado. A pesar de la intervención y un crecimiento insignificante del Producto Interno Bruto en la región, la industria energética latinoamericana tendrá una perspectiva estable para 2019, con una producción y precios del petróleo relativamente estables. La perspectiva está determinada por el aumento del 1% en las utilidades antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización (EBITDA) en 2019.

“El incremento de la producción en Brasil y Argentina más que compensa la disminución en México y Venezuela. Asimismo, gastos de capital más bajos o estables ayudarán a proteger el efectivo y reducir el flujo de efectivo libre negativo”, sostuvo Nymia Almeida,  analista  de Moody’s en el documento.

La interferencia continua del gobierno de Venezuela seguirá teniendo efectos negativos en la producción y generación de flujo de efectivo. La alta inflación de Argentina influirá en la rentabilidad, y una menor actividad económica y mayores costos de financiamiento probablemente desacelerarán las inversiones en energía.  

 

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