Por Palmira Tapia Palacios* Con un 53% de votación a cuestas, Andrés Manuel López Obrador podría tener una ventaja potencial y renovada en la relación con la administración de Donald Trump y éste lo sabe. La legitimidad con la que llega el próximo presidente, junto con la mayoría que tendrá en las Cámaras y en los gobiernos de varios estados, hace creíble la expectativa de que podríamos estar ante un viraje en la relación bilateral que sea favorable hacia los fines de nuestro país. Antes de que el INE saliera a dar los resultados del conteo rápido, el pasado 1 de julio, Donald Trump dedicó un efusivo tuit para felicitar al futuro presidente de México. Al día siguiente, supimos que sostuvieron una conversación telefónica cuyo énfasis fue el respeto mutuo y la cooperación entre ambas naciones. A estas señales se suma ahora la visita de una delegación de alto nivel de la administración Trump al recién electo López Obrador. Los quiénes, dónde y cuándo de esta visita son, quizá, tan importantes como los temas que ambos equipos tocaron en esa reunión. La comisión enviada por Trump estuvo integrada por Mike Pompeo, secretario de Estado, Steven Mnuchin, secretario del Tesoro; Jared Kushner, asesor y yerno del Presidente, Kirstjen Nielsen, secretaria de Seguridad Nacional y otros funcionarios. El lugar de la reunión fueron las oficinas de transición de López Obrador, a donde también acudieron quienes han sido propuestos para la Oficina de la Presidencia, y las Secretarías de Gobernación, Hacienda, Economía y Seguridad Pública, además de Marcelo Ebrard, el futuro canciller. Esta visita se dio a 13 días de elección y cuando restan poco menos de cinco meses para que López Obrador se convierta en el presidente de México. Podría decirse que este tipo de acercamientos son naturales ante la importancia estratégica de México para Estados Unidos, por razones ya profusamente estudiadas. Sin embargo, no podemos inadvertir la coyuntura en que se dan estas expresiones de buena voluntad: un momento donde México ha elegido mayoritariamente una opción política que ha prometido un cambio profundo en el tipo de políticas que han trazado los últimos gobiernos, en lo político, económico y social. En este tenor, tales guiños de Trump al futuro presidente mexicano no pueden minimizarse, no obstante lo volátil e impredecible que ya sabemos puede ser el presidente estadounidense. No pocas voces han sostenido que Trump y AMLO convergen no sólo en agendas populistas, sino en un estilo caudillesco para gobernar, que gira en torno a la personalidad del líder, en demerito de las instituciones y con una retórica nacionalista. No obstante, lo importante de ahora en adelante será ver cómo López Obrador invierte el enorme capital político e indiscutible liderazgo para paliar la corrupción y para generar la anhelada prosperidad y bienestar para los mexicanos. Para López Obrador, el desarrollo es la clave para la cooperación entre ambas naciones, una premisa simple de decir pero de cuyo éxito podría depender que efectivamente se logre una relación de respeto mutuo y que sea ventajosa para ambos países. Sin duda Trump estará atento de las políticas internas que AMLO vaya anunciando en este periodo de transición, principalmente las que tengan que ver con generación de empleos y oportunidades de crecimiento, o lo que AMLO ha señalado como las causas profundas de la migración y la inseguridad, y que para Trump podrían representar una oportunidad para recibir cada vez menos migrantes ilegales. Por lo pronto, en noviembre vendrán las elecciones legislativas en Estados Unidos, que podrían provocar un regreso al discurso violento de Trump contra los mexicanos, mientras que en México Andrés Manuel estará más próximo a iniciar su gobierno con la obligación de comenzar a dar resultados inmediatos. *Maestra en Políticas Públicas por la Universidad de Oxford y Licenciada en Ciencia Políticas y Relaciones Internacionales, por el Centro de Investigación y Docencia Económicas.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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