Si, para agasajar a sus parientes la próxima Navidad, un centroamericano radicado en Estados Unidos quiere llevar a su país una pantalla curva de 80 pulgadas y de ultra alta definición, podría terminar decepcionado debido a que, con el apagón analógico, estos equipos dejarán de ser compatibles con la Televisión Digital Terrestre (TDT) que será implementada en la región. El problema es serio. Por ejemplo, de acuerdo con el estudio “Acceso y uso de los servicios de telecomunicaciones en Costa Rica”, dado a conocer a finales del año por el Viceministerio de Telecomunicaciones, el 69% de los ticos ni siquiera había escuchado hablar de la televisión digital. La situación no es muy distinta en el resto de Centroamérica, donde la mayoría de los países eligió el estándar japonés, que no es compatible con el estadounidense, para llevar a cabo el encendido digital, pero todavía le falta realizar cambios en sus leyes y reglamentos, informar a la población y, por supuesto, comenzar las transmisiones de prueba. La TDT básicamente ofrecerá a la audiencia de televisión abierta una señal de alta definición (HD) más estable y con mayor calidad de imagen y audio. Por su parte, las cadenas de televisión, con la misma cantidad de espectro de 6 Megahertz (MHz) que anteriormente usaban para generar una sola señal analógica, podrán tener hasta cuatro canales de televisión. El estándar japonés aportará otros beneficios, como la posibilidad de recibir la señal de televisión de manera gratuita en celulares y tablets, y una guía de programación. “Por otro lado, habrá el levantamiento de la señal de emergencia, que se puede hacer por zonas o a nivel nacional, para alertar sobre evacuaciones, en espacios de alta sismicidad, volcanes que entren en erupción, etc., y la posibilidad de que los usuarios accedan a contenidos de carácter interactivo al mismo tiempo que están viendo sus programas de televisión”, explica Larissa Coto, coordinadora académica de Beta Labs, de la Universidad de Costa Rica.   El origen del apagón Pero, además de su origen social y de esparcimiento, el apagón analógico, seguido del encendido digital, permitirá incrementar la competitividad. Del tema, Columbia Business School, en su estudio “Banda ancha, digitalización y desarrollo 2013”, estima que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de un país está vinculado con el aumento en la penetración de la banda ancha en su población. Pero, de acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la penetración de BAM en Centroamérica y República Dominicana es de 17.44%, mientras que en el resto de América Latina alcanza 24.32%, y en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), 64.58%. El mayor problema está en que la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) recomienda un espectro radioeléctrico de 1,700 MHz para aquellos lugares con alta densidad de población, de modo que tengan cabida los servicios de telefonía celular y banda ancha móvil hacia al año 2020. “Quitando a Costa Rica y Nicaragua, si uno mira a los países de América Central, se encuentran en menos de 300 MHz para la oferta de servicios móviles; entonces, están bastante retrasados [respecto a] las recomendaciones. Pero, si se llega a limpiar la banda que se está usando para los servicios de televisión analógica abierta y tenemos ese dividendo digital, habría 90 MHz adicionales que se pueden emplear para otros servicios”, señala José Otero, director para América Latina y el Caribe de 5G Américas. Para el experto, uno de los principales beneficios de la banda de los 700 MHz es que permite una mayor propagación. Es decir, actualmente, países como Costa Rica utilizan bandas de 1,500 a 1,600 MHz, por lo que necesitan entre cinco y 15 antenas, dependiendo de la geografía, para abarcar la misma cantidad de servicios que se cubriría con una sola antena de 700 MHz. Con ello se reduciría la inversión y se daría mayor cobertura en zonas rurales o de difícil acceso, a las que antes no se llegaba. También es trascendente porque, en algunos años, se empezarán a instalar redes para telefonía celular 5G (de quinta generación), que estarán diseñadas para soportar todo el tráfico del Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés), lo cual implica que se va a necesitar muchísimo más espectro. No hay que pasar por alto que el espectro radioeléctrico es finito y que no se puede ampliar. Desde el análisis de 5G Américas, la principal preocupación dentro de los países del Istmo se centra en Honduras, El Salvador y Guatemala, que requieren incrementar la cantidad de espectro que han asignado para los servicios móviles.   El laboratorio El crecimiento de los servicios de comunicación inalámbricos, móviles y de celular, que demandan cada vez mayor espectro radioeléctrico, aunado a la saturación de este espectro por la proliferación de canales de televisión en las grandes urbes del mundo, llegó a tal punto en 2006, que la UIT dictaminó que se tenía que transitar de la televisión analógica a la digital y, para ello, elaboró un acuerdo conocido como el Plan de Ginebra 2006. Los primeros en llevar a cabo este proceso fueron los Países Bajos, donde se realizó esta transición apenas seis meses después de la firma de ese tratado. Pero, a más de una década de distancia, América Latina es una de las regiones más atrasadas en la implementación. En Latinoamérica y el Caribe, sólo México realizó el apagón analógico en todo el país, a finales de 2016. Otros lo llevan a cabo por zonas: Brasil terminará en 2023, mientras que Panamá todavía no tiene una fecha determinada. En Centroamérica, Costa Rica podría ser la primera que haga el encendido digital, el 15 diciembre de 2017, día que concluirá un proceso que comenzó en 2009. Edwin Estrada, viceministro de Telecomunicaciones de Costa Rica, reconoce que dicha fecha sigue en pie pero, a finales de agosto o principios de septiembre, harán un alto en el camino para valorar los retos que tienen pendientes. Con base en esto, “estamos trabajando para determinar si se mantiene la fecha; y, si no, en qué condiciones se hará la transición”, comenta el funcionario. El problema es que todavía hay muchos factores por resolver. “Tecnológicamente, siento que el país ha ido muy lento en la implementación de las frecuencias de prueba, de las antenas y en la digitalización de los canales, por lo menos con los [canales con los] que yo he tenido contacto”, explica Coto, de Beta Labs. Para esta transición, Costa Rica seleccionó el estándar ISDB-Tb (Integrated Services Digital Broadcasting) también conocido como “japonés-brasileño”, que permite la interactividad entre dispositivos móviles, y es el mismo que eligió la mayoría de los países del Istmo (Panamá apostó al sistema europeo llamado DVB-T –Digital Video Broadcasting-Terrestrial–, que es la norma de la organización europea Digital Video Broadcasting). El estándar japonés-brasileño no sólo implica tener transmisiones de televisión en Alta Definición (HD): “Aparte, al tener una banda más baja [del espectro radioeléctrico] de la utilizada actualmente, se tiene una mejor propagación”, indica Otero. El especialista dice que eso implica la liberación del espectro usado por las emisiones de televisión en la banda de los 700 MHz, el cual puede ser empleado en servicios de banda ancha móvil (BAM). A esto se le conoce como dividendo digital. Por el lado de los usuarios, la demanda cada vez es mayor. Sólo en 2015, los ticos tuvieron un consumo de datos de 75,000 terabytes, con una tendencia al alza año tras año. El espectro liberado no sólo tendrá fines de lucro para los concesionarios, puesto que en el Plan Nacional de Atribución de Frecuencias 2015-2021, Costa Rica hizo una reserva de 24 MHz para ofertar servicios de radiodifusión en temas relacionados con desarrollo comunitario, salud, educación, transparencia, cultura y gobierno electrónico, entre otros. De hecho, se debe garantizar que este proceso se lleve a cabo de una forma favorable para la sociedad porque, de otra forma, este cambio tecnológico podría facilitar el monopolio de ciertas empresas que ya cuentan con varios canales con 6 MHz y que, a su vez, estarán en condiciones de multiprogramar sin ningún tipo de regulación o mayor costo de explotación de espectro. “En Costa Rica no hay una nueva ley al respecto. Todo se ha manejado por decretos y por planes para la distribución de frecuencias”, afirma Coto de Beta Labs. Contrarreloj  A unos meses de la fecha establecida por decreto en el año 2009, el país centroamericano todavía tiene asuntos por resolver para hacer el encendido digital de manera exitosa. Uno de ellos, quizá el más importante, es que la sociedad costarricense esté suficientemente informada sobre este proceso. Incluso, se emitió un reglamento que tiene como propósito que estén debidamente identificadas las pantallas en venta en Costa Rica que son compatibles con el sistema japonés-brasileño, porque en los distintos comercios se venden equipos que no funcionan con dicho estándar. Todo ello requirió de campañas de comunicación efectivas para que la gente tuviera mayor conocimiento del tema. “Pero, en procesos más exitosos realizados previamente, como el de Brasil o Japón, fueron campañas que tomaron varios años y con esfuerzos de información muy importantes. En Costa Rica, siento que esos esfuerzos no son tantos ni tan visibles”, argumenta Coto. Otro de los retos, además de la preparación que deben realizar las televisoras para hacer esta transición, es la adecuación de los títulos habilitantes para convertir las concesiones analógicas a digitales, tema en el que el gobierno está trabajando. “Hemos realizado diferentes acciones, tales como modificar el Plan Nacional de Atribuciones de Frecuencia, que es la norma con rango reglamentario que establece cuáles son los usos del espectro. Esa reforma se hizo a principios de 2017, en la cual se consignaron las características técnicas de la televisión, y ahora estamos trabajando en esa adecuación de títulos”, resalta Estrada. En cierto modo, Costa Rica será una especie de laboratorio para que la región lleve a cabo la transición. “Los países vecinos estarían esperando ver los aciertos y desaciertos que tenga aquí la implementación, para proseguir con sus respectivos procesos de adopción del o de los estándares; porque algunos ya lo tienen escogido y otros todavía están en estudios”, refiere Coto. Naciones como Guatemala podrían llevarlo a cabo hasta 2022, mientras que El Salvador es de las que aún no tienen fecha definida. Para Centroamérica, esto significará incrementar el espectro asignado para los servicios de banda ancha móvil y, con ello, implementar una serie de servicios como telesalud, educación a distancia, gobierno digital o mejorar la productividad de su población. En pocas palabras: lograr un mayor desarrollo económico y social para cada uno de los países de la región.

 

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