El pasado 1 de diciembre, el presidente anunció un incremento del 20% al salario mínimo para iniciar en enero del 2023, lo cual lleva la paga de los 5,160 pesos mensuales (258 dólares) a los 6, 223 pesos (311 dólares) y es aplicable únicamente a las personas que ganan un salario mínimo y tengan la categoría de trabajadores formales, dejando de lado al resto de la población ocupada.
El incremento fue anunciado como un gran logro por parte del Gobierno Federal y como una tragedia para la inflación por parte de los opositores a la presidencia de Andrés Manuel. La realidad es que ambas afirmaciones parecen no tener demasiado sustento cuando se revisan las cifras y el entorno económico.
Al hacer un análisis de la última Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (tercer trimestre del 2022), de toda la población que cuenta con un empleo en México, tan sólo el 49% se encuentra en condiciones de formalidad. El restante 51% no puede ser beneficiado del incremento, ya que, se encuentran como trabajadores informales y no hay forma de que el Estado mexicano pueda obligar a esos empleadores a mejorar la paga mensual.
No se debe perder de vista que para poder poner en marcha el incremento de 20% al salario mínimo, es necesario que los trabajadores se encuentren en una condición de formalidad y estén asegurados ante el Instituto Mexicano de Seguridad Social (IMSS) o el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). Del total de trabajadores formales y afiliados al IMSS o ISSSTE, tan sólo el 4 % percibe un salario mínimo, siendo esta la única población beneficiada por el incremento salarial.
Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado
Hasta el momento, los cálculos se han hecho tomando como referencia a la población ocupada de manera formal; en caso de hacerse con el total de personas empleadas (formales e informales), la población beneficiada sería tan sólo del 2%.
Cuando se tiene un mercado de trabajo en el cual hay 57 millones y medio de trabajadores (formales e informales) y tan sólo el 2% se ve beneficiado de una mejora salarial (1,150,000 personas), no hay manera que exista un incremento en los precios a partir de consumir más bienes, ya que, los 56 millones restantes seguirán con los mismos niveles salariales y en caso de incrementarse, el aumento será en cifras cercanas o menores a la inflación del 2022, lo cual no genera una presión inflacionaria.
Dejando de lado el incremento salarial, factores que tendrán más peso en el incremento de precios es el conflicto bélico que tienen Ucrania y Rusia, debido a que los insumos alimenticios y energéticos que habitualmente exportan seguirán detenidos y comerciándose a precios por encima de lo habitual.
En lo que se refiere a lo climático, es cada vez más común encontrar temporadas con menos lluvias, lo cual dificulta la producción de alimentos y, por ende, los precios finales terminan por encarecerse ocasionando incrementos en la inflación. Lo mismo ocurre en caso de huracanes o exceso de lluvias.
Sobre el espacio físico disponible para producir, hoy el mundo entero debe decidir entre destinar espacios a la vivienda o la producción de alimentos, lo cual genera también una presión inflacionaria al momento de alquilar o comprar una vivienda o producir alimentos debido a la limitante del espacio.
Por tanto, lo normal en México para el 2023 será el tener una inflación cercana al 7% con presiones a los precios que llegarán desde diferentes lados, pero jamás por el alza al salario mínimo debido a que es una población muy pequeña la que se está beneficiando de esa medida.
Contacto:
Twitter: @edmar_lezama
Instagram: edmar_lezama
Correo: [email protected]
El autor es Docente de economía en la UNAM, coordinador del Programa Único de Especializaciones en Economía (Posgrado, UNAM).
