Dana Bledsoe estaba sentada en el Centro de Cáncer de Mama Weill Cornell, sonriendo mientras un artista profesional de body paint perfeccionaba los colores brillantes que rayaban sus brazos. Cintas de color azul, blanco, rojo, negro y amarillo se extendían desde el patrón tribal y de plumas que decoraba toda la parte superior de su cuerpo y cara. La madre de tres hijos, que tiene cáncer de mama en estadio 4, por lo general acude al Centro de Cáncer para ver a su oncólogo. Pero en una nublada mañana de septiembre, la artista de body paint Avilda Whittmore-Walker la transformó en la “bella guerrera” que deseaba ser. “Cuando me miré al espejo pensé: Soy un ser completamente diferente”, dice Dana, de 49 años. “Pude sentir que tenía más esencia de esta mujer guerrera, y me transformé. No me siento así todos los días”. Dana fue una de las ocho mujeres, en diferentes etapas de tratamiento y sobrevivientes de cáncer de mama, que participaron en el primer Proyecto de Empoderamiento de la Mujer con Cáncer de Mama, una serie de sesiones de body paint y fotografía organizadas por la sobreviviente Marquina Iliev-Piselli, quien ha sido tratada en el mismo Centro de Cáncer. Marquina transformó su propia experiencia del cáncer de mama a través del arte y la creatividad, y quería ayudar a otras a hacer lo mismo.Quería ayudar a las personas a sentirse positivas acerca de sus cuerpos después de haberse sometido o durante el tratamiento de cáncer. Esta es una manera de recuperar su cuerpo de la enfermedad“, dice Marquina, de 38 años, una comercializadora de libros, que se encuentra en remisión. En 2015, mientras enfrentaba un agresivo tipo de cáncer de mama llamado HER2-positivo, convirtió sus tratamientos de quimioterapia en sesiones fotográficas glamorosas con la ayuda de su amigo, el fotógrafo Casey Fatchett, quien se asoció con Marquina nuevamente para fotografiar a las pacientes en este reciente proyecto de body paint. Llamándolo Proyecto Glam Chemo, Marquina utilizó complejas vestimentas, joyas, maquillaje y pelucas, todo mientras poderosas drogas se introducían en su pecho durante seis horas seguidas. Logró crear una experiencia tan positiva que ahora disfruta volver al Centro de Cáncer para ofrecer la misma positividad a los demás. “He conocido a otros sobrevivientes que no quieren volver a donde recibieron su tratamiento, pero este no es un lugar donde me siento mal. Siento que puedo ayudar a otros a seguir adelante”, dice Marquina. Las invitaciones para el proyecto se enviaron a pacientes actuales y antiguos del Centro de Cáncer de Mama Weill Cornell y también se distribuyeron a grupos de cáncer de mama en tres estados de Estados Unidos. Levantando espíritus Una mañana de otoño en el Centro de Cáncer de Mama Weill Cornell, el estado de ánimo se sintió como si unas damas de honor estuvieran preparándose para una boda. En una sala de conferencias no lejos de donde algunas recibieron tratamiento, las mujeres se turnaban para conectar sus teléfonos a los altavoces para escuchar música, comer pasteles y bagels, beber café y reírse. Algunas consultaron Pinterest para elegir su diseño de arte corporal. Se sostuvieron los brazos no para un examen, sino para que los pinceles alcanzaran sus axilas. Staci Akselrod, de 27 años, que tenía pintado un brillante unicornio rodeado por un cielo azul brillante en su pecho, sonrió radiante para una selfie, mientras su artista, Jocelyn Goode, preparaba el siguiente color. Para Akselrod, quien se estaba preparando para una mastectomía radical modificada la semana siguiente, el proyecto fue empoderador. “Fue una buena forma de prepararme mentalmente para los cambios que vendrán con la cirugía”, dice ella. Para otras, la sesión de body paint y la sesión fotográfica fueron una merecida distracción. “Estábamos completamente aturdidas”, dice Jacqueline Hurley, de 38 años, quien programó un chequeo con su médico en el Centro de Cáncer ese mismo día y salió, completamente pintada, para recibir una inyección mientras esperaba a que tomaran su fotografía. El pecho de Jacqueline mostraba un dragón verde lleno de puntos con ojos amarillos y deslumbrantes. Ella lo eligió como un tributo al Empire Dragon Boat Team NYC, el equipo de barcos dragón de supervivientes de cáncer de mama en la ciudad de Nueva York, del cual es miembro. Ella le da crédito al equipo de remo por ayudarla a recuperar su vida del cáncer y darle fuerza. Jaqueline trajo consigo la medalla de oro que su equipo ganó en una competencia reciente. “Conforme aplicaban la pintura, pude sentir una especie de transformación mental y física” dice Jacqueline, administradora de un portafolio de inversión, cuyo dragón fue pintado por el artista Ralph Serrano. “Sentí que tenía una armadura puesta, no para protegerme sino para ayudarme a sentirme más fuerte”. Recordó algunos momentos difíciles durante la quimioterapia o cuando recibía miradas de compasión en la calle. Se había afeitado la cabeza para prepararse para la caída de cabello, pero para su sorpresa, al mirarse al espejo, sus cejas y pestañas también habían desaparecido. “No pensé que me molestaría tanto perder mis cejas o darme cuenta de que no tengo pestañas”, dice Jacqueline. “No pensé en cómo manejar eso. Verte al espejo y no reconocer en absoluto a quien te devuelve la mirada, es difícil”. El proyecto coincidió con el primer aniversario de Jacqueline de haber terminado su tratamiento.”Sentí una especie de empoderamiento e invencibilidad por regresar al Centro de Cáncer ese día”, dice. “El dragón se sintió poderoso y místico”. Una experiencia de unión El Proyecto de Empoderamiento de Mujeres con Cáncer de Mama generó un sentido propio de comunidad, y muchas de las participantes lo describieron como una sesión de terapia catártica. Con la pintura siendo lo único que cubría sus pechos, intercambiaron historias sobre los efectos secundarios del tratamiento, sus familias y sus carreras. Algunas se estaban preparando para o ya habían sido sometidas a lumpectomías o mastectomías, otras comenzaban la menopausia temprana como resultado de los medicamentos. Una mujer joven discutió si podría tener hijos, y otra señaló que su parte favorita de la quimioterapia era que ya no tenía que afeitarse las piernas. “Es una hermandad y un vínculo único”, dice la participante Carrie Kreiswirth. “[El cáncer] es un club del que no quieres ser parte, pero una vez que estás dentro, estás en él de por vida y crea conexiones que se sienten reales, útiles y positivas”. Carrie, de 40 años, no sabía qué diseño escogería al llegar. Mientras ella y la artista Ashleigh Alexandria hablaban, mencionó sin mucho pensar a “la chica en llamas”, refiriéndose a Katniss Everdeen, la heroína de “The Hunger Games” en quien pensaba mucho durante su tratamiento de cáncer, ahora completado. “El concepto se transformó rápidamente en la idea de un fénix que se elevaba de las cenizas, con el que también me identifiqué”, dice Carrie, quien tenía imágenes de fuego a lo largo de sus brazos y torso. Ella dice que interpretó el mito del fénix para simbolizar el poder, la paz y la paciencia, que la acompañaron durante su propio viaje. También estuvo tarareando la canción de Alicia Keys “Girl on Fire” durante toda la mañana. Faith Taraskus, de 38 años, que a principios de este año se sometió a una mastectomía bilateral, optó por tener una rosa con llamas pintada en su pecho. “Era muy femenino y bonito, pero fuerte”, dice ella. “Todavía no tengo mis implantes finales, y no los tendré hasta dentro de mes y medio, así que ha sido extraño. Odio decirlo, pero a veces me siento menos mujer. No tengo senos en este momento. Tengo expansores [de tejido que dejan espacio para el implante final] y tienen una forma extraña y no están en el sitio correcto. En su lugar, ver algo hermoso fue un recordatorio muy útil de que todavía soy yo, con o sin pechos naturales “. La Dra. Tessa Cigler, oncóloga experta en cáncer de mama del NewYork-Presbyterian/Weill Cornell Medical Center, estuvo presente en las sesiones y posó para algunas fotos con sus pacientes. “Un diagnóstico de cáncer de mama y su tratamiento tiene tantas implicaciones para la imagen corporal de una mujer”, dice la Dra. Cigler, quien también es profesora asociada de medicina clínica y directora médica del Weill Cornell Breast Center. “La capacidad de celebrar su propio cuerpo de una manera positiva y recuperar el control es fortalecedor. Es increíble reconocer la increíble fuerza y belleza de estas mujeres”. Una celebración del empoderamiento En un momento de la mañana, Dana mencionó que quería portar su obra de arte todo el día y mostrarla a sus hijos y quizás caminar por las calles. Pronto, se estableció un plan para desfilar por Central Park en su body paint. Unas horas más tarde, Marquina pidió un viaje en Uber para llevarla a ella, a Dana, Carrie y su fotógrafo a Central Park para una sesión fotográfica al aire libre. “El conductor de Uber no pareció desconcertado cuando subimos al automóvil”, dice Marquina. “Simplemente dijo: ‘¿Eres Marquina?’, y nos subimos”. Las mujeres se dieron apodos de acuerdo a su body paint -Freaky, Phoenix y Feather- y posaron cerca de algunas columnas y una fuente en el parque. Mientras estaban sentadas, con el pecho descubierto, sobre una roca, una patrulla pasó y Marquina dice que pensó, “Por favor, no nos arresten, por favor no nos arresten”. (La sesión continuó sin interrupción alguna) Marquina no está segura de lo que será su proyecto en un futuro. Podría convertirse en un libro, un ensayo fotográfico, o quizás simplemente imágenes para que las mujeres las guarden como un recordatorio de la confianza que les inspiró ese día. “Quería crear un proyecto alentador para ayudarlas a sentirse bien en su propia piel”, dice Marquina. “Saqué más provecho de este proyecto de lo que podría haber imaginado debido a la positividad en la sala y a las mujeres maravillosas. Ver a cada individuo salir de su caparazón frente a una cámara y reflejar esta poderosa versión de sí mismas fue inspirador”. Dana encontró el día liberador. “Celebramos a las mujeres con cáncer”, dice ella. “No nos escondemos, sino que nos celebramos a nosotras mismas sin importar las cicatrices que tengamos o lo que le hayan hecho a nuestros cuerpos”. Portó su pintura el resto del día y recogió a su hijo de 11 años en la escuela y lo llevó a la práctica de tenis, mostrando su pecho completamente pintado a los otros padres. “Me sentí absolutamente valiente”. Si deseas consultar más artículos relacionados con el cuidado de la salud, te invitamos a visitar el sitio: https://healthmatters.nyp.org/ Y para mayor información acerca de los servicios que ofrece el NewYork-Presbyterian Hospital, sigue la página nyp.org/serviciosglobales o agenda una cita personalizada al teléfono +1-212-746-9100.  
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