Argentina vota este domingo con “esperanza”, expresión repetida por políticos de distinto signo, en unas inciertas elecciones para conocer quién presidirá el país a partir del 10 de diciembre y en las que ya han votado un 45% de los argentinos hasta las 14:00 hora local (17:00 GMT).

Según las cifras facilitadas por la Cámara Nacional Electoral (CNE), a falta de sólo cuatro horas para el cierre de los centros de votación, un 45% del padrón había pasado por las urnas, algo superior a las generales del 22 de octubre (44%).

En las jornadas previas, existía incertidumbre sobre este aspecto, ya que, más allá del enojo de la ciudadanía con la clase política o de las dudas que los votantes pueden tener sobre uno u otro candidato, el balotaje se celebra en un fin de semana ‘largo’, ya que este lunes es festivo, lo que ha movido a muchos a viajar en un país que no cuenta con sufragio por correo.

Los dos candidatos a la Presidencia argentina, el oficialista Sergio Massa (Unión por la Patria, peronismo) y el opositor Javier Milei (La Libertad Avanza, ultraderecha), emitieron su voto con apenas media hora de diferencia: el primero a las 12:11 hora local (15:11 GMT) y el segundo a las 12:40 hora local (15:40 GMT).

Ambos fueron recibidos por multitud de seguidores que los rodearon, aclamaron y expresaron su cariño o sus peticiones por si ocupan la Casa Rosada desde el 10 de diciembre por el período 2023-2027.

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“Esperanza”

Si el “cambio” fue la palabra que dominó la campaña electoral, “esperanza” es la que se escuchó en más ocasiones en este domingo de balotaje, pronunciada por adversarios políticos.

Desde el expresidente Mauricio Macri (2015-2019), aliado de Milei para esta segunda vuelta, al propio Massa, pasando por la excandidata Patricia Bullrich -quien también respalda al libertario-, todos usaron la palabra “esperanza” como sentimiento para Argentina a partir de esta elección, que tiene lugar cuando se celebran los 40 años del retorno a la democracia tras la última dictadura militar (1976-1983).

Precisamente el grito vinculado a la resistencia contra el régimen militar, “Nunca más”, fue pronunciado en los alrededores del centro al que acudió a votar Victoria Villarruel, candidata ultra a la Vicepresidencia, negacionista -como Milei- de los 30.000 desaparecidos reconocidos por organismos de derechos humanos y partidaria de la teoría de los “dos demonios”, que equipara la lucha guerrillera con el terrorismo practicado desde el Estado.

La democracia fue lo que más defendió el presidente de Argentina, Alberto Fernández, en su última votación en su mandato, que concluirá el 10 de diciembre, al hablar de que este domingo “es un día más donde los argentinos votamos y elegimos nuestro futuro” y expresó su deseo de que sea una jornada “de felicidad” para la ciudadanía.

También la vicepresidenta, Cristina Fernández, que afronta sus últimas semanas en un cargo público después de 20 años en el primer plano de la política argentina, resaltó la importancia de que este sea “el segundo balotaje de la democracia”, en alusión al único precedente que existe, en el que el centroderechista Mauricio Macri ganó el peronista Daniel Scioli, en 2015.

En estos 40 años de democracia, todos los presidentes ganaron en primera vuelta, salvo la ya mencionada y la de 2003, cuando los peronistas Carlos Menem y Néstor Kirchner no alcanzaron los votos suficientes y pasaron a segunda vuelta.

No obstante, el expresidente (1989-1999) renunció a participar y el entonces gobernador de Santa Cruz inició su mandato (2003-2007).

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Resultado incierto

Unos 35.8 millones de argentinos están convocados para votar en una segunda vuelta de las elecciones presidenciales sin un favorito claro: las encuestas arrojan un empate técnico, ya que algunas dan como favorito al oficialista y otras al opositor; en ambos casos, con poca ventaja.

No es menos cierto que pocos se fían de los sondeos, después de que, en las primarias, nadie predijo el triunfo de Milei y de que, en las generales, nadie dio a Massa como ganador y sí anunciaron la victoria de Milei.

La decisión por el actual ministro de Economía -con un 142,7 % de inflación interanual, un 40,1 % de pobreza y una brecha cambiaria superior al 200 %- o por un candidato que amenaza con planes que, según numerosos expertos, son “irrealizables” y pasea una motosierra como metáfora de su política sobre el gasto público podría llevar a muchos ciudadanos a votar en blanco.

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