Por David Vargas. El 8 de mayo de este año, ante unos 2,000 ciudadanos, más de un centenar de delegaciones internacionales y representantes de los supremos poderes costarricense, el periodista y escritor Carlos Andrés Alvarado Quesada, de 38 años, tomó posesión como el presidente número 48 de Costa Rica. Desde el primer momento, su administración se ha caracterizado por romper esquemas. Por ejemplo, designó a Epsy Campbell, quien se convirtió en la primera mujer afrodescendiente que ostenta una vicepresidencia en Latinoamérica. Al hablar de sus ministros, más de 50% son mujeres, provienen de cuatro partidos políticos nacionales y uno a nivel provincial, y entre ellos hay una nieta y un sobrino de quienes firmaron en bandos opuestos el acuerdo de paz de la Guerra Civil de 1948. El presidente Alvarado, quien compitió por el Partido Acción Ciudadana (PAC), también conformó un gobierno de unidad nacional posterior a las elecciones, el primero desde 1948, mediante una alianza con el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), con el que trazó acuerdos políticos. Después de que Carolina Hidalgo Herrera, la nueva presidenta de la Asamblea Legislativa, le tomó juramento y le colocó la banda presidencial, en su discurso Alvarado habló de los principales retos que enfrentará su gobierno: inseguridad ciudadana, crecimiento económico sostenible y protección del medio ambiente, pobreza y desigualdad en el país, oportunidades de empleo para la población, y el restablecimiento del balance en las finanzas públicas. Estimaciones del Banco Central de Costa Rica (BCCR) indican que el déficit fiscal del país centroamericano llegaría a 7.9% del producto interno bruto (pib) a finales del 2018, a menos de que se tomen medidas correctivas en los ingresos y gastos del Estado. También hay que mencionar que calificadoras de riesgo internacionales, como Fitch, Moody’s y Standard & Poor’s, han dado valoraciones negativas al riesgo soberano del país debido a las dificultades para aprobar medidas para paliar la degradación en las finanzas costarricenses. Puedes leer: “Nos salvamos de un presidente evangélico en Costa Rica”: Laura Astorga Carrera Para el nuevo presidente, esta situación es el tema más urgente que debe atender su gobierno. Así lo declaró en una entrevista con Forbes en la primera semana de mayo, a sólo cuatro días de asumir las riendas del país. Sereno al conversar, con vestimenta sobria y sin canas que peinar todavía en su cabellera, Alvarado Quesada habla sobre cómo su gobierno basará su estrategia en priorizar lo que une a los costarricenses, en lugar de enfatizar lo que los divide. En palabras del gobernante, él es ahora “el presidente de todos y todas las costarricenses, tanto para los grupos económicos más importantes del país como para las personas más vulnerables. Ese es mi trabajo, gobernar para todos”, afirma. Esa estrategia estará a prueba desde el día uno de su gobierno. La administración anterior de Luis Guillermo Solís, de la misma agrupación política a la que pertenece Alvarado, sometió a discusión legislativa “en tiempo de reposición” un plan fiscal que pretende aliviar la presión del déficit en las finanzas públicas por la vía de modificación de impuestos (para pasar a un esquema de impuestos al valor agregado) y gravar algunos bienes y servicios antes exentos en Costa Rica. Estas medidas ya generan rechazo, desde diputados de oposición en el Congreso costarricense que quieren hacer modificaciones al plan, hasta los principales líderes sindicales en el país que se oponen a la creación del impuesto al valor agregado. Alvarado asegura que su gobierno está comprometido con una agenda administrativa de eficiencia y contención del gasto público, algo que la oposición le exige para aprobar nuevas medidas. La amenaza de que el déficit fiscal en Costa Rica llegue al 7.9% del pib, según estimaciones del BCCR, no es algo que esculpa arrugas en el ceño del nuevo presidente: “Si actuamos desde la Asamblea Legislativa y seguimos actuando con controles al gasto y eficiencia desde el Ejecutivo, no preveo que lleguemos al 2019 con ese déficit”, puntualiza. Sin embargo, Alvarado enfatiza en la necesidad de actuar con prontitud. “Como Gobierno, tenemos un compromiso para hacerlo: siendo eficientes, luchando contra el contrabando, la elusión fiscal y la subfacturación”. “Pero no hay un escenario en donde, haciendo esas cosas, evitemos ir a la Asamblea Legislativa en materia de impuestos. Ambas cosas deben pasar. Si ambas ocurren, no llegaremos al 2019 con esas cifras”, agrega. La negociación en el Congreso no será sencilla. Y Alvarado recalca la idea de unidad nacional al expresar: “todos somos costarricenses y amamos este país”. Y en ese contexto cuenta con que el avance sea “ágil y responsable, como lo demanda el país”. El gobernante es cuidadoso para señalar las causas y posibles culpables de exacerbar el problema: ¿Como se llegó a esta situación fiscal? “Prorrogamos por 16 años decisiones que había que tomar en esta materia. La única ventaja que yo tengo frente a los cuatro gobiernos anteriores es que el tiempo ya se agotó. Esto lo hacemos sí o sí en esta administración. Corresponde actuar y llegamos a esta situación por no actuar. Tal vez los gobiernos anteriores no fue que no actuaron, sino que no concretaron [sus proyectos], y no por su propio deseo, sino por la complejidad en la Asamblea Legislativa, o porque se frenó su avance por asuntos procedimentales e institucionales. Hoy necesitamos actuar y concretar.” ¿Qué necesita Costa Rica para revertir su déficit actual? “Desencadenar la obra pública para acelerar el crecimiento económico es muy importante; reducir y simplificar la tramitología y digitalizar procesos también lo acelerará; mejorar el sector educativo: hay muchos puestos de trabajo y muchas inversiones que, por la falta de personas capacitadas en los diferentes campos, no se están haciendo, y también dejará réditos económicos. Son acciones que, coordinadas en el sentido correcto, ayudarán. No hay una única acción que lo genere, sino varias acciones en el sentido correcto y de manera decidida que pueden ayudar al crecimiento.” Limando asperezas El derecho al matrimonio de las parejas del mismo sexo fue un tema determinante que dividió a Costa Rica en las pasadas elecciones. La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) emitió un criterio, el 9 de enero del 2018, ante una consulta que hizo el gobierno de Costa Rica sobre su cumplimiento en materia de derechos humanos, incluyendo el derecho al matrimonio para las personas del mismo sexo. La respuesta del ente internacional cambió el curso de las elecciones al determinar que la nación debe garantizar la protección para las familias conformadas por parejas del mismo sexo. Esa respuesta dividió en dos bandos a los votantes del país: aquellos a favor del matrimonio gay y aquellos en desacuerdo. En segunda ronda electoral se enfrentaron los dos candidatos que lograron mayor cantidad de votos en primeras elecciones: Fabricio Alvarado, conservador evangélico del Partido Restauración Nacional (PRN), y Carlos Alvarado, oficialista del PAC y de corte progresista. Los costarricenses se decantaron por mayoría apabullante hacia Carlos Alvarado (60.6% de los votos, es decir, 1.322 millones de personas). Sin embargo, Costa Rica sigue siendo una nación predominantemente conservadora, y el tema del matrimonio igualitario sigue provocando escozor. El presidente apoya estas uniones, pero sabe que su principal aliado político, el PUSC, no comparte su visión sobre el tema. Alvarado indicó que su gobierno y el PUSC tienen un acuerdo de estar en desacuerdo sobre el matrimonio gay: “El tema ahora trasciende el Ejecutivo y ahora está en manos de la Sala Constitucional [máxima instancia de las cortes en Costa Rica]. Puede que regrese a la Asamblea Legislativa y si ocurre habrá que tomar posición en ese tema particular”, agrega. ¿Usted va a impulsar el matrimonio igualitario? “Estamos a la espera de lo que diga la Sala Constitucional. Como había mencionado, ese tema ya trascendió el Ejecutivo. Yo fui claro durante la campaña de que yo sí apoyaba el matrimonio igualitario. Eso no tiene que ser un tema que haga implotar las alianzas posibles. En ese tema no tenemos acuerdos, pero eso no significa que en otros sí podamos caminar de manera conjunta. Mi mandato es para unir a las personas y construir sobre lo que nos une. Este tema que puede ser polémico, una vez que se aborde en la Sala, ya veremos cuál será la ruta. Pero no creo que deba ser el centro del debate. Si lo ponemos al centro, vamos a enfatizar en lo que nos separa. Costa Rica necesita muchas cosas para avanzar, yo hago énfasis en las que nos unen.” El presidente de Costa Rica enfatiza que el país necesita avanzar, y desde su punto de vista, la forma de hacerlo es aglutinar fuerzas en una causa y dirección común: “Mi aspiración no es partir este país, es unir este país y unir diferentes segmentos y grupos en una sola línea de lo que nos interesa a todos”. En deuda con Costa Rica La noche del 1 de abril, cuando se conoció el resultado de las elecciones de segunda ronda, Ottón Solís, líder histórico del PAC, declaró a medios locales que su partido estaba en deuda con Costa Rica, refiriéndose al desempeño del gobierno saliente y las oportunidades de mejora en un segundo mandato de su facción. Sin embargo, el presidente Alvarado cree que Costa Rica está en deuda con sí misma y le falta confiar más en sus propias virtudes para tener liderazgo a nivel regional e internacional. Para el mandatario, el país debe ser líder en la descarbonificación de la economía, en el uso de energías limpias, en la reducción de la pobreza y la desigualdad para impulsar una mayor inclusión de las personas. “Costa Rica debe liderar en la Cuarta Revolución Industrial, profundizando los conocimientos y la industria de la impresión 3D, de biotecnología, de las megabases de datos, de la inteligencia artificial, de la robótica. Costa Rica lo que tiene es eso: talento humano, y es un área donde debe comandar”, insiste. En comercio internacional, Alvarado califica de importantes los acuerdos que mantiene el país con otras naciones, pero indica que todavía puede sacarles más provecho: “No hemos logrado que muchos sectores se logren encadenar al comercio internacional. Hay que transformarlos e invertir en sectores que generen valor agregado, en tecnificación, en innovación, en acompañamiento, y en créditos”. El comercio internacional vinculado al aparato productivo costarricense es una ventaja competitiva, de acuerdo con el mandatario. “Hoy, uno de los problemas del déficit fiscal es que nos limita nuestro margen de inversión productiva. Tenemos que hacer lo mejor posible con los recursos a la mano para acelerar la inversión productiva. Eso abre espacios para alianzas público-privadas en este contexto fiscal”, concluye.

 

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