Por Rafael Páez*

Industria 4.0 es un concepto que ciertamente está de moda en estos días y casi nunca falta en las charlas de negocios; sin embargo, su implementación es un poco más compleja. Pese al impacto que sus tecnologías han demostrado, las empresas siguen relegándola a un segundo plano. ¿Quieres un ejemplo? La inteligencia artificial, que es una de las tecnologías con mayor impacto de la I4.0, aún está en una fase incipiente en la mayoría de las industrias —apenas 2 de cada 10 negocios en el mundo la han adoptado de forma general en todo el negocio, según McKinsey—.

Esta es, de hecho, una cifra que refleja la situación general de la innovación en México. El índice global 2019 en esta materia, que elabora la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO, por sus siglas en inglés), situó a México en la posición 56 entre 129 economías, luego de analizar factores que van desde inversiones en desarrollo tecnológico, patentes registradas, instituciones públicas y privadas que fomenten la innovación, recursos humanos de alta especialización, servicios gubernamentales en línea, entre muchos más.

Si vemos lo que sucede de forma particular en la industria manufacturera y el rezago que enfrenta en innovación tecnológica, es consecuencia de un problema sistémico un poco más profundo, el cual tiene que ver con un modelo económico industrial que, durante muchos años, priorizó los bajos costos —incluidos, desde luego, los bajos salarios—. Y aunque los esfuerzos empresariales, gubernamentales y académicos apuntan a cambiar este modelo por uno basado en innovación, llevarlo a la práctica con proyectos concretos y de largo alcance suele ser mucho más complejo por la dinámica operativa que, en muchas ocasiones, engulle el tiempo y las prioridades de los altos ejecutivos.

¿Qué ocasiona esta situación? Que los proyectos de innovación (en este caso de Industria 4.0) se vean frenados por una o varias de las siguientes causas: no se ajustan a las preocupaciones actuales de la compañía, no hay competencias o recursos humanos especializados para ejecutarlos, políticas internas de tipo burocrático los ralentizan o, peor aún, los asesinan. Estoy seguro que tu compañía ha caído en alguna de estas situaciones.

SI lo aterrizamos al caso de una empresa industrial, por ejemplo, un director de Operaciones jamás destinará parte de su preciado presupuesto anual en incorporar tecnologías emergentes o echar a andar proyectos de Industria 4.0 cuyo potencial, en muchas ocasiones, no comprende del todo. Sabemos bien que su motivación principal es buscar constantemente una mayor productividad en la planta, una rentabilidad operativa, etc. Por ello, la posibilidad de que la empresa pierda dinero en proyectos que no considera prioritarios para el negocio podría costarle el puesto.

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¿Qué se puede hacer para salir de este círculo vicioso? Desde nuestra experiencia, hemos visto que las empresas manufactureras avanzan en Industria 4.0 mediante dos caminos: 

  1. Se ven forzadas a innovar porque constantemente deben lograr eficiencias operativas donde tradicionalmente ya no las encuentran. Ello las lleva a experimentar con tecnologías emergentes que muestran un impacto en el negocio, con una clara rentabilidad. Hemos visto casos de clientes que ven un enorme potencial en los datos una vez que las circunstancias los obligan a ello. No es lo ideal, pero funciona.
  2. Innovan porque los ejecutivos responsables de tomar decisiones en diversas áreas tienen entre sus objetivos —incluso, en algunos casos están ligados a bonos anuales—, la consecución de resultados positivos para el negocio a través de proyectos de innovación e Industria 4.0. Esta opción es ideal, pues exige trabajar una nueva visión del negocio a partir de su transformación digital y la adopción de tecnologías emergentes.

Hay que decirlo: pocas empresas intentan con la segunda opción, aunque hemos visto que en la práctica resulta ser altamente efectiva, pues obliga a que los altos ejecutivos concreten proyectos entre diversas áreas orientados a digitalizar y optimizar procesos, crear y lanzar nuevos productos, etcétera.

Esto también elimina una traba que enfrenta la innovación: la operación cotidiana que, muchas veces, absorbe las prioridades del día a día. Con una estrategia de este tipo, por ejemplo, se da pie a proyectos tecnológicos que surgen de la colaboración junta de los responsables de la operación y la innovación, lo que da pie a una mejor definición del proyecto, con un claro enfoque en generar ROI, y sin trabas operativas o burocráticas. 

En suma, alinear proyectos de I4.0 tanto a los objetivos del negocio como a los individuales puede ser una opción para vencer la resistencia al cambio. La decisión es tuya.

 

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*El autor es cofundador y director ejecutivo de Gesta Labs, estudio de innovación en Industria 4.0.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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