cintillo_2013

Algunas de las lecciones más importantes sobre finanzas personales provienen de aquellos que empiezan a ganar dinero.   Por Samantha Sharf   Kasey Trenum compró seis botellas de detergente para ropa, cuatro botellas de suavizante y dos cajas de hojas para secadora, todo por menos de 8 dólares. “Todo el mundo necesita detergente para ropa, y ésa es sólo una de las cosas que pueden arruinar tu presupuesto”, asegura. Trenum consiguió esa ganga comprando cuando su marca favorita estaba de oferta y no cuando se quedó sin jabón. Obligado a evaluar sus gastos cuando golpeó la recesión, Trenum descubrió que las tácticas de presupuesto hicieron más que ahorrarle unos pocos centavos en latas de atún. Le dieron la oportunidad de tomar control de su futuro financiero. Como cofundador de Time2SaveWorkshops.com y autor de Couponing For the Rest of Us: The Not-So-Extreme Guide to Saving More, Trenum argumenta que el desperdicio financiero no viene sólo de lo que compramos, sino de cómo lo compramos. “Lo más importante que tienes que aprender es cómo hacer compras de manera diferente. La mayoría de nosotros esperamos hasta que nos falta algo, lo anotamos en la lista y vamos a comprarlo, pero no tenemos ni idea del precio que tendrá cuando lleguemos al supermercado.” Su colega blogger y experto en ahorro, Sami Cone, reconoce que la forma en que pensamos sobre el dinero puede tener un gran impacto en lo que gastamos, especialmente cuando se es joven. “Yo solía pensar que estaba en la ruina cuando estaba en mis veintes, pero en realidad era sólo que no llevaba un registro del dinero que tenía. Gasté mucho dinero en ropa y comida, cosas de consumo, en lugar de ahorrar para experiencias. “Con esto en mente Cone ahora enseña a sus lectores cómo gastar menos en artículos de primera necesidad para que puedan poner destinar más dinero a las metas de ahorro y de las cosas que realmente quieren. Barbara O’Neill, profesora de finanzas personales de la Rutgers University defiende igualmente la conciencia financiera. Señala que si bien la mayoría de la gente puede decir lo que gasta en renta, tiene poca idea de lo que destinará a café o comida cuando sale. “Son las cosas cuyo precio es variable y que pueden no costar mucho en el día a día, pero si se suman a final de mes, podríamos estar hablando de montones de dinero. “Sin un plan que incluya ahorro y gasto, señala O’Neill, la gente tiende a derrochar más de lo debido. Cuando se trata de nuestras finanzas, el conocimiento es poder, y comprender en qué han estado mal los veinteañeros puede ser clave para asegurarse de salir adelante. 1. Comida. Cuando O’Neill y sus estudiantes discuten “gasto hormiga”, la comida está siempre en la parte superior de la lista. Los estadounidenses gastaron un promedio de 4,229 en alimentos per cápita en 2011, según cifras oficiales, con un 51% de ellos comiendo en casa y 49% en la calle. Aunque la mayoría de la gente reconoce que las comidas en restaurantes son caras, no ve peligro en los atractivos sitios de entrega de alimentos como seamless.com, delivery.com o grubhub.com, y no consideran cómo la forma en que compran, preparar y almacenan los alimentos puede afectar sus finanzas. Para los jóvenes que cocinan O’Neill recomienda tomar en cuenta el almacenamiento. “La gente desperdicia su comida y tira mucha en buen estado, eso puede ser un gran problema sobre todo si vives solo.” Invierte en Tupperware y come los sobrantes después. 2. Ahorro. No, no nos referimos a que el propio ahorro sea un desperdicio, pero el ahorro de forma incorrecta puede serlo. La asesora financiera enfocada para jóvenes y blogger de Broke & Awesome, Kristen Euretig, advierte: no “dejar que lo perfecto sea enemigo de lo bueno”. Ella sugiere acercarse a un especialista para recibir asesoría sobre la mejor manera de poner a trabajar los recursos. Tener el dinero en el banco en una cuenta ahorro no es la única opción, jóvenes. 3. Educación. Durante la recesión que comenzó en 2007, en EU se disparó la matrícula de cursos de posgrado, sin embargo, para los graduados con poca o ninguna experiencia laboral, la educación adicional no necesariamente ha hecho que sea más fácil de encontrar empleos bien remunerados e incluso puestos de trabajo en su campo de estudio. 4. Renta. Mientras que en EU un número récord de personas de entre 18 y 31 años viven con sus padres (36% del total), un análisis del último censo de población realizado por el Pew Research muestran que sólo el 18 % de los millennials con una licenciatura vivía con sus padres en 2012. Eso significa que los recién graduados son más propensos a gastar una buena parte de sus salarios en renta. Los expertos sugieren gastar no más de 25% a 30% de tus ingresos antes de impuestos en vivienda. Para muchos de ellos la opción es compartir el departamento con otras personas, esa es una buena alternativa, pero no es una buena idea alargarlo por más de dos años. 5. Muebles. Dejando de lado las altísimas rentas, tener tu primer departamento es emocionante. Euretig explica que muchos de sus clientes quieren llenar su espacio con todas las comodidades del hogar  de forma inmediata. Ella recomienda a los veinteañeros a llevar las cosas con calma, “se trata de distinguir entre necesidades y deseos.” Cuando se mudó a su primer departamento esperó varios meses para comprar un sofá. “Sobreviví”, recuerda Euretig. “No tener un sofá no es la peor cosa en el mundo. Obviamente se necesita una cama.” Cuando llegue el momento de comprar echa un vistazo a varias mueblerías en busca de ofertas, así como a los mercados de pulgas locales y ventas particulares de muebles usados, podrías sorprenderte de lo barato que podría resultar y tener una divertida actividad de fin de semana. 6. Electrónicos. “Tuve una licuadora de 12 dólares por un tiempo, nunca funcionó”, explica mi veinteañera colega Kathryn Dill. “Finalmente me dieron una licuadora de 30 dólares que era genial, fue entonces que me di cuenta de que pude haber gastado 30 dólares en vez de 42. “El aprendizaje de esta experiencia Kathryn desarrolló una regla que denominó de “la segunda cosa más barata”, bajo la cual gastará un poco más en sus aparatos. O’Neill defiende la regla de tres. Para cualquier compra grande debes investigar y comparar al menos tres precios diferentes. 7. Ropa. Puede ser tentador gastar en un outfit nuevo para esa entrevista o una vez que hayas conseguido el trabajo, pero asegúrate de que sabes lo que es apropiado para la oficina antes de ir de compras. No compres una serie de trajes caros sólo para descubrir que tu línea de trabajo implica reunirte con empresas que rehúyen a los trajes. Como la comida, O’Neill considera que la ropa es una “fuga” para sus estudiantes. La respuesta, dice, no siempre es abstenerse, sino ser creativo. 8. Transporte. Aunque la tecnología a menudo puede ser una aliada en la búsqueda de combatir el despilfarro, también puede hacerte daño. Tomemos a las aplicaciones para pedir un taxi con un solo tap que, aunque convenientes, pueden hacer que sea muy fácil gastar de más. ¿Por qué pagar de más cuando se puede se puede tomar el transporte público o caminar? Si tienes que viajar largas distancias puedes utilizar algún servicio de car pooling u otros servicios para compartir coche.

 

Siguientes artículos

La verdad sobre el ‘share economy’
Por

La generación X, de los nacidos entre 1960 y 1980, está migrando a una nueva modalidad económica en donde la propiedad e...