La primera emoción que aparece cuando debes tomar una decisión importante es el miedo a equivocarte, si esa decisión debe tomarse en un contexto de crisis, el proceso es aún más complicado. Si tu personalidad es perfeccionista o autocrítica, tus miedos se exponencían: a las posibles consecuencias negativas, a renunciar a las opciones que NO elegimos, a reprocharte incansablemente, a perder confianza en tu capacidad. Ese miedo nos paraliza y, como resultado, procrastinamos la toma de decisiones. Cuando esto pasa, es normal sentir que no sabes ni por dónde empezar pero créeme, ¡la decisión perfecta no existe! El único error es no tomar una decisión. Si no eliges, alguien más lo hará por ti: tu jefe, pareja, hijos, cualquier persona que tenga influencia alguna en tu vida.

Dice Tony Robbins, autor y conferencista, que “la verdadera decisión se mide por la actitud que tomas frente a ella”; es en los momentos de decisión que se dibuja tu destino, así que hoy quiero ayudarte a administrar el miedo a tomar decisiones. La toma de desiciones es un músculo a ejercitar: mientras más practiques, mejores serán los resultados.

Puedes simplificar el proceso mental de la toma de decisiones con estas preguntas:

  • ¿Qué resultados quiero lograr? ¿Cuáles tienen mayor prioridad?
  • ¿Cuáles son mis opciones? ¿Qué consecuencias tiene cada una?
  • ¿Cuánto daño puedo evitar?
  • ¿Cómo lo resuelvo?

Puedes creer que las decisiones se toman únicamente con el cerebro, pero tu cuerpo influye muchísimo en aquello que te paraliza. Un factor son las hormonas, cuando vives bajo constante estrés y ansiedad, el cortisol se dispara y te paraliza; la buena noticia es que puedes contrarrestrarlo con dopamina y endorfinas así que si sientes que hay una decisión que no estás preparada para tomar, ¡haz ejercicio! Así equilibrarás tus niveles hormonales y tu cerebro regresará a su funcionamiento óptimo. Otro jugador importante es la corteza prefrontal de tu cerebro, el manager de la toma de decisiones, por decirlo así. El mindfulness y la visualización son dos técnicas que “entrenan” tu corteza prefrontal: el primero despeja tu mente de distracciones y el segundo, enciende tu imaginación creativa. Conviertes tu cerebro en un lienzo en blanco para dibujar sobre él.

Tomando en cuenta todos estos factores, es importante tener un plan de acción que puedas seguir cuando una crisis esté dificultando tu toma de decisiones. Te propongo estas siete acciones, puedes seguirlas en orden o adaptarlas a lo que más te cuesta trabajo:

  • Identifica el problema

Cuando una situación te abruma, todo parece problemático, pero no quiere decir que tengas que resolver TODO. Tómate un momento para analizar qué te están exigiendo la situación, cuál es el problema y qué realimente tienes que decidir sobre él.

  • Controla tu impulsividad

La inteligencia emocional es una herramienta básica en la toma de cualquier decisión, a menos que quieres entregarte a la prisa, la emoción y el impulso. Si has notado que tomas decisiones en el calor del momento, ¡escápate de la impulsividad! Recuerda que una cosa es tomar una decisión con rapidez –analizando los hechos y terminando necesidades­– y otra con emociones.

  • Filtra las opiniones

Todos siempre tendrán una opinión de qué hacer, qué hubieran hecho diferente o cómo ocuparían tu lugar. Si a esto sumas que, en épocas de crisis es común pedir opiniones de tu familia, amigos, colegas, la toma de decisiones se complica en muchísimos niveles porque los factores que pesan para ellos y las consecuencias que pueden calcular son totalmente diferentes a las tuyas. Debes aprender a escuchar, filtrar y desechar. Después de todo, ¿sobre quién caerán las consecuencias de tu decisión? Exacto, sobre ti.

  • No te vueles

Sé realista y no pierdas el piso frente a la toma de decisiones; inflar tus expectativas puede resultar destructivo, frustrante y, francamente, agotador. No significa que le quites el corazón a tus decisiones, pero que seas realista con el contexto de tu decisión, las consecuencias de tu decisión y cómo las afrontarás.

  • Busca alternativas

Pon mucha atención a cuantos detalles sea posible antes de decidir. Siempre habrá una manera segura y racional frente a ti, pero analiza si hay otras que puedan resultar un poco más atrevidas pero tengan resultados espectaculares.

  • Consecuencias, consecuencias, consecuencias

Es lo único que no podrás evitar en una decisión. Pueden ser buenas, malas, irrelevantes o cambiarte la vida. Sea como sea, analízalas y haz paz con ellas antes de tomar la decisión.

  • No pospongas

Como dijimos al inicio de este texto, cuando el miedo o la crisis te paraliza, lo más fácil es aplazar la toma de decisiones. Hay algunas que podrás tomar a mediano o corto plazo pero no pierdas vista de tus tiempos, posponer una decisión solo complicará el panorama y aumentará sus consecuencias.

El peso de no actuar es mayor que la peor consecuencia que puedas imaginar. Vivir con la frustración de que pudiste hacerlo diferente te va a robar la energía que necesitas para seguir comprometida con tus metas personales y profesionales.

Contacto:

Linkedin: Ana Pazos Life Coach

Web: www.anapazoslifecoach.com

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