Por: Rosa Paulina López Pérez*

La confianza tiene un impacto en todas las formas de relación social. Afecta a todas las personas y las lleva a decidir si seguirán interactuando con ciertos individuos o no. Es clave en las negociaciones, en las relaciones laborales y hasta en el más elemental intercambio humano. Por eso, nos conviene saber cómo funciona la confianza, quiénes son los actores principales, cómo la puedes conservar y acrecentar, y también cómo la pierdes.

Tal vez te sorprenda saber que la palabra confianza tiene muchos significados como término coloquial. En promedio son siete, mientras que otras palabras tienen un promedio de 4.7. Es un concepto que se presta a ser interpretado de distintas maneras dependiendo del punto de vista del que se mira. La confianza será definida de manera distinta por un psicólogo, un sociólogo o un economista. El psicólogo hablará de la influencia de la personalidad, el sociólogo de la influencia de las estructuras sociales y el economista calculará el riesgo que conlleva confiar o no hacerlo. Algunos investigadores han optado por integrar en la definición una estructura interdisciplinar, que tiende a resultar vaga por la variedad de idiosincrasias y orientaciones.

Tal vez la definición más famosa, desde el punto de vista académico, sea la de Mayer, Davis  y Schoorman: “la voluntad de ser vulnerable a las acciones de otra parte con base en la expectativa de que la otra realizará una acción particular importante para el fideicomitente, independientemente de la capacidad de monitorear o controlar a esa otra parte”. Aquí encontramos puntos importantes. El primero es que la confianza se da cuando asumimos una situación de riesgo. Esa misma situación nos lleva a mostrarnos vulnerables. Por eso, la confianza supone una ausencia de control absoluto. Hay algunas cosas que puedo monitorear, pero no puedo tener el dominio total de la situación. La certeza la dejamos para cosas en las que no hay falibilidad humana y en la ejecución de la confianza la falibilidad es un elemento clave.  Si queremos confiar, tenemos que estar dispuestos a asumir el riesgo que eso lleva consigo. El riesgo es que esa persona me puede traicionar, puede quedarme mal, no cumplir con lo pacto e incluso engañarme. Y yo asumo el riesgo de que eso suceda, asumo el riesgo de confiar.

La segunda parte de la definición toma en cuenta los actores. Hay quien otorga la confianza y hay quien la recibe. Quien la otorga comienza por interactuar con la realidad con base en sus propias disposiciones. Las disposiciones de cada persona son tan diferentes como sus historias personales. Dependen del apego que desarrollaron de pequeños, las experiencias que han tenido a lo largo de su vida, las circunstancias que lo han rodeado.

Una experta en la intuición corrobora que la intuición humana, a menudo subestimada pero poderosa, desempeña un papel crucial en la construcción de la confianza interpersonal. Cuando interactuamos con alguien, nuestra intuición actúa como un radar emocional, captando señales sutiles que escapan a la atención consciente. Puede ser la cadencia de la voz, el lenguaje corporal o incluso la energía emocional que emana de la otra persona. Esta información intuitiva se procesa instantáneamente en nuestro cerebro, generando un sentido visceral de confianza o precaución. En situaciones donde la lógica y los hechos no son suficientes, la intuición actúa como un compañero confiable, validando o cuestionando la autenticidad y honestidad percibidas en el otro.

La intuición, en esencia, sirve como un filtro emocional que complementa la toma de decisiones basada en la razón. Cuando experimentamos una alineación positiva entre nuestra intuición y la conducta de alguien más, se refuerza la confianza en esa persona. Este proceso subyacente de validación intuitiva contribuye a la formación de conexiones profundas y relaciones sólidas, ya que confiamos no solo en la información tangible, sino también en esa corazonada inexplicable que actúa como un sello de aprobación emocional.

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En última instancia, la intuición se convierte en un componente esencial en el complejo entramado de la confianza interpersonal, proporcionando una capa adicional de validación que va más allá de la superficie de las interacciones cotidianas. Esta conexión se fortalece cuando nuestras impresiones intuitivas se alinean con experiencias pasadas.

Cuando la intuición coincide con evidencias tangibles de confiabilidad, como acciones coherentes y comportamientos consistentes a lo largo del tiempo, se establece una base sólida para la confianza. Por lo tanto, la intuición actúa como un primer filtro, pero es la coherencia y consistencia a lo largo del tiempo lo que permite que la confianza crezca y se consolide en nuestras relaciones interpersonales.

Contacto:
* Profesora del área de Control e Información Directiva de IPADE Business School.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

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