De las muchas verdades que nos fabricamos con la intención de asumir que estamos a salvo a pesar de evidencias climáticas, políticas y hasta intestinales, una innegable, es que el futuro no está escrito y cambia de las maneras más caprichosas. Por eso es imperceptible y estimulante.

Pero el futuro no es uno, entre otras cosas, porque todavía no existe. Eso hace que la esencia de un estudio de escenarios o el simple voltear a ver hacia adelante sea relevante si consideras útil encontrar rasgos de diferentes alternativas.

Tomemos el ejemplo de la ropa. De muy poco serviría hacer un ejercicio prospectivo de los estilos, colores y materiales de los pantalones que estaríamos usando en 50 años si no consideramos la posibilidad de futuros tan distintos como:

  1. Un escenario el que no se use más que materia prima sostenible
  2. El momento en el que los wearables no sean novedad, sino la norma
  3. Personalización minuciosa en los diseños, colores y estilos
  4. Moda ética orientada a un comercio justo
  5. Economía circular que privilegie el reciclaje

Ninguna de estas posibilidades son excluyentes. Es más, todo apunta hacia allá. ¿Pero qué pasaría si en lugar de imaginar escenarios viables se consideran opciones fuera de toda lógica bajo un método de estudio que permite acercar momentos que no sean compatibles entre sí?

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Jim Dator, un estudioso de los futuros y la prospectiva, introdujo una herramienta con la que resume todas las imágenes del futuro que podríamos tener, en cuatro grandes clasificaciones:

  • Crecimiento

Bajo esta imagen se entiende al futuro como una línea extensiva del presente en la que las tendencias y fuerzas de cambio actuales serán muy parecidas a las del futuro, en particular, las económicas. Si no se gestan cambios significativos, esta será la versión más cercana del futuro.

  • Disciplina

Aquí no se explora solo el alcance de una explosión de regulaciones en un sistema fascista o militarizado. Lo que se voltea a ver son las condiciones de lo que pasaría si por cualquier razón, la sociedad se harta del crecimiento como la única métrica evolutiva y del consumo. Esta posibilidad considera que, frente a inestabilidades globales como el cambio climático o las crisis económicas, se puede detener el crecimiento y entonces tendremos que relacionarnos de otra manera con el concepto de evolución.

  • Colapso

Este espacio estaba reservado a la imaginación vía, fundamentalmente, las obras de ciencia ficción catastrofistas. Pero 2020 amenazó el status quo y acercó escenarios que antes eran hilarantes. Esta tercera categoría de Dator considera la posibilidad de que varias fuerzas negativas pueden impactar el mundo para generar un colapso en la imagen de cómo lo conocemos ahora. De esa forma, tendríamos que recurrir a la adaptación como única posibilidad para subsistir. 

  • Transformación

La última categoría habla de un cambio radical en el sistema global, pero no debido a una fuerza o desastres naturales, sino a manos de la tecnología. Estos cambios apuntarían al desarrollo acelerado en torno del bienestar de la especie hasta en el rasgo de la convivencia. Así, las estructuras de poder y de produccion serían reemplazadas.

Si colapsamos o crecemos importa, pero por encima de eso, la aproximación previa a estos escenarios hace que de alguna manera podamos prepararnos y ese es el aporte de este modelo.

Hay dos niveles de relevancia al considerar estas cuatro imágenes del futuro: por un lado se consideran espacios de posibilidades y se deja de ver al futuro como un un camino escrito y monolítico. El otro, es que al no poder predecir el futuro, no queda otra opción más que idearlo.

Contacto:

Eduardo Navarrete es head of content en UX Marketing, especialista en estrategias de contenido y fotógrafo de momentos decisivos.

Mail: [email protected]

Instagram: @elnavarrete

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