En el transcurso del año que termina, se escuchó hablar frecuentemente de polarización y de las grandes brechas que existen entre los países y al interior de ellos. Ha sido tal el impacto de la palabra en los medios de comunicación que la Real Academia Española (RAE) la ha nombrado palabra de 2023. Más allá del uso del término, es cierto que, en un mundo convulso, uno de los mayores flagelos es, sin duda, la polarización.

El reto no está solamente en superar las adversidades, las diferencias y los radicalismos. El verdadero reto está en recuperar la confianza en las instituciones.

Según el 2023 Edelman Trust Barometer, actualmente hay cuatro fuerzas que conducen la polarización global: la incertidumbre económica, el desequilibrio institucional, la división masiva de clases y la batalla por la verdad.

El Barómetro analiza la percepción relativa a las cuatro fuerzas en 28 países, incluido México y emite un ranking de fluctuación entre los severamente, moderadamente y menos polarizados. En la emisión 2023, países como Argentina, Estados Unidos, Colombia, España y Suecia se encuentran entre los severamente polarizados.

Entre los países moderadamente polarizados, pero con un alto riesgo de una severa polarización están México, Francia, Japón, Reino Unido, Alemania e Italia. Mientras que países como China, India, Arabia Saudita y Singapur están entre los menos polarizados del mundo.

Sin importar el nivel de percepción, de acuerdo con el Barómetro la pérdida de confianza acentúa la polarización. En este sentido, globalmente hay un colapso del optimismo económico. Por ejemplo, en 24 de los 28 países analizados, se presentaron mínimos históricos en la confianza de la población respecto al futuro inmediato. Las personas no consideran, en la mayoría de los casos, que su situación será mejor en los próximos cinco años.

En el estudio, las empresas son la única institución percibida como ética y competente. Esto implica que estarán bajo presión y en un mayor escrutinio de cumplimiento normativo, no por los gobiernos, sino por la sociedad civil.

La lucha de clases se acentúa más que nunca, no por la disparidad de los ingresos sino por la disparidad en la percepción de la realidad y de la confianza en las instituciones. Según los hallazgos del Barómetro, las personas de los países menos polarizados perciben escasa injusticia sistemática.

Asimismo, la ausencia de identidades compartidas y la falta de confianza en los medios de comunicación abonan a los ambientes polarizados e inestables. Como resultado de estos ambientes sociales, el 53% de los encuestados considera que su país está más dividido hoy que en el pasado.

Mientras que los líderes de las empresas, las ONG y los profesores se perciben como unificadores, los políticos, los periodistas, los gobiernos hostiles y los ricos y poderosos se perciben como una fuerza divisoria que fomenta la polarización.

A través de esta medición, se pone sobre la mesa la debilitación del tejido social como consecuencia de la pérdida de civilidad y respeto entre los individuos.

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En el 2024, más allá de los retos globales en el plano económico y político, será fundamental reconstruir los ambientes sociales para que las ideologías no sean identidad, para fortalecer la solidaridad, la empatía y el respeto.

Como parte de las agendas sociales del año que inicia, debemos ser conscientes de que, si las divisiones no se atienden y por el contrario continúan en aumento, habrá más discriminación, la recuperación económica será mucho más lenta, la violencia no cesará y no seremos capaces de desarrollar resiliencia social.  

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