“El precio de la grandeza es la responsabilidad”: Wiston Churchill

¿Quién se quedará al mando de nuestra empresa? Uno de nuestros hijos, seguramente, quizás algún sobrino notoriamente entusiasta… ¿Pero el elegido está listo?

La película mexicana de 2013, Nosotros los Nobles, nos presenta al exitoso empresario Germán Noble quien se hace esta misma pregunta… Tiene sus negocios y no tiene un heredero claro que tome su lugar en el futuro. Sus hijos, simple y llanamente, no son responsables y ¿cómo dejar una empresa a alguien así?

Como líderes de nuestras empresas y nuestras familias, tenemos el deber de inculcar y cultivar la responsabilidad en todos aquellos que nos siguen. La responsabilidad en cuestión va desde hacerse cargo de lo que nos toca en casa y en el trabajo, hasta hacerse responsable de lo que ser dueño de una empresa, ya sea heredero o fundador, implica en una enorme variedad de cuestiones.

Cuando se tiene “un empleo tradicional”, los errores, descuidos y omisiones pueden tener un gran rango de consecuencias. Puede ser que “no pase nada”, puede haber alguna consecuencia económica leve o catastrófica, afecta el ambiente laboral, etc. Es por lo que, sin importar el puesto, la responsabilidad es un valor fundamental en el profesionalismo de cada colaborador. Y cuando se trata de un líder, la probabilidad de que las consecuencias de nuestros actos tengan un impacto profundo, aumentan de forma considerable. Y, lo que, es más, el rango de productos, servicios y, sobre todo, personas, que pueden verse afectados aumentan.

Con esto en mente, hablando continuamente de la responsabilidad laboral y la que buscamos inculcar en nuestros hijos y herederos, viene a mi mente el concepto de “Responsabilidad Familiar Corporativa”. Este se refiere, a grandes rasgos, al hecho de que las decisiones tomadas por cabezas de las organizaciones y las políticas que de ella derivan impactan directamente la relación que cada colaborador tiene con su vida laboral, familia y personal y el balance que existe entre ellas. Por lo tanto, una empresa con políticas que favorezcan la responsabilidad familiar corporativa es una cuya cultura respeta las barreras de lo profesional y personal permitiéndole a cada colaborador un balance óptimo que promueva una vida familiar sana.

Así, recuerdo que la responsabilidad última de un empresario no es con su negocio en sí, sino con el sustento que la misma provee a su propia familia y a las familias de sus colaboradores. Debemos nuestro éxito a quienes con nosotros laboran y, por tanto, les debemos a ellos la responsabilidad de hacer el mejor trabajo posible para poder garantizar vidas dignas para todos los actores involucrados.

“Siendo responsables formaremos futuros líderes responsables que fortalezcan nuestro negocio y legado en generaciones por venir”.

Cuando se trata de formar a la siguiente cabeza de la empresa familiar la responsabilidad no debe esperar a formarse cuando el paso de estafeta sea inminente, en su lugar, desde jóvenes, debemos guiarle hacia el compromiso que está por venir.

¿Cómo cultivamos la responsabilidad en quienes tomarán nuestro sitio? Puede sonar simplista, pero cuando de nuestra familia se trata, sobre todo si se trata de hijos, no hay mejor punto de inicio que la formación en casa. Idealmente, en nuestro hogar debemos siempre promover que cada miembro tome completa responsabilidad de sus tareas y actos predicando siempre con el ejemplo.

¿Cómo se traduce esta responsabilidad familiar en Responsabilidad Familiar Corporativa? Como líderes, no solo de una familia, sino de nuestros negocios, seamos también ejemplo de que el balance de la vida laboral/familiar es un valor no negociable en nuestra familia. Una conducta y cultura similar debe dominar a nivel organizacional de forma tal que los colaboradores que pertenezcan a nuestra familia o no reciban el mismo trato digno y respetuoso, al mismo tiempo que se exija responsabilidad y resultados a todos los colaboradores por igual. La empresa debe rendirle cuentas a todos los grupos de interés y no sólo a sus accionistas

¿Cuál es la posición ideal a la que un heredero de una empresa debería aspirar? La respuesta no es tan simple como “el dueño”. En realidad, lo que busco ilustrar es que en la formación del siguiente líder debemos promover no que se será el dueño de un gran negocio con grandes ganancias; que no se aspire al dinero o a la grandeza, sino a la de convertirse en el sustento firme y confiable para su familia y el resto. El que crezca con aspiraciones egoístas o avaras claramente no cultivará una cultura de responsabilidad empresarial familiar, social, ambiental… Y, lamentablemente, es probable que estos antivalores informen sus decisiones llevando entonces a un declive de cultura y ambiente organizacional primero y de la empresa misma y su rentabilidad después.

Por tanto, no hay mayor responsabilidad que tenemos como líderes que la de respetar a quienes colaboran con nosotros, a nuestros clientes que merecen un nivel de excelencia y nuestra familia, nuestro mayor soporte personal y profesional. Siendo responsables formaremos futuros líderes responsables que fortalezcan nuestro negocio y legado en generaciones por venir. “Con la riqueza extrema vine una responsabilidad extrema. Y la responsabilidad para mi es invertir en crear nuevas empresas, crear trabajos, emplear a personas y separar dinero para afrontar problemas en los que podamos hacer la diferencia”. Richard Branson

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