Para salir adelante en tiempos de crisis, tenemos que buscar alternativas. La resiliencia es la competencia que más se ha apreciado para sortear el temporal, sin embargo, no para todos resulta suficiente. Hay veces que por más que uno quiera, no se puede salir adelante solos. La solidaridad se ha aparecido en el terreno empresarial para revelarnos que pedir y dar ayuda no queda como una buena acción deseable sino que es una buena decisión de negocios. Mostrar y dar apoyo a nuestras partes relacionadas puede ser la tablita de salvación que rescate a quien está en un atolladero hoy y nos ayude a nosotros en el futuro cercano.

En la vida como en los negocios, todo son eslabones interconectados. El principio de solidaridad es la consideración del conjunto de aspectos que relacionan o unen a las personas y a los negocios en un flujo de colaboración y ayuda mutua. En solidaridad, ese conjunto de relaciones se promueve y alienta. Aplica como cuando jugábamos “atrapados” cuando éramos niños: gritábamos con gran entusiasmo: un, dos, tres por mí y por todos mis compañeros. La misma conducta la trasladamos a los terrenos profesionales con la misma visión: si no salvo a mis compañeros, se acaba el juego.

Si no podemos solos, hay que hacer algo. Por ello, hoy más que nunca, los ecosistemas solidarios están ganando vigencia y se ponen en juego. Es posible que en este momento, nos encontremos gozando de alguna de sus ventajas sin saberlo, aunque tal vez lo intuimos. El concepto de ecosistema solidario busca que un conjunto de personas, proyectos o empresas se integren en grupos denominados unidades económicas asociativas.

Los ecosistemas solidarios son ambientes que abarcan muchos ámbitos, su espectro es amplio. Pueden ser, sociales, culturales, geopolíticos, empresariales y su propósito es salvaguardar la continuidad de los negocios personales, proyectos de emprendimiento, grandes corporativos y modelos de empresa en todas sus formas mediante la acción solidaria. Así, el universo del ecosistema solidario se desenvolverá en diferentes territorios: comunidad, territorio, región, país.

Se trata de convertirnos en seres solidarios actuantes dentro de su propio espacio sistémico solidario. Por supuesto, estos conceptos son difíciles de digerir cuando siempre hemos estado acostumbrados a ver el mundo de los negocios como un territorio de guerra en el que mi competencia es mi enemigo para vencer.  Los ecosistemas solidarios no son modelos de ingenuidad empresarial, todo lo contrario, adoptan una cultura solidaria con prácticas económicas solidarias que sólo respondan al bien común de todas las personas, porque de otra manera, esos negocios se perderían. La cadena de suministro se rompe por el eslabón más débil y debilita a los demás o les asesta un golpe de muerte.

Insisto, no se trata de una solidaridad cándida sino distributiva en la que necesitamos:

  1. Partes relacionadas sensibles.
  2. Capacidades estratégicas.
  3. Estructuras resilientes.

En ejemplos sencillos, si un proveedor puede ampliar su crédito a uno de sus clientes y ayudarlo a salir adelante, lo mejor será extender esa mano de ayuda porque de otra forma, perderá esa parte de su cartera. Por otro lado, si un arrendador ve que su arrendatario tiene problemas de flujo de efectivo, será mejor ser empático y retrasar un poco su cobro de renta que tener un local vacío e improductivo.

Hemos visto muchos ejemplos de ecosistemas solidarios. Muchas universidades privadas han ofrecido descuentos generalizados a sus estudiantes, otras han ampliado sus programas de becas y algunas más han buscado estímulos para que los alumnos sigan matriculados. En contraposición, las empresas que actuaron en forma impulsiva y poco solidaria: bloquearon pagos, despidieron a sus empleados, en vez de negociar.  Lo que el principio de solidaridad promueve es una colaboración, interacción y servicio que al crecimiento, progreso y desarrollo buscando una forma en la que, si bien habrá un sacrificio de todas las partes, es una manera de salir adelante.

La solidaridad es necesaria especialmente en tiempos de crisis, sin embargo, es una forma de operar que está dando buenos resultados. La solidaridad, como principio de hacer negocios, lleva a forjar relaciones de largo plazo y tiene vínculos con los demás principios o líneas de inspiración que buscan el bien común, la igualdad en la fraternidad y se propone como una estrategia para salir a flote. Se propone así como la virtud a ejercer por parte de la empresa en relación con la sociedad para de algún modo compensar la deuda de responsabilidad social que tienen con ella por las condiciones que esta ofrece de desarrollo y vida humana.

En el ámbito empresarial los ecosistemas solidarios constituyen un modelo que busca la regla que debe guiar las relaciones entre una comunidad que busca ejercer su oficio en forma responsable, productiva y sin renunciar a la vocación de los negocios que es generar utilidades. De hecho, en un ambiente solidario, se busca obtener ganancias ya que de esa manera se mantiene la rueda económica girando, se generan empleos y hay bases para el consumo.

Los ecosistemas solidarios buscan dar un empujón al que lo necesita para retomar la independencia financiera. Es una forma de darle respiro a quien está en un momento de apuro, no se trata de un subsidio permanente ni de refuerzos sin fin. Se trata de generar planes que permitan salir adelante, me refiero a decisiones de ayuda mutua: comprar local. Claro, a partir de una crítica a la definición originaria de los deberes solidarios y por su tendencia a confundirlos es necesario tener claro que no se trata de caridad, sino de mutua conveniencia.

Los ecosistemas solidarios buscan una forma productiva de organización que busca más acción y menos omisión. Es una especie de deber positivo que trae frutos multiplicadores y de onda expansiva. Es sin duda, una nueva estrategia de negocios que constituye un modelo de éxito.

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