LO CIERTO ES QUE AHORA TODO ES INCIERTO

Muchos coincidimos en que, si alguna palabra define el momento presente en el mundo, incluido México, es “incertidumbre”. Esta condición parece dominar en todos los aspectos de la vida tras la crisis provocada por la pandemia 2020. 

Ante la incertidumbre todo se mueve y entra por una ‘espiral de riesgos’ nunca vistos en los diversos campos de la actividad humana, la vida económica y social, el mundo de las organizaciones y, concretamente, en el terreno laboral y patrimonial.  

La incertidumbre es carencia de dirección, pérdida de rumbo, imposibilidad de enumerar las contingencias para prever adaptaciones por adelantado. La incertidumbre es la confirmación de una realidad inasible, ante la cual nos quedamos perplejos sin saber qué hacer ni qué dirección tomar.

INCERTIDUMBRE GENERA INSEGURIDAD

La situación psicológica que se genera como consecuencia del aumento en los niveles de incertidumbre se llama “inseguridad”. Ese no saber a qué atenernos, sintiéndonos impotentes, frustrados, incapaces de asumir una forma de vida y una perspectiva de dirección de nuestros asuntos personales, familiares y organizacionales que nos brinden cierta estabilidad. La incertidumbre nos obliga a sumirnos en el aquí y el ahora, paralizados, privándonos de perspectiva de futuro.

En eso consiste “la inseguridad”, en navegar sin ancla, sin timón, sin tierra a la vista, e incluso en ocasiones, sin rumbo fijo. No hay una regla universalmente válida ni aplicable a todos los casos que nos permita encontrar una solución válida, sobre todo cuando los acontecimientos se tornan disruptivos. Quizá nuestra única directriz en tales circunstancias es “la experiencia”; preguntarnos ¿qué hemos hecho y qué han hecho otros en casos similares?

EL MARINO: EXPERTO EN EL ARTE DE NAVEGAR

Entre las diversas profesiones especialistas en la gestión de riesgos y manejo de crisis provocadas por el advenimiento de contingencias, destaca una que bien puede servirnos de guía o de referente para repensar en términos de estabilidad y seguridad: la profesión del marino.

El marino no se especializa en la contemplación de la “calma chicha”, como suele llamarse a las aguas pacíficas y tranquilas. Se le prepara para afrontar el movimiento de las olas inesperadas, de los vientos tempestuosos y de muchísimas otras vicisitudes o situaciones límite.  

Por ello el mar y la navegación marina son las metáforas mejor formuladas para expresar la inestabilidad de la vida personal y social. Desde la antigüedad poetas y artistas representaban la incertidumbre como un mar borrascoso, en el que difícilmente se puede predecir nada, en donde todo es movimiento incontrolable e inestabilidad. 

Ante tales situaciones inciertas es preciso mantener la calma, enfriar el cerebro y pensar en términos estoicos. ¿Qué es lo peor que podría sucederme? y a partir de ahí tomar decisiones, con prudencia y asertividad. ¿Cómo?, escuchando a los demás, captando sus experiencias, percibiendo su forma de reflexionar, siendo flexibles y adaptativos ante los cambios, pero asumiendo las pérdidas o posibles fracasos con entereza.

MODELO DE GESTIÓN DE RIESGOS Y AFRONTAMIENTO DE INCERTIDUMBRE

Más allá de cuestiones políticas o de opiniones de cariz ideológico del momento, en México contamos con una muy sólida institución militar que puede servirnos de referente para la toma asertiva de decisiones en situaciones de cambio y de tempestad como la que vivimos hoy día. Esa institución es la Marina, Armada de México, actualmente precedida por el Secretario de Marina, Almirante José Rafael Ojeda Dura.

La Armada de México ha sido y es una fuerza legítima del Estado que tiene funciones de defensa y protección. Además, es un modelo eficaz de profesionalismo en el arte de la navegación, que se proyecta en sus múltiples acciones y tácticas coordinadas, estudiadas, bien pensadas y estructuradas conforme a los principios de la estrategia militar, de acuerdo con unas reglas basadas en antiguas cartas de navegación, es decir, en la valiosísima experiencia de marinos y altos mandos que por años han debido enfrentar la impredecible marea, los vientos torrenciales, los cambios de marea y las abruptas borrascas. Así, la Marina confirma su lealtad institucional y actualización formativa a lo largo del mar, la tierra y el aire nacionales.

Su experiencia es un verdadero “valor”, esencialmente para quienes tienen el honor de ser miembros de la Secretaría de Marina, pero, gracias a ellos, también para los habitantes de nuestra nación. Es un patrimonio acumulativo de experiencias que debemos aprovechar en estos tiempos difíciles donde una “marea”, dígase pandemia COVID-19, nos ha obligado a cambiar de rumbo en muchísimos aspectos de la vida. 

Así, la Armada de México es una institución militar, profesional y especializada, entre otras muchísimas cuestiones, en la “gestión del riesgo” que permite enfrentar la incertidumbre en el momento a momento. Es un cuerpo oficial experto en la toma de decisiones asertivas en el aquí y el ahora. Un marino sabe que, estando en la mar con la estabilidad de la tierra a kilómetros de distancia, su única serenidad está en su mente, en su disciplina, en la confianza en sus capacidades para mantenerse a flote aprovechando estratégicamente todos los recursos a su alcance, a pesar del turbulento movimiento incesante. 

ORGULLO DE MÉXICO

La Armada mexicana se ha convertido en una de las instituciones más respetadas y confiables en México, quizá la más, no solo por su efectividad en el uso de la inteligencia, sus capacidades organizacionales y la fuerza legítima cuando ha sido necesario, sino porque constituye un probado modelo de disciplina y organización. Saben que navegar en los mares solo es posible cumpliendo las reglas, trabajando juntos, escuchando opiniones expertas, atendiendo la formación organizacional y sabiéndose falibles, es decir, sin pretender nunca tener la solución asumida en el bolsillo. Saben que, para no naufragar, lo primero -y lo último- es la disciplina, el respeto al mando. Su sentido de cuerpo siempre se hace acompañar de la necesaria humildad para rectificar estratégicamente cualquier rumbo y modificar decisiones cuando haya que hacerlo. 

En una ocasión escuché a un alto mando de la Marina referirse a esa necesaria humildad de quien toma decisiones ante las crisis, señalando que un terrible obstáculo para cambiar cuando la realidad lo exige, es ese empecinamiento derivado del miedo a “quedar mal”, como si acaso el error y la consiguiente rectificación, no fueran propios de una profesión especializada en el manejo de crisis y de incertidumbres. 

Ese muy respetado alto mando me enseñó que la Marina se forma y capacita muy bien en el contenido, alcances y efectos del concepto de la “seguridad humana”, como uno de tantos aspectos para combatir a la inseguridad. A él y todo nuestro Heroico cuerpo naval mexicano: gracias totales.

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