Por Teófilo Benítez Granados*

Más de 8.8 millones de personas son analfabetas en México y la cifra asciende si se considera que la UNESCO determina que las personas que tienen menos de cinco años de educación formal también lo son. Esto justo ahora, en que la educación migra a la formación en línea.

Así, el reto no sólo es posibilitar el acceso a las redes informáticas sino capacitarán a las personas que diseñarán y aplicarán los programas de educación remota y el panorama resulta aún más difícil para países como México donde no se ha erradicado el analfabetismo.

El analfabetismo impide que quienes padecen esta condición puedan tener una plena integración social. Se convierte en una limitante para acceder al conocimiento y a la realización económica.

El contraste es evidente cuando se les compara con familias donde existen libros, la costumbre de la lectura, computadora, acceso a Internet, alimentación adecuada, buenas condiciones de transporte, acceso a actividades culturales, éstas tienden a persistir a lo largo del tiempo.

Debe enfatizarse que la pobreza y la marginación tienden a crear mecanismos para autoreproducirse. Difícilmente se sale de esta situación sin ayudas externas a las familias, sin la mano visible y la acción compasiva del Estado.

En México el Estado debería ser el medio de proveer de políticas eficaces para erradicar el analfabetismo y al mismo tiempo dar un paso más allá: el uso universal de las nuevas tecnologías de la información.

Esto, además, sin diferenciar que existan modelos en línea o presenciales. Aún cuando a los alumnos se les otorgaran programas de aprendizaje presenciales, aún así se requerirá la asistencia complementaria de la información global que se proveen por medio de Internet, con el auxilio de las herramientas informáticas.

Un punto obligado a cumplir es aquel que consiste en la capacitación de personal competente para el uso y administración de las nuevas tecnologías.

Vale recalcar, finalmente, que todo ser humano tiene el derecho de recibir una educación adecuada al mundo en el que vive, desde la básica a la superior.

Así, es precios diseñar nuevos escenarios y acciones educativas para el entorno cibernético para cumplir el derecho universal a la educación. Esto, desafortunadamente sólo se ha logrado en algunos países.

Los ricos también lloran…

Sin embargo, la brecha abierta con la tele educación no es privativo de las naciones en países de economías emergentes.

En Cambridge alertan sobre la profunda división que se recrudece con la educación en línea y presenta estos datos:

“Para algunos, la nueva norma podría significar ejecutar una reunión de Zoom desde una oficina improvisada en casa, acceder a la educación en línea y tener una cita de GP virtual. Pero, para el 22% de personas en el Reino Unido que carecen de habilidades digitales o acceso a la tecnología adecuada, este mayor cambio hacia el mundo digital las ha excluido aún más. No todos los hogares tienen acceso a Internet, no todos los niños pueden aprender en línea en casa, no todos los adultos pueden enviar un correo electrónico.

“De los ocho millones en el Reino Unido que no usan Internet, el 90% sufre de otros tipos de desventajas económicas o sociales. También es más probable que estén en el rango de ingresos más bajos y/o que se les inhabilite con condiciones de salud de larga data”.

Contacto:

Teófilo Benítez Granados es Rector del Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas y Presidente del Colegio Doctoral Mexicano.*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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