En los últimos días mucho se ha especulado acerca de los beneficios que el último protocolo modificatorio deja a los empresarios mexicanos, sobre todo, en temas como la manufactura de autopartes, el acero y la homologación de criterios laborales para la solución de controversias.

Aunque la firma del protocolo modificatorio es una noticia alentadora, no constituye de forma definitiva el inicio de una nueva etapa de cooperación regional. Los tiempos políticos de los Estados Unidos marcan y seguirán marcando el rumbo y destino del Tratado. 

La acusación por corrupción y obstrucción de la justicia que se ha formalizado contra el presidente Trump ante el Poder Legislativo, si bien no representa la concreción del impeachment, si representa un obstáculo más que sortear en el camino hacia su reelección. 

Hábilmente, los legisladores demócratas lograron meter la acusación formal ante el senado antes de posicionar el protocolo modificatorio del TMEC para ser revisado, discutido y eventualmente aprobado. Es decir, le han concedido a Trump la revisión de la versión propuesta del TMEC, sin que esto conlleve a su aprobación inmediata pues hacerlo le abonaría un éxito al presidente norteamericano.

Desde el inicio de su campaña por la presidencia, en 2016, la promesa de poner fin al NAFTA llegó a los corazones de los electores estadounidenses que esperaban un repunte en la empleabilidad y en el fortalecimiento de una clase media que estaba por desaparecer.

Sin duda alguna el más beneficiado con la aprobación del protocolo modificatorio es el mismo presidente Trump, quien no solo tiene una promesa de campaña más cumplida y lista para ser capitalizada políticamente; tiene además, la gran oportunidad de asegurar los votos de los sectores automotriz, minero y por supuesto el de los inversionistas extranjeros que ven con muy buenos ojos la creación de una entidad mediadora en conflictos laborales y patronales, que favorezcan la mediación para evitar  paros, huelgas y disputas en la negociación de contratos colectivos de trabajo.

Seguramente para empezar el 2020, el TMEC será determinante en la agenda política de los Estados Unidos, más que para México y Canadá por lo que los logros y ajustes legislativos deberán ser estratégicos.

Si el timing político sigue favorecido al presidente Trump, la victoria sobre las acusaciones y la ratificación del TMEC le asegurarán la reelección que anhela y que espera el partido Republicano para seguir bloqueando el avance de los demócratas en varios frentes.

 

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