The Met, como es conocido, es el museo enciclopédico más grande del mundo y arroja unas cifras de vértigo: casi 195,000 metros cuadrados de superficie, un presupuesto anual de 320 millones de dólares, 7 millones de visitantes al año, 17 departamentos curatoriales que abarcan más de 5,000 años de la historia del arte y un total de… ¡2,250 empleados! A sus 52 años, este austriaco, con más de 20 años de experiencia en el sector, pilota la versión artística del museo y no duda a la hora de dar su propia definición de lo que es, o ha de ser un museo.

Carmen Reviriego: El año pasado el Metropolitan cumplía su 150 aniversario. Entonces llegó la pandemia y tuvo que cerrar durante el período más largo de su historia, los programas se retrasaron o cancelaron, la impresionante retrospectiva de Gerhard Richter estuvo abierta tan sólo unos días, y la plantilla tuvo que recortarse en un 20%. Cuando pienso en todo esto, cuando pienso que, de repente, era imposible ir a un museo, no puedo dejar decirme: “Damos por hecho que están ahí, pero podrían no estar”. ¿Cuál es la situación actual?

Max Hollein: Cuando algo que das por seguro te lo quitan temporalmente, es cuando realmente te das cuenta de hasta qué punto forma parte de tu vida. A pesar de las dificultades que hemos vivido, el Met es una institución estable. Tenemos una importante dotación de casi 4 billones de dólares [4,000 millones, en español] y flujos de ingresos importantes que se han reducido durante este tiempo de pandemia, pero seguimos contando con un gran grupo de mecenas que nos ayuda a sobrellevar este periodo. Vamos a tardar entre dos y tres años en volver al nivel de turismo que anterior a la crisis.


Max Hollein es el director del Metropolitan Museum de Nueva York. Foto. Eileen Travell

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¿Cómo se financia un museo así?
Tenemos un presupuesto que ronda los 320 millones de dólares (sin incluir adquisiciones). Un tercio de esta financiación proviene de una dotación del estado de Nueva York y otro 25% proviene de la venta de entradas y de los distintos programas de afiliación. Luego, tenemos algo así como un 9% que proviene de la ciudad de Nueva York y, el resto, que es de alrededor de un 40% del total, proviene del apoyo anual de mecenas y amigos del museo, trustees, donantes, y entusiastas del arte de todo el mundo, no sólo de la ciudad de Nueva York o de Estados Unidos.

¿Qué es, para el director del Met, un museo?
Es muchas cosas. Obviamente, está la definición tradicional de lo que es y hace un museo: coleccionar, educar, compartir. Para mí, un museo es un gran lugar de reunión. Un lugar de reunión de arte, ideas y gente.

En estos tiempos, hay una tendencia a encerrarnos en nuestras propias burbujas…

Especialmente en los tiempos que corren. Los museos son los últimos sitios que quedan en los que puedes tener un discurso o, incluso, un debate sobre temas culturales con una base erudita y sin confrontación.

Los museos son plataformas que están ahí para desafiar nuestros pensamientos y nuestras creencias.

Max Hollein es el director del Metropolitan Museum de Nueva York.

En tiempos de crecimiento de los nacionalismos por todo el mundo, el Met se erige con una idea diferente: la de comunidad, la idea de construir puentes. Ésa es la idea de museo que yo apoyo, la idea en la que creo fielmente.

The Met
Foto: Paula Lobo.

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¿El Metropolitan es, en alguna medida, un museo universal?

El Met no es sólo un museo sobre el mundo, sino que es un museo para el mundo. Por eso queremos asegurarnos de que se trata de un museo en permanente evolución. Hacemos cosas que no tienen nada que ver con las visitas al museo, como excavaciones en distintas partes del mundo, misiones de rescate de objetos culturales en el Medio Oriente o programas de educación, por ejemplo, para la próxima generación de conservadores en la India.

“Making of The Met”, la gran retrospectiva del museo fue, en mi opinión, una exposición asombrosa sobre la historia de la institución pero, también, una reflexión sobre el coleccionismo, el mecenazgo y la ética. El Met ha rechazado dinero de la familia Sackler en relación con algunas de sus actividades farmacéuticas, pero no cambiará el nombre de su “Sala Sackler”. ¿Cómo trazar líneas rojas sin dañar demasiado a los museos de los países democráticos?

Cuando el Met se fundó, hace 150 años, no tenía ni una obra de arte, ni dinero, ni edificio; era, únicamente, una idea. La idea de que hacía falta un museo que reflejara la identidad de la ciudad de Nueva York. Y muchos ciudadanos fueron partícipes en hacer posible esa idea. El Met siempre representará lo que le rodea, su tiempo y a quienes le apoyan. Y estos valores se tienen que mantener, de forma que la gente se sienta en el museo como en su casa. Se trata de que los visitantes adopten el Met como una institución basada en valores.

The Met
Foto. Paula Lobo

Tú vienes de Europa, donde el Estado, como ocurre en México también, es un gran apoyo para las instituciones artísticas. En Estados Unidos, en cambio, es el mecenazgo el que asume el protagonismo. ¿Dónde ves el equilibrio entre el apoyo público y el apoyo privado a las Artes?

Yo siempre diré que, al final del día, el museo europeo depende más de su canal de apoyo, porque, mayoritariamente, proviene de una única fuente, que puede ser el gobierno, la municipalidad, o algún tipo de entidad pública. Si el clima político cambia, el cambio puede tener un impacto directo en la institución o en quien la dirige. En cambio, si te fijas en lo que acaba de pasar en Estados Unidos, un cambio radical en su gobierno no ha tenido absolutamente ningún impacto en la financiación de las instituciones culturales, ni tampoco en su gestión.

Pero los mecenas también tienen su propia visión de las cosas…

Cada mecenas tiene una agenda propia, pero creo que, si consigues orquestar todas esas agendas en la gran y holística agenda que ejecutas, el museo sale beneficiado…

The Met
Foto. Paula Lobo

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¿Podrías poner un ejemplo?

Si hablamos del mundo de habla hispana, o el mundo latinoamericano, tenemos una iniciativa sobre arte latinoamericano que fundó la mecenas Estrellita Brodsky (que es una gran mecenas del Met) y, en la práctica, ayudó a formar un grupo de apoyo que nos permitió avanzar de forma más agresiva en relación al coleccionismo de arte contemporáneo de esta región.

Otro asunto que se presenta en los museos de hoy es el de la integración social. Hablo de raza, igualdad entre sexos, tanto en el arte como en los empleados. ¿Cómo está abordando este tema el Met?

Para nosotros la cuestión de la diversidad y de la igualdad es de gran importancia, no sólo por los acontecimientos que se han producido en los últimos meses, como el “Black Lives Matter”, sino porque en el Met, como institución, tenemos que incluir tanto la Historia como el momento actual, y ser críticos acerca del tiempo que estamos viviendo.

¿Y eso cómo se hace?

Necesitamos, primero, escuchar. Y luego necesitamos actuar en pro de una institución más accesible y diversa. Diría que hemos realizado progresos significativos en muchos frentes: en la programación, en la colección y también en el del personal. Pero, claro, el Met es una institución de 150 años y tienes un cierto nivel de falta de equidad, que forma parte de la historia misma de la institución y está ahí.

Foto. Paula Lobo

¿Y respecto al arte latinoamericano?

Si miramos el área de Arte Latinoamericano, y no hablo del Contemporáneo, sino de los siglos XVII y XVIII, el Met no tenía nada hasta 2014, que fue cuando contratamos a nuestro primer curador en este área, y se comenzó a crear la Colección, también con un gran apoyo de coleccionistas latinoamericanos… entre otros. Esto es lo que puede crear una perspectiva multicéntrica.

El Met tiene un patronato de mecenas internacionales muy importante. ¿Por qué un mexicano, un chileno o un español van a apoyar un museo norteamericano, con la necesidad que tiene de apoyo el arte en sus países de origen?

Casi todos nuestros mecenas apoyan diversas instituciones. Para ellos, se trata de un compromiso con las artes y con las instituciones culturales en general. Tanto en sus países de origen, como globalmente. Y el Met es eso, un museo que, debido a su localización, y a como fue concebido, no es sólo un museo para las personas de Nueva York o de los Estados Unidos, sino para el mundo, como decía al principio.

Carmen Reviriego es presidenta de Callia, Transcend Through Art.

Artículo originalmente publicado en la edición impresa de Forbes México. Junio 2021.

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