Las conversaciones que Eduardo Sarabia sostuvo a lo largo de dos años con Clase Azul sobre la filosofía de la marca e historias a su alrededor inspiraron una colaboración inédita entre el artista contemporáneo y la casa conocida por la calidad excepcional de su destilado elaborado por artesanos mexicanos.
Se trata de un tequila de edición limitada resguardado por una licorera que ha sido decorada a mano por el artista con un amplio repertorio de personajes folclóricos y motivos de gran relevancia dentro de su contexto individual y entornos culturales.
“Después de platicar con Arturo Lomelí, fundador de Clase Azul, me emocionó conocer la manera en la cual, la casa, quiere proyectar la cultura mexicana al mundo porque es muy cercana a lo que yo hago”, nos cuenta quien ha creado un mundo artístico vibrante a través de un lenguaje personal reconocido a escala internacional.
Raíces, identidad y reflexiones
Eduardo Sarabia nació en Los Ángeles, California, y desde que era niño solía viajar a México para pasar los veranos en casa de sus abuelos. Esos recuerdos de infancia se han convertido en distintivos de su obra. Por ejemplo, los pares de picos y espadas cruzadas son una alegoría sobre la eterna búsqueda de un tesoro escondido por parte de su abuelo.
Estos elementos se encuentran plasmados al frente de la licorera de edición limitada de Clase Azul, al igual que la moneda de dos pesos acuñada con el 1976, el año de nacimiento del artista. Al reverso, destacan los retratos de personajes sardónicos de las narrativas musicales y populares de la natal Sinaloa de su familia: un perico, un gallo y una chiva.
“La licorera empata mucho con la cerámica que uso poder contar historias mezcladas con elementos contemporáneos. La cerámica azul y blanca está muy relacionada con la narrativa desde la antigüedad y existe en diferentes partes del mundo. Esto da la oportunidad de conectar con más personas y fortalecer esa idea de humanidad”, reflexiona Eduardo Sarabia, cuya juventud estuvo llena de vivencia apegadas al arte. Cabe decir que, a la edad de 12 años, recibió una beca para estudiar pintura en Rusia.
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Pasión en ascenso
Los procesos artesanales de destilación y todas aquellas tradiciones mexicanas en torno al tequila, son parte de las grandes pasiones del artista. Es un romance, como él mismo lo define, que comenzó con la contemplación de los campos de agave y los paisajes alrededor de Guadalajara en donde reside desde hace dos décadas.
Fue tal su interés por el tema, que desarrolló un proyecto en torno al tequila que llevó a Berlín: el famoso Salón Alemán, el cual se ha presentado en varios museos y exposiciones alrededor del mundo. “Porque hay una cosa mística alrededor de la planta [de agave] y las tradiciones que ha llamado mucho mi atención”, comenta.
Ese entusiasmo, la historia de vida y la experiencia del artista fueron capturados por la Maestra Destiladora Viridiana Tinoco para crear Clase Azul Tequila Edición Limitada x Eduardo Sarabia, una mezcla de tequila añejo madurado en barricas de roble ruso y otro tequila añejo madurado en barricas de jerez amontillado.
Esa mixtura ha dado como resultado un destilado único con aromas de nuez y cáscara de mandarina con tonos herbáceos, así como notas de miel de agave, yerbabuena y mandarina madura en boca, el cual degustaron los invitados a una exclusiva experiencia que los adentró en los sueños del artista y los acercó a uno de los valores que la marca siempre se ha esmerado en enaltecer: la creatividad humana.
Finalmente, Eduardo Sarabia comparte con Forbes Life la emoción que le generan los proyectos en los que trabaja para el 2024. En especial, la exposición que tendrá lugar en el Museo de Arte de Mazatlán (la ciudad donde crecieron sus padres), en el marco del eclipse solar. Pues, a través de ella abrirá un diálogo sobre aquello “que puede o no puede suceder en cuatro minutos de oscuridad”.
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