En primer plano, el sonido de un hielo crispándose al puro contacto de un whisky, añejado por 18 años, distrae la mirada, apenas un segundo, del apacible conjuro que evoca una joven pareja al fondo de la sala. Él, extrayendo armonías de un piano Fazioli, ícono de maestría artesana italiana; ella, una cantante inspirada. La multitud, atenta al concierto, termina de dibujar el cuadro perfecto de una velada en el lobby lounge del Shangri-La Toronto. La noche apenas comienza. Afuera, un árbol fantástico (cuyo cuerpo evoca la estampa de un dragón metálico monumental) extiende sus ramas al acceso de la propiedad y funge como guardián de la audiencia que disfruta del concierto. La escultura, obra del artista chino Zhang Huan, también permea al interior del hotel para adornar el vestíbulo con el vuelo de una parvada de palomas estáticas. Las pistas sobre la vena artística que recorre la propiedad son contundentes.
Shangri-La Toronto

Foto: Pinterest

Una pausa en el dueto que anima la velada invita a recorrer el espacio con la mirada. De inmediato, dos elementos reclaman atención. Primero, cuatro pinturas que bordean el espacio, firmadas por el artista shanghainés Wang Xu Yuan; las piezas reinterpretan los caracteres chinos para tornarlos en personajes femeninos de la Ópera de Pekín. Más adelante, cinco nichos trazan una pasarela de vestidos firmados por diseñadores legendarios. El camino incluye una pieza de Yves Saint Laurent, los vestidos Shipwreck y Romanov de Alexander McQueen, y dos piezas de Gianni Versace: un Jumpsuit inspirado en Warhol y el icónico vestido Safety-Pin que inmortalizara Elizabeth Hurley en los 90. La colección, curada por William Banks-Blaney, viste de glamour el vestíbulo del Shangri-La y no pasa desapercibida por nadie. Los 7 secretos mejor guardados de Bal Harbour, Miami A un costado del lobby lounge aguarda Bosk, el restaurante insignia de la propiedad, que ofrece un menú internacional no exento de influencias locales, a cargo del chef Richard Singh, especialista en resaltar el sabor de los ingredientes de temporada. La cava de Bosk, una de las más extensas de la ciudad, combina con maestría etiquetas internacionales y canadienses, de las cuales puede disfrutarse una copa en la terraza de la propiedad, atentos al vaivén urbano de una de las ciudades más cosmopolitas de Norteamérica; o bien, en el interior, ocupando un espacio en The Bar y bajo el cielo multicolor que dibujan 180 piezas de vidrio soplado, que visten de fantasía el espacio. Desde aquí, la voz de la intérprete se escucha poderosa, aun en la lejanía.
Shangri-La Toronto

Foto: Shangri-La Toronto

Camino a la habitación, un elegante sendero asiático guía los pasos de aquellos que habrán de dormir al cobijo del templo de hospitalidad. La alfombra descubre entramados naturales que emulan montañas y ramas de bambú entre tonos vibrantes de berenjena, marrón, naranja y chocolate. Y también funge como antesala del oasis de confort que aguarda al otro lado de la puerta: un universo de armonía y serenidad en colores tierra que resalta aun más con el contraste que ofrece el recubrimiento de Sapele, madera familia de la caoba, que resguarda las habitaciones. Pero, a través de la ventana, los ecos de la noche canadiense hacen dudar, dudar sobre la conveniencia de entregarse al descanso… o de sucumbir de una vez por todas a las ventajas que ofrece el escondite urbano y artístico que se mantiene vivo muy cerca. La duda, sin embargo, se desvanece en segundos y guía hacia el sendero acolchado impregnado de motivos asiáticos que conduce al lobby lounge de la propiedad.

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