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Estas son las 30 promesas de los negocios 2024
Al fin, después de año y medio de ausencia, la miniserie más aclamada de los últimos tiempos, Game of Thrones, retornó a las pantallas. El largo ayuno de millones de leales fanáticos y espectadores en todo el mundo, que ansían el desenlace del fenómeno de la comunicación en que se convirtió, llegó en medio del mayor hermetismo. A diferencia de la 7ª Temporada, esta vez no hubo filtraciones mayores. Solamente especulaciones, teorías, apuestas por saber quién sobrevivirá, quienes ganarán la batalla final; que nuevas intrigas, complots, asesinatos, traiciones, victorias y derrotas sacudirán al mundo en que convergen héroes, villanos, creaturas fantásticas, hechicería, mitología, sabiduría, política, guerra, reyes, reinas y muertos vivientes. La serie pasó de ser un best-seller mundial a convertirse en un caso de estudio en universidades, un referente en cursos de liderazgo, política, comunicación, gerencia y psicología. Los números lo dicen todo, el primer episodio (2011) alcanzó 2 millones de espectadores, mientras que el final de la temporada pasada (2017) rebasó los 30 millones. Game of Thrones es considerado un verdadero parteaguas en la televisión por cable; rompedora de récords de audiencias, arrasador en redes sociales y un ejemplo de innovación y vanguardia en producción, dirección, música, efectos especiales, adaptación e interpretación. Game of Thrones es socialmente un sello distintivo, un estilo de vida, actitud, el contenido más difundido, comentado, revisado, analizado y -para sus seguidores- una cita obligada sin importar ingreso, nacionalidad, religión u ocupación. Los personajes que se volvieron parte de las conversaciones, los debates y discusiones; apuestas, videojuegos, entretenimiento, publicaciones, chats, foros, convenciones; construyeron también toda una industria y sus derivaciones. Sin duda, esta larga espera también sirvió para ahondar las expectativas; pero -sobre todo-, para aumentar el nivel de audiencia. Los adictos existentes contagiaron a otros miles, la larga espera dio tiempo para la conversión de los neófitos, promoción y publicidad gratuita, colateral, viral, subliminal y extensiva. En estos ocho años, se llenaron de conspiraciones, sexualidad, violencia y crudeza visual; todos los personajes pueden morir en cientos de formas violentas, atravesados por una espada o un hacha, de múltiples flechazos, envenenados, ahorcados, apuñalados, hechizados, devorados por sabuesos, quemados vivos, ahogados, despellejados, en medio de la batalla, cazando; lo mismo en los burdeles, el templo o en la letrina; jóvenes y viejos; reyes y esclavos; mujeres y hombres. La serie sacude los sentimientos de los espectadores sin contemplaciones. Temas proscritos y censurados en la televisión son de lo más cotidiano. La creatividad explota en las escenas de violaciones, cabezas cortadas, incesto, heridas terribles, todos los géneros y preferencias tiene espacio; no hay límites ni en menores, ancianos o embarazadas. La violencia, la traición y la lujuria como método, complemento, moneda, sistema y herramienta de poder. Sobrevivir en un mundo tan cruento es un reto enorme cuando la bondad, la lealtad y la verdad son inútiles. Y -aún en medio de todo esto- el que prevalezca la moral, el valor, el honor, el orgullo, la fe y la integridad es casi increíble. Razas, culturas, familias, tradiciones, historias y filosofías construyen un entramado religioso, sociológico y político muy complejo. No hay asombro que alcance la expectativa ni suficiente imaginación para saber que depara el destino para los protagonistas. Mención aparte merecen el vestuario, la producción, escenarios, sets y efectos visuales que llevaron a las pantallas todo un universo basto e increíblemente magnifico. Desde los hielos perpetuos de más allá del muro, hasta las llanuras dothraki; castillos, salones, ciudades, salvajes, gigantes, mamuts, dragones, piratas, guerreros, armas; pocas veces se puede reconocer el enorme talento que se conjugo para desarrollar nuevos idiomas, personalidades y caracteres tan particulares. Todo lo anterior y -mucho más- es la exitosa mezcla que unifico a millones de seres humanos, que se identifican, se buscan, se conectan y comparten Game of Thrones como parte de su vida cotidiana, que hicieron de esta serie el centro de un mundo globalizado en cada episodio. Serán solo 6 semanas en las que este poder de convocatoria terminará de construir su propia mitología, más fuerte será su ausencia, más intensa el hambre por la secuela o precuela que de ella se produzca. El primer episodio resultó apenas el planteamiento de un final lleno de reencuentros, el pasado y el presente se debaten en la formación de escenarios donde incertidumbre y oscuridad imperan. El avance nos deja a merced de la amenaza de un terrible enemigo, mágico, incansable, insensible, poderoso irracional, sobrenatural. Millones de líneas y conversaciones esperan a los espectadores de este fenómeno que dejará invaluables lecciones de negocios, psicología, política y estrategia, además de un entretenimiento hasta ahora inédito y fascinante.  
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